jueves, 14 de febrero de 2013

14 - Mundo Espírita - Cap. 7

El Libro de los Espíritus
Allan Kardec


1.- Preludios del regreso.

Pregunta 330. ¿Conocen los Espíritus la época en que han de reencarnar?.

Respuesta. - La presienten, del modo que el ciego percibe el fuego al que se aproxima. Saben que deben volver a tomar un cuerpo, así como sabéis vosotros que habréis de morir algún día, pero sin conocer el momento en que esto sucederá.

Pregunta 330 a. La reencarnación, ¿es, por tanto, una necesidad de la vida espírita, de igual manera que la muerte constituye una necesidad de la vida corporal?.

Respuesta. - Con toda seguridad, así es.

Pregunta 331. ¿Todos los Espíritus se preocupan por su reencarnación?.

Respuesta. - Los hay que no piensan en modo alguno en ella, y que inclusive no la comprenden. Esto depende de su naturaleza más o menos adelantada. Para algunos, la incertidumbre en que se encuentran respecto del futuro es una punición.

Pregunta 332. ¿Puede adelantar o retrasar el Espíritu el instante de su reencarnación?.

Respuesta. - Podrá adelantarlo mediante sus oraciones, y alejarlo si retrocede ante la perspectiva de la prueba que le aguarda, porque entre los Espíritus los hay también cobardes e indiferentes; pero no queda impune si lo hace, sino que sufre por ello, así como el que se rehúsa a tomar un medicamento que podrá curarlo.

Pregunta 333. Sin un Espíritu se sintiera lo bastante satisfecho en una situación media entre los Espíritus errantes y no tuviera ambición de ascender, ¿podría prolongar ese estado en forma indefinida?.

Respuesta. - No, indefinidamente no. El adelanto representa una necesidad que tarde o temprano el Espíritu experimenta. Todos deben ascender, puesto que tal es su destino.

Pregunta 334. La unión del alma con tal o cual cuerpo, ¿está predestinada, o sólo a último momento se hace la elección?.

Respuesta. - El Espíritu se designa siempre con anterioridad. Al aceptar la prueba que desea sufrir, el Espíritu pide encarnarse. Y Dios, que ve y sabe todo, ha sabido y visto de antemano que tal alma se uniría a determinado cuerpo.

Pregunta 335. El Espíritu, ¿elige el cuerpo en que ha de encarnar, o únicamente el género de vida que debe servirle de prueba?.

Respuesta. - También puede escoger el cuerpo, por cuanto las imperfecciones de ese cuerpo, que son pruebas para él, lo han de ayudar en su adelanto si supera los obstáculos que en él encuentra; pero la elección no siempre depende del Espíritu: puede pedirla.

Pregunta 335 a. ¿Podría el Espíritu, a último momento, rehusarse a entrar en el cuerpo escogido para él?.

Respuesta. - Si se negara, sufriría mucho más que aquel que no hubiera intentado ninguna prueba.

Pregunta 336. ¿Puede suceder que un niño que debe nacer no encuentre un Espíritu dispuesto a encarnar en él?.

Respuesta. - Dios proveería a eso. El niño, cuando ha de nacer para vivir, está siempre predestinado a poseer un alma. Nada se ha creado sin un designio.

Pregunta 337. La unión de un Espíritu con determinado cuerpo, ¿puede ser impuesta por Dios?.

Respuesta. - Puede ser impuesta, así como las diversas pruebas, sobre todo cuando el Espíritu no es todavía apto para realizar una elección con conocimiento de causa. A título de expiación podrá ser obligado el Espíritu a unirse al cuerpo de cierto niño que, por su nacimiento y la posición que tendrá en el mundo, podrá llegar a ser para él un motivo de castigo.

Pregunta 338. Si sucediera que muchos Espíritus se presentan para ocupar un mismo cuerpo que debe nacer, ¿qué es lo que decidirá entre ellos?.

Respuesta. - Muchos pueden pedirlo, pero en semejante caso es Dios quien juzga cuál es el más capaz de cumplir la misión a que el niño está destinado. No obstante, lo dije ya, el Espíritu es designado antes del momento en que ha de unirse al cuerpo.

Pregunta 339. El instante de encarnar ¿se ve acompañado de una turbación similar a la que se produce cuando un Espíritu desencarna?.

Respuesta. - Mucho mayor, y sobre todo más prolongada. Al morir el cuerpo, el Espíritu sale de la esclavitud. Con el nacimiento entra en ella.

Pregunta 340. El momento en que el Espíritu debe encarnar, ¿es para él un instante solemne?. ¿Cumple ese acto como una cosa seria e importante para él?.

Respuesta. - Es como un viajero que se embarca para una travesía peligrosa, y que no sabe si hallará la muerte en las olas que afronta.

Kardec. - El viajero que embarca conoce a qué peligros se expone, mas ignora si naufragará. Así acontece con el Espíritu: sabe el tipo de pruebas a que se somete, pero desconoce si sucumbirá en ellas.
Así como la muerte del cuerpo es una forma de renacimiento para el Espíritu, la reencarnación constituye para éste una especie de muerte, o más bien de exilio y enclaustramiento. Deja el Mundo de los Espíritus para ingresar en el corporal, como el hombre abandona el mundo corpóreo por el de los Espíritus. El Espíritu sabe que reencarnará, del mismo modo que el hombre conoce que habrá de morir. Pero, igual que éste, aquél no tiene conciencia de ello sino a último momento, cuando el plazo fijado expira. Entonces, en ese supremo instante se apodera de él la turbación, como en el hombre que agoniza, y esa turbación persistirá hasta que la nueva existencia esté claramente formada. La aproximación de la reencarnación significa una especie de agonía para el Espíritu.

Pregunta 341. La incertidumbre en que se halla el Espíritu sobre la eventualidad del buen éxito de las pruebas que sufrirá en la vida, ¿es para él causa de preocupación, antes de su encarnación?.

Respuesta. - Una preocupación muy grande, ya que las pruebas de su existencia lo retrasarán o lo harán adelantar, conforme las soporte bien o mal.
Pregunta 342. En el momento de su reencarnación ¿es acompañado el Espíritu por otros Espíritus amigos suyos, que asisten a su partida del Mundo Espírita, así como acuden a recibirlo cuando en él reingresa?.

Respuesta. - Esto depende de la esfera en que el Espíritu habite. Si se halla en alguna de las esferas en que reina el afecto, los Espíritus que le aman lo acompañan hasta el último momento, alentándolo, y a menudo incluso lo siguen en la vida.

Pregunta 343. Los Espíritus amigos que nos siguen en la vida, ¿son a veces aquellos a quienes vemos en sueños, testimoniándonos afecto, y que se nos presentan bajo rasgos desconocidos?.

Respuesta.- Con mucha frecuencia son ellos. Acuden a visitarnos, del modo que vosotros vais a ver a un preso.
2.- Unión del alma con el cuerpo.

Pregunta 344. ¿En qué momento se une el alma al cuerpo?.

Respuesta. - La unión comienza en la concepción, pero sólo es completa en el instante del nacimiento. Desde el momento de la concepción, el Espíritu designado para habitar determinado cuerpo se une a él por una lazo fluídico que va estrechándose, cada vez más, hasta el instante en que la criatura es dada a luz. El grito que lanza entonces el recién nacido anuncia que ha pasado a formar parte de los vivientes y servidores de Dios.

Pregunta 345. La unión entre Espíritu y cuerpo ¿es definitiva desde el momento de la concepción?. Durante ese período inicial, ¿podría el Espíritu renunciar a habitar el cuerpo que se le asignó?.

Respuesta. - La unión es definitiva, en el sentido de que otro Espíritu no podría sustituir al que ha sido designado para ese cuerpo. Pero, como los vínculos que los unen son muy débiles, se quiebran con facilidad, y esto puede suceder por voluntad del Espíritu, que retrocede ante la prueba que ha escogido. En tal caso, el niño no vive.

Pregunta 346. ¿Qué acontece al Espíritu si el cuerpo que había elegido muere antes de nacer?.

Respuesta. - Opta por otro.

Pregunta 346 a. ¿Cuál puede ser la utilidad de esas muertes tan prematuras?.

Respuesta. - Las imperfecciones de la materia suelen ser casi siempre la causa de tales muertes.

Pregunta 347. ¿Qué beneficio podrá reportar a un Espíritu su reencarnación en un cuerpo que fallece pocos días después de su nacimiento?.

Respuesta. - El Ser no tiene suficientemente desarrollada la conciencia de su existencia. La importancia de la muerte es casi nula. Constituye a menudo, como ya lo hemos dicho, una prueba para los padres.

Pregunta 348. ¿Sabe el Espíritu de antemano que el cuerpo que escogió no tiene posibilidades de vivir?.

Respuesta. - Algunas veces lo sabe, pero si lo ha elegido por ese mismo motivo, es por ello que se echa atrás ante la prueba.

Pregunta 349. Cuando una reencarnación se ve frustrada para el Espíritu, debido a cualquier causa, ¿se suple inmediatamente con otra existencia?.

Respuesta. - No siempre en forma inmediata. El Espíritu necesita tiempo para escoger de nuevo, a menos que la reencarnación instantánea no provenga de una determinación anterior.

Pregunta 350. Un vez unido al cuerpo del niño, y cuando ya no puede retroceder, ¿lamenta a veces el Espíritu la elección que ha hecho?.

Respuesta. - ¿Quieres decir que, si como hombre, se queja él de la vida que lleva?. ¿Si desearía que fuese diferente?. Sí. Pero, en lo que respecta a deplorar la elección realizada, no, pues no sabe que la hizo él mismo. Una vez encarnado, el Espíritu no puede lamentar una elección de la que ya no tiene conciencia. Pero tal vez encuentre la carga demasiado pesada, y si cree que ésta excede sus fuerzas, entonces recurre al suicidio.

Pregunta 351. En el intervalo que media entre la concepción y el nacimiento, ¿goza el Espíritu de la totalidad de sus facultades?.

Respuesta. - Más o menos, según lo avanzado del proceso, porque no está todavía encarnado, pero sí unido. Desde el instante mismo de la concepción empieza la turbación a apoderarse del Espíritu, el cual queda advertido por ello de que ha llegado la hora de iniciar una nueva existencia. Esa turbación va en aumento hasta el instante en que el niño nace. En el ínterin, su situación es más o menos la de un Espíritu encarnado durante el sueño del cuerpo. Conforme se aproxima la hora del nacimiento, sus ideas se van esfumando, así como el recuerdo del pasado, del cual ya no tiene conciencia cuando es hombre, una vez ingresado a la vida corporal. Mas ese recuerdo le volverá poco a poco a la memoria, cuando se encuentre en su estado de Espíritu desencarnado.

Pregunta 352. En el momento de renacer ¿recobra el Espíritu de inmediato la plenitud de sus facultades?.                                                                                

Respuesta. - No, sino que éstas se van desarrollando en forma gradual, conjuntamente con los órganos asociados. Se trata, para él, de una nueva vida. Precisa aprender a servirse de sus instrumentos. Las ideas le vuelven de manera paulatina, como en un hombre que sale del sueño y se encuentra en una postura diferente de la que tenía antes de dormirse.

Pregunta 353. Puesto que la unión del Espíritu con el cuerpo sólo se consuma completa y definitivamente después del nacimiento, ¿podemos considerar al embrión como poseyendo un alma?.

Respuesta. - El Espíritu que debe animarlo existe, en cierto modo, fuera de él. No tiene pues, hablando con propiedad, un alma, ya que la encarnación está sólo en vías de operarse. Pero se encuentra unido al alma que debe poseer.

Pregunta 354. ¿Cómo se explica la vida intrauterina?.

Respuesta. - Es la de la planta que vegeta. El embrión vive la existencia animal. El hombre, en cambio, poseerá en sí la vida animal y la vegetal, que al nacer completa con la espiritual.

Pregunta 355. ¿Hay, como la ciencia lo indica, niños que desde el seno materno no tienen posibilidades de vivir?. Y, ¿con qué objeto sucede esto?.

Respuesta. - Ocurre a menudo, y Dios lo permite a título de prueba, ya sea para los progenitores, o bien para el Espíritu asignado para ocupar ese cuerpo.

Pregunta 356. ¿Hay niños nacidos muertos que no estaban destinados a la encarnación de un Espíritu?.

Respuesta. - Sí, los hay que no tuvieron jamás asignado a su cuerpo un Espíritu. Para ellos nada debía realizarse. En tal caso, sólo por los padres llegó ese niño.

Pregunta 356 a. Un ser de tal naturaleza, ¿puede llegar al tiempo normal de nacimiento?.

Respuesta. - Sí, en ocasiones, pero entonces no vive.

Pregunta 356 b. Todo niño que ha sobrevivido a su nacimiento, ¿tiene pues, por fuerza, un Espíritu encarnado en él?.

Respuesta. - ¿Qué podría ser sin Espíritu?. No sería un ser humano.

Pregunta 357. ¿Cuáles son, para el Espíritu, las consecuencias del aborto?.

Respuesta. - Una existencia nula, que habrá de reiniciarse.                                     

Pregunta 358. El aborto provocado, ¿constituye un crimen, sea cual fuere el grado de desarrollo del proceso de gestación?.

Respuesta. - Siempre hay crimen, desde que trasgredís la ley de Dios. La madre, o cualquier otra persona, cometerá en todos los casos un crimen al quitar la vida al niño antes de su nacimiento, porque ello equivale a impedir al alma que afronte las pruebas cuyo instrumento debía ser el cuerpo.

Pregunta 359. En los casos en que la vida de la madre corre peligro si el niño nace, ¿es un crimen sacrificar a este último para salvar a aquélla?.

Respuesta. - Resulta preferible sacrificar al ser que no existe y no al ser que existe.

Pregunta 360. ¿Es racional dispensar al embrión las mismas consideraciones que al cuerpo de una criatura que ha vivido?.

Respuesta. - Ved en todo esto la voluntad de Dios y su obra. No tratéis, pues, con ligereza las cosas que debéis respetar. ¿Por qué no respetar aquellas obras de la Creación que han quedado truncas, a veces por voluntad mismo del Creador?. Ello está dentro de sus designios, que nadie está llamado a juzgar.
3.- Facultades morales e intelectuales.

Pregunta 361. ¿De dónde le vienen al hombre sus cualidades morales, sean buenas o malas?.

Respuesta. - Son las del Espíritu que se halla encarnado en él. Cuanto más puro es el Espíritu, tanto más inclinado al bien es el hombre.

Pregunta 361 a. De ello parecería resultar que el hombre de bien sea la encarnación de un Espíritu bueno, y el individuo vicioso, la de un Espíritu malvado…

Respuesta. - Sí, pero di más bien que es un Espíritu imperfecto, de otro modo se podría creer en Espíritus siempre malos, a los que llamáis demonios.

Pregunta 362. ¿Cuál es el carácter de las personas en quienes encarnan los Espíritus traviesos y frívolos?

Respuesta. - Atolondrado, juguetón, y a veces malévolo.                                      

Pregunta 363. Los Espíritus, ¿tienen pasiones ajenas a la humanidad?.

Respuesta. - No. Si así fuese, vosotros también las tendríais.

Pregunta 364. ¿Es un mismo Espíritu el que da al hombre sus cualidades morales y las de la inteligencia?.

Respuesta. - Seguramente, es el mismo, y esto en virtud del grado que ha alcanzado. El hombre no tiene en sí dos Espíritus.

Pregunta 365. ¿Por qué hombres muy inteligentes –lo que denota en ellos un Espíritu superior son a veces, al mismo tiempo, profundamente viciosos?.

Respuesta. - Porque el Espíritu encarnado no es lo bastante puro y el hombre cede a la influencia de otros Espíritus que son peores aún. El Espíritu progresa por una marcha ascendente insensible, pero su adelanto no se verifica en forma simultánea en todos los sentidos. En un período puede avanzar en conocimientos. En otro, en moralidad.

Pregunta 366. ¿Qué pensar de la opinión según la cual las diversas facultades intelectuales y morales del hombre serían el producto de otros tantos Espíritus diferentes encarnados en él, cada uno de los cuales poseería una aptitud especial?.

Respuesta. - Al reflexionar, se llega a la conclusión de que es absurda. El Espíritu debe poseer todas las aptitudes. Para poder progresar necesita una voluntad única. Si el hombre fuera una amalgama de Espíritus, esa voluntad no existiría y no habría en él individualidad, ya que a su muerte todos esos Espíritus serían como un montón de pájaros volando de la jaula. El hombre se queja a menudo de no comprender ciertas cosas, y es curioso ver cómo multiplica las dificultades, mientras que tiene a mano una explicación enteramente simple y natural. Una vez más es tomar el efecto por la causa. Aquéllos creían en tantos dioses como fenómenos hay en el Universo, pero entre ellos mismos las personas sensatas sólo veían en tales fenómenos efectos cuya causa era un Dios único.                                                                            

Kardec. - El mundo físico y el moral nos ofrecen a este respecto numerosos puntos de comparación. Se ha creído en la multiplicidad de la materia en tanto se detenían los observadores en la apariencia de los fenómenos. Hoy en día, comprendemos que esos fenómenos tan variados pueden muy bien no ser sino modificaciones de una única materia elemental. Las diversas facultades son manifestaciones de una misma causa, que es el alma o Espíritu encarnado, y no de muchas almas, así como los diferentes sonidos del órgano constituyen el producto de una misma especie de aire, y no significan que haya tantas clases de aire como sonidos existen. De esta hipótesis resultaría que cuando un hombre adquiere o pierde ciertas aptitudes o tendencias, ello se debería a otros tantos Espíritus que vienen a él o de él se marchan, lo cual lo convertiría en un ser múltiple, carente de individualidad y, en consecuencia, sin responsabilidad. Además, esto se contradice con los ejemplos tan numerosos de manifestaciones mediante las cuales los Espíritus prueban su personalidad e identidad.
4.- Influencia del organismo.

Pregunta 367. Al unirse al cuerpo, ¿se identifica el Espíritu con la materia?.

Respuesta. - La materia es tan sólo la envoltura del Espíritu, como la ropa es la envoltura del cuerpo. Al unirse al cuerpo, el Espíritu conserva los atributos de su naturaleza espiritual.

Pregunta 368. Las facultades del Espíritu, ¿se ejercen con toda libertad después de su unión con el cuerpo?.

Respuesta. - El ejercicio de las facultades depende de los órganos que le sirven de instrumentos. Aquéllas se debilitan por lo grosero de la materia.

Pregunta 368 a. Según esto, ¿sería la envoltura material un impedimento para la libre manifestación de las facultades del Espíritu, así como un vidrio opaco se opone al libre paso de la luz?.

Respuesta. - En efecto, y muy opaco…

Kardec. - Es posible, incluso, comparar la acción de la materia grosera del cuerpo sobre el Espíritu, con la de una agua cenagosa que impide la libertad de movimientos del cuerpo en ella sumergido.

Pregunta 369. El libre ejercicio de las facultades del alma, ¿está subordinado al desarrollo de los órganos?.                                                                              

Respuesta. - Los órganos son los instrumentos para la manifestación de las facultades del alma. Dicha manifestación se halla subordinada al desarrollo y al grado de perfeccionamiento de esos mismos órganos, como la calidad de un trabajo depende de la eficacia de la herramienta con que se ejecuta.

Pregunta 370. ¿Es posible inducir, de la influencia de los órganos, una relación entre el desarrollo de los órganos cerebrales y el de las facultades morales e intelectivas?.

Respuesta. - No confundáis el efecto con la causa. El Espíritu posee siempre las facultades que le son propias. Ahora bien, no son los órganos los que dan las facultades, sino las facultades las que impulsan el desarrollo de los órganos.
Pregunta 370 a. Según esto, la diversidad de aptitudes existentes en el hombre, ¿se debe únicamente al estado del Espíritu?.

Respuesta. - “Únicamente” no es una palabra del todo exacta. En las cualidades del Espíritu, que puede ser más o menos adelantado, reside el principio. Pero hay que tomar en cuenta la influencia de la materia, que traba más o menos el ejercicio de esas cualidades.

Kardec. - Al encarnar, el Espíritu trae en sí ciertas predisposiciones, y si para cada una de ellas se admite la existencia de un órgano correspondiente en el cerebro , el desarrollo de tales órganos constituirá un efecto y no una causa. Si las facultades tuvieran su principio en los órganos, el hombre sería una máquina desprovista de libre albedrío y de la responsabilidad de sus actos. Habría que admitir que los más grandes genios, sabios, poetas y artistas sólo son genios porque la casualidad les ha otorgado órganos especiales, de donde se sigue que sin dichos órganos no habrían sido genios, y que el último imbécil hubiera podido ser un Newton, un Virgilio o un Rafael, si hubiera estado provisto de determinados órganos. Suposición más absurda todavía cuando se la aplica a las cualidades morales. Así pues, según esta hipótesis, San Vicente de Paúl, dotado por la Naturaleza de tal o cual órgano, hubiera podido ser un malhechor, y al mayor de los desalmados sólo le faltaría un órgano para ser un San Vicente de Paúl. Por el contrario, admitid que los órganos especiales –si en verdad existen- son consecuencia de la facultad y se desarrollan mediante el ejercicio de ésta, así como los músculos crecen por medio del movimiento, y no tendréis nada de irracional. Hagamos una comparación trivial para el caso: por ciertas señales fisonómicas reconocéis al hombre entregado a la bebida. ¿Son esos signos los que lo convierten en un ebrio, o la embriaguez la que los engendra? Se puede afirmar que los órganos reciben el sello de las facultades.
5.- Idiotismo, locura.

Pregunta 371. ¿Es fundada la opinión según la cual los cretinos e idiotas poseerían un alma de naturaleza inferior?.

 Nota. - Al lector actual chocarán términos tales como imbécil, cretino o idiota, términos empleados no hasta hace mucho, para designar los diferentes grados de discapacidad mental. Los cuales no son sino el fruto de las sensibilidades propias de cada época, de ahí que veamos una continúa mutación hacia términos más suaves y eufemísticos. El Espiritismo, aporta la idea innovadora de que siendo el Espíritu el principio de la inteligencia, éste no puede manifestarse en su totalidad debido a la precariedad de su instrumento físico.

Respuesta. – No.: tienen un alma humana, con frecuencia más inteligente de lo que pensáis, y que sufre por la insuficiencia de los medios que dispone para comunicarse, del mismo modo que el mudo padece por no poder hablar.

Pregunta 372. ¿Qué objeto se propuso la Providencia al crear seres desdichados, como los cretinos e idiotas?.

Respuesta. - Son Espíritus en punición los que habitan cuerpos de idiotas. Esos Espíritus sufren por el constreñimiento que experimentan y la impotencia en que se hallan para manifestarse mediante órganos no desarrollados o defectuosos.                                                                                                                           

Pregunta 372 a. Entonces, ¿no es exacto afirmar que los órganos influyen sobre las facultades?.

Respuesta. - No hemos dicho nunca que los órganos no influyeran. Antes bien, influyen en gran manera sobre la manifestación de las facultades, pero ellos no otorgan esas facultades: ahí radica la diferencia. Un buen músico con un instrumento mediocre no hará buena música, y esto no le impedirá ser un ejecutante virtuoso.

Kardec. - Es preciso distinguir el estado normal del patológico. En estado normal, lo moral supera el obstáculo que la materia le opone. Pero, casos hay en que la materia ofrece tal resistencia que las manifestaciones son impedidas o desnaturalizadas, como acontece en la idiotez y la locura. Éstos son los casos patológicos, y en semejante estado, no gozando el alma de toda su libertad, la ley humana misma la exime de la responsabilidad de sus actos.
Pregunta 373. ¿Qué valor puede tener la vida para seres que, como los idiotas y cretinos, no pudiendo hacer el bien ni el mal, se ven impedidos de progresar?.

Respuesta. - Se trata de una expiación impuesta al abuso que se ha podido hacer de ciertas facultades. Es un período de purificación.

Pregunta 373 a. El cuerpo de un idiota, ¿puede contener un Espíritu que haya animado a un hombre genial, en una existencia precedente?.

Respuesta. - Sí. El genio se convierte a veces en una calamidad cuando de él se abusa.

Kardec. - No siempre la superioridad moral está en razón de la superioridad del intelecto, y los más grandes genios acaso tengan bastante que expiar. De ahí que muchas veces les corresponda una existencia inferior a la que vivieron antes, y que es causa de sufrimientos. Los obstáculos que el Espíritu encuentra para sus manifestaciones son para él como las cadenas que limitan los movimientos de un hombre vigoroso. Se puede decir que los cretinos e idiotas son defectuosos del cerebro, así como el cojo lo es de las piernas y el ciego de los ojos.

Pregunta 374. El idiota, en estado de Espíritu, ¿tiene conciencia de su estado mental?.

Respuesta. - Sí, muy a menudo. Comprende que las cadenas que traban su vuelo son una prueba y una expiación.                                                                       

Pregunta 375. En la locura, ¿cuál es la situación del Espíritu?.

Respuesta. - En estado de libertad, el Espíritu recibe directamente sus impresiones y ejerce asimismo de manera directa su acción sobre la materia. Pero, si se encuentra encarnado, se halla en condiciones del todo diferentes y en la necesidad de hacerlo sólo con ayuda de órganos especiales. Si una parte o el conjunto de tales órganos se ha alterado, su acción o sus impresiones, en lo que a dichos órganos concierne, se ven interrumpidas. Si pierde los ojos se vuelve ciego. Si se trata del oído, se torna sordo, etcétera. Ahora, figúrate que el órgano que preside los efectos de la inteligencia y de la voluntad sea parcial o enteramente afectado o modificado, y te será fácil comprender que, no teniendo ya el Espíritu a su servicio sino órganos incompletos o desnaturalizados, de ello debe resultar una perturbación de la que el Espíritu –para consigo mismo y en su fuero interno- tiene perfecta conciencia, pero cuyo curso no es dueño de detener.

Pregunta 375 a. Entonces, ¿es siempre el cuerpo y no el Espíritu el que está desorganizado?.

Respuesta. - En efecto, pero no hay que perder de vista que, así como el Espíritu obra sobre la materia, ésta reacciona sobre él en cierta medida, y el Espíritu puede encontrarse momentáneamente impresionado por la alteración de los órganos por los cuales manifiesta y recibe sus impresiones. Puede acontecer que a la larga, cuando la locura haya durado mucho tiempo, la repetición de los mismos actos termine por ejercer sobre el Espíritu una influencia de la que no es liberado sino después de haberse separado por completo de toda impresión material.

Pregunta 376. ¿A qué se debe que la demencia arrastre a veces al suicidio?.

Respuesta. - El Espíritu sufre por el constreñimiento que experimenta y la impotencia en que está de manifestarse libremente, de ahí que busque en la muerte un medio de romper sus ataduras.

Pregunta 377. El Espíritu del alienado, ¿se resiente, después de la muerte, del desarreglo de sus facultades?.

Respuesta. - Puede resentirse de ello por algún tiempo después de la muerte, hasta que esté completamente desprendido de la materia, como el hombre que despierta experimenta por un rato la perturbación en que el sueño lo ha sumergido.                                                                                                                             

Pregunta 378. ¿Cómo puede la alteración del cerebro reaccionar sobre el Espíritu después de la muerte?.

Respuesta. - Es un recuerdo. Un peso oprime al Espíritu, y como no ha tenido conocimiento de cuanto ha ocurrido durante su demencia, siempre necesita cierto tiempo para volver a ponerse al corriente de la situación. De ahí que, cuanto más haya durado su locura en vida, más durará su molestia, el constreñimiento después de la muerte. El Espíritu desprendido del cuerpo sigue sintiendo durante algún tiempo la impresión de sus ligaduras.
6.- De la infancia.

Pregunta 379. El Espíritu que anima el cuerpo de un niño ¿está tan desarrollado como el de un adulto?.

Respuesta. - Puede estarlo más, si progresó más. Sólo la imperfección de los órganos de que dispone le impide manifestarse. Obra en virtud del instrumento con cuya ayuda puede exteriorizarse.

Pregunta 380. En un niño de tierna edad, el Espíritu, fuera del obstáculo que la imperfección de los órganos opone a su libre manifestación, ¿piensa como un niño o como un adulto?.

Respuesta. - Mientras sea niño es natural que los órganos de la inteligencia, sin desarrollarse, no pueden darle toda la intuición de un adulto. En efecto, su inteligencia en ese período es muy limitada, y ella está a la espera de que los años hagan madurar su razón. La turbación que acompaña a la encarnación no cesa de súbito, en el instante del nacimiento. Sólo en forma gradual se va disipando, con el desarrollo de los órganos.

Kardec. - Una observación acude en apoyo de esta respuesta: los sueños del niño no tienen el mismo carácter que los de las personas mayores. Su tema es casi siempre pueril, lo que denota la índole de las preocupaciones del Espíritu.

Pregunta 381. A la muerte del niño, ¿recobra de inmediato el Espíritu su primitivo vigor?.

Respuesta. - Debe recuperarlo, puesto que se halla desembarazado de su envoltura carnal. No obstante, sólo vuelve a su lucidez anterior cuando el desprendimiento se ha completado, vale expresar, cuando no existe ya ningún lazo entre cuerpo y Espíritu.                                                                                            

Pregunta 382. ¿Sufre el Espíritu encarnado, durante la niñez, el constreñimiento que la imperfección de sus órganos impone?.

Respuesta. - No: ese estado constituye una necesidad. Está en la Naturaleza y es conforme con las miras de la Providencia. Para el Espíritu se trata de un período de reposo.
Pregunta 383. ¿Qué utilidad tiene, para el Espíritu, el hecho de pasar por el estado de infancia?.

Respuesta. - Puesto que el Espíritu encarna con el objeto de perfeccionarse, durante ese período es más accesible a las impresiones que recibe y que pueden cooperar a su adelanto, al cual deben contribuir aquellas personas que están a cargo de su educación.

Pregunta 384. ¿Por qué el llanto es el primer grito del niño recién nacido?.

Respuesta. - Para despertar el interés de la madre y provocar los cuidados que le son precisos. ¿No comprendes que si sólo lanzara exclamaciones de alegría, cuando aún no sabe hablar, las personas mayores se inquietarían poco de lo que él necesita? Admirar en todo, pues, la sabiduría de la Providencia.

Pregunta 385. ¿A qué se debe el cambio que se opera en el carácter a cierta edad, particularmente al salir de la adolescencia?. ¿Es el Espíritu el que se modifica?.

Respuesta. - Es el Espíritu, que recobra su naturaleza y se muestra como era.
No conocéis el secreto que ocultan los niños en su inocencia. No sabéis lo que son, lo que han sido ni lo que serán. Y, sin embargo, los amáis, los acariciáis, como si fueran parte de vosotros mismos, de tal manera que el amor de una madre para con sus hijos es considerado el más grande amor que un ser pueda dispensar a otro ser. ¿De dónde procede esa dulce afección, esa tierna benevolencia que incluso los extraños demuestran al niño?. ¿Lo sabéis? No; y es esto lo que voy a explicaros.
Los niños son Espíritus que Dios envía a nuevas existencias. Y para que no puedan reprocharle una severidad excesiva, les concede todas las apariencias de la inocencia. Aun en un niño de mala índole, sus malas acciones se recubren por la inconsciencia de sus actos. Y esa inocencia no es una superioridad real sobre que eran antes. No.: es la imagen de lo que deberían ser, y si no lo son, a ellos solos corresponderá la pena.
Pero Dios les ha dado ese aspecto no únicamente por ellos mismos, sino además, y sobre todo, por sus progenitores, cuyo amor es necesario a su debilidad, y ese amor se vería singularmente debilitado por la comprobación de un carácter áspero y brusco, mientras que por el contrario, creyendo los padres que sus hijos son buenos y tiernos, les dispensan todo su afecto y les rodean de las más delicadas atenciones. Más, cuando los niños dejan de tener ya necesidad de tal protección, de esa asistencia que se les ha prestado durante quince a veinte años, su carácter real e individual reaparece en toda su desnudez. Sigue siendo bueno si fundamentalmente lo era. Pero adquiere siempre matices que habían permanecido ocultos en su primera infancia.
Ya veis que los caminos de Dios son siempre los mejores y que, cuando se posee un corazón puro, la explicación de ello es fácil de concebir.
En efecto, tened muy en cuenta que el Espíritu de cada niño que nace entre vosotros puede proceder de un mundo en que ha tomado hábitos del todo diferentes. ¿Cómo querríais que fuese, en medio de vosotros, ese nuevo ser que viene con pasiones completamente distintas a las que tenéis, con tendencias y gustos opuestos por entero a los vuestros?. ¿Cómo pretenderíais que se incorporara él a vuestras filas de otro modo que según Dios lo quiso, esto es, pasando primero por el tamiz de la infancia? En ella vienen a confundirse todos los pensamientos, caracteres y variedades de seres engendrados por esa multitud de mundos en los cuales crecen las criaturas. Y vosotros mismos, al morir, os encontraréis en una especie de infancia en medio de nuevos hermanos. Y en vuestra nueva existencia no terrenal ignoraréis los hábitos, costumbres y relaciones de ese mundo que es nuevo para vosotros. Manejaréis con dificultad una lengua que no estaréis habituados a emplear, lenguaje más vivo que vuestro pensamiento actual. La niñez tiene todavía otra utilidad. Los Espíritus sólo ingresan a la vida corporal con el objeto de perfeccionarse, de mejorar. La debilidad de los primeros años los torna flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y de aquellas personas que deben hacerlos adelantar. Es entonces cuando resulta posible reformar su carácter y reprimir sus malas inclinaciones. Tal es el deber que Dios ha puesto en manos de sus padres, misión sagrada por la que tendrán éstos que responder.

Kardec. - Así pues, la infancia del hombre no solamente es útil, necesaria e indispensable, sino que además constituye la consecuencia natural de las leyes que Dios ha establecido y que rigen el Universo.
7.- Simpatías y antipatías terrestres.

Pregunta 386. Dos seres que se han conocido y amado, ¿pueden volver a encontrarse en otra existencia corporal y reconocerse?.

Respuesta. - Reconocerse, no. Pero sentirse atraídos recíprocamente, sí. Y a menudo ciertos lazos íntimos basados en una afección sincera no tienen otra causa que esa. Dos seres son acercados el uno al otro por circunstancias que en apariencia son fortuitas, pero que constituyen el resultado de la atracción de ambos Espíritus, que a través de la muchedumbre se buscan
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Pregunta 386 a. ¿No sería más grato para ellos el reconocerse?.

Respuesta. - No siempre. El recuerdo de las pasadas existencias tendría inconvenientes más serios de lo que creéis. Después de la muerte se reconocerán y sabrán en qué tiempo han estado juntos.

Pregunta 387. La simpatía, ¿tiene en todos los casos por motivo un conocimiento anterior?.

Respuesta. - No. Dos Espíritus que armonizan se buscan naturalmente, sin que se hayan conocido como seres humanos.

Pregunta 388. Los encuentros que se han verificado a veces entre ciertas personas, y que se atribuyen al azar, ¿no serían el efecto de una especie de relaciones simpáticas?.                                                                                        

Respuesta. - Hay entre los seres pensantes lazos que todavía no conocéis. El magnetismo es la explicación de esa ciencia que más adelante comprenderéis mejor.                                                                                                              

Pregunta 389. ¿A qué se debe la repulsión instintiva que a primera vista experimentamos hacia ciertas personas?.

Respuesta. - Espíritus antipáticos, que se adivinan y se reconocen sin hablarse.

Pregunta 390. La antipatía instintiva, ¿denota siempre una condición malvada?.

Respuesta. - Dos Espíritus no son por fuerza malos porque no simpaticen el uno con el otro. La antipatía puede nacer de una falta de similitud en la manera de pensar. Pero, a medida que se elevan, los matices se van borrando y la antipatía desaparece.

Pregunta 391. La antipatía entre dos personas, ¿nace primero en aquella cuyo Espíritu es peor, o en la otra, cuyo Espíritu es mejor?-

Respuesta. - En una y en otra, pero las causas y efectos son diferentes. Un Espíritu malo siente antipatía por cualquiera que pueda juzgarlo y desenmascararlo. Al ver a una persona por primera vez, sabe que va a ser desaprobado por ella. Su distanciamiento se trueca en odio, en envidia, y le inspira el deseo de hacer el mal. El Espíritu bueno experimenta repulsión hacia el malvado, porque sabe que éste no le comprenderá y que no comparten iguales sentimientos. Pero, apoyado en su superioridad, no siente hacia el otro ni odio ni envidia. Se limita a evitarlo y compadecerlo.
8.- Olvido del pasado.

Pregunta 392. ¿Por qué el Espíritu encarnado pierde el recuerdo de su pasado?.

Respuesta. - El hombre no puede ni debe saberlo todo. Dios, en su sabiduría, así lo quiere. A no ser por el velo que le oculta ciertas cosas, el hombre se hallaría deslumbrado, como aquel que sin transición pasa de la oscuridad a la luz. Mediante el olvido del pasado es más él mismo. mismo” en la nueva encarnación no parece más significativo que “ser dueño de sí”.

Pregunta 393. ¿Cómo puede el hombre ser responsable de actos y rescatar faltas que no recuerda?. ¿De qué manera podrá aprovechar la experiencia que adquirió en vidas que han caído para él en el olvido?. Se concebirá que las tribulaciones de la existencia fueran una lección para él si se acordara de las causas que han podido acarrearlas. Pero, puesto que no tiene memoria de ello, cada existencia es para él como si fuese la primera, y así está siempre comenzando… ¿Cómo conciliar esto con la justicia de Dios?.

Respuesta. - En cada nueva vida el hombre tiene más inteligencia y puede distinguir mejor el bien del mal. ¿Dónde estaría su mérito si se acordara de todo el pasado?. Cuando el Espíritu retorna a su existencia primitiva, (la espírita), toda su pasada vida se desarrolla ante él. Ve las faltas en que incurrió y que son causas de su sufrimiento, y ve también lo que hubiera podido impedir que las cometiera. Comprende que la situación en que se halla es justa, y busca entonces una existencia capaz de reparar los errores de aquella que acaba de transcurrir para él. Busca pruebas análogas a las que pasó antes, o las luchas que considere adecuadas para su adelanto, y pide a los Espíritus superiores a él que le ayuden en esa nueva tarea que emprende, porque sabe que el Espíritu que le será asignado por guía en esa nueva encarnación tratará de hacerle reparar sus culpas dándole una especie de intuición de las que cometió. Esa misma intuición obra con frecuencia cuando os asalta un pensamiento, un deseo criminal al que os resistís por instinto, atribuyendo casi siempre vuestra resistencia a los principios que habéis recibido de vuestros progenitores, cuando en realidad es la voz de la conciencia la que os habla, y esa voz es el recuerdo del pasado, que os advierte que no volváis a caer en las faltas en que habéis ya incurrido. El Espíritu que ha ingresado a esa nueva existencia, si sufre tales pruebas con valor y las resiste, se eleva y asciende en la jerarquía de los Espíritus, cuando vuelve a estar entre ellos.

Kardec. - Si no tenemos durante la vida corporal un recuerdo preciso de lo que hemos sido y de lo que hicimos de bueno o de malo en nuestras anteriores existencias, tenemos, sí, la intuición de ello, y nuestras tendencias instintivas son una reminiscencia del pasado, a las cuales la conciencia, que es el deseo que hemos concebido de no cometer más las mismas faltas, nos incita a resistir.                                                                           

Pregunta 394. En los mundos más adelantados que el nuestro, donde no están sujetos a todas nuestras necesidades físicas y a nuestras enfermedades, ¿comprenden los hombres que son más dichosos que nosotros?. En general, la felicidad es relativa: la sentimos por comparación con un estado menos venturoso. Como quiera que, en definitiva, algunos de esos mundos, si bien mejores que el nuestro, no se hallan en estado de perfección, los hombres que los habitan deben de tener también motivos de disgusto o pena, dentro de su género. Entre nosotros el rico, que no padece angustias de las necesidades materiales como el pobre, no por eso deja de tener tribulaciones que amargan su vida. Ahora bien, yo pregunto si, en su posición, los habitantes de esos mundos no se creen tan desafortunados como nosotros y no se quejan de su suerte, puesto que no disponen del recuerdo de una existencia peor, para que puedan compararla con la presente.

Respuesta. - Para esto hay que dar dos respuestas distintas. Existen mundos, entre aquellos a que te refieres, cuyos moradores tienen un recuerdo muy claro y preciso de sus vidas pasadas. Éstos, como lo comprenderás, pueden y saben evaluar la felicidad que Dios les permite disfrutar. Pero hay también otros en que sus habitantes, colocados, como has dicho, en mejores condiciones que vosotros, no por ello dejan de experimentar serios disgustos o pesares, y hasta desgracias. Éstos no aprecian su dicha actual, por la misma circunstancia de que no poseen recuerdo de una situación todavía más infortunada. Pero si no la evalúan como hombres, sí lo hacen como Espíritus.

Kardec. - ¿No hay acaso, en el olvido de esas existencias anteriores, sobre todo cuando han sido penosas, algo de providencial, en lo que se revela la sabiduría divina? En los mundos superiores, cuando el recuerdo de las existencias desdichadas sólo constituye un mal sueño, se presentan ellas a la memoria. En cambio, en los mundos inferiores, ¿las desventuras actuales no se verían agravadas por el recuerdo, en todos aquellos que pudieron haberlas soportado? Concluyamos, pues, que cuanto Dios hizo bien hecho está y que no nos compete criticar sus obras y manifestar cómo hubiera debido Él organizar el Universo.
El recuerdo de nuestras individualidades anteriores tendría muy serios inconvenientes. En ciertos casos, podría humillarnos de una manera extraordinaria. En otros, exaltar nuestro orgullo y por eso mismo trabar nuestro libre albedrío. Dios nos ha dado, para que mejoremos, justamente lo que nos es necesario y puede bastarnos: la voz de la conciencia y nuestras tendencias instintivas. Y nos quita lo que pudiera dañarnos. Agreguemos, incluso, que si tuviéramos el recuerdo de nuestros actos personales anteriores, poseeríamos igualmente el de las acciones de los demás, y este conocimiento podría acarrear los más enojosos efectos sobre las relaciones sociales. Puesto que no podremos siempre vanagloriarnos de nuestro pasado, con frecuencia es muy conveniente que se haya echado un velo sobre él. Esto concuerda perfectamente con la doctrina de los Espíritus sobre los mundos que son superiores al nuestro. En tales mundos, donde sólo reina el bien, el recuerdo del pasado no reviste nada de penoso. He ahí por qué se acuerdan los moradores de su existencia precedente, así como nosotros rememoramos lo que hemos hecho la víspera. En cuanto a los períodos en que hayamos podido permanecer en los mundos inferiores, su recuerdo sólo constituye un mal sueño, como hemos dicho ya.

Pregunta 395. ¿Podemos obtener algunas revelaciones acerca de nuestras existencias anteriores?.

Respuesta. - No siempre. Sin embargo, muchos saben lo que han sido y lo que hacían. Si se les permitiera decirlo en voz alta, harían singulares revelaciones sobre su pasado.

Pregunta 396. Ciertas personas creen poseer un vago recuerdo de un pasado desconocido, el cual se les presenta como la imagen fugaz de un sueño que en vano se intenta aprehender. Esta idea, ¿es sólo una ilusión?.

Respuesta. - En ocasiones es real. Pero a menudo también constituye una ilusión contra la cual hay que ponerse en guardia, porque puede ser el efecto de una imaginación sobreexcitada.

Pregunta 397. En las existencias corporales de naturaleza más elevada que la nuestra, ¿es más preciso el recuerdo de las vidas pasadas?.

Respuesta. - Sí. A medida que el cuerpo se va tornando menos material, recordamos mejor. La memoria del pasado es más clara en aquellos que habitan mundos de un orden superior.

Pregunta 398. Puesto que las inclinaciones instintivas del hombre son una reminiscencia de su pasado, ¿se deduce de ello que, por medio del estudio de esas tendencias, puede conocer las faltas en que ha incurrido?.                        

Respuesta. - A no dudarlo, pero sólo hasta cierto punto. Hay que tomar en cuenta el mejoramiento que ha podido operarse en el Espíritu y las resoluciones que haya tomado en estado errante. La vida actual puede ser mucho mejor que la precedente.                                                                                                                         

Nota. - Aquellas personas que se interesan mucho por saber lo que han sido en sus vidas anteriores deben prestar atención a estos párrafos. Por el estudio de sus actuales tendencias, y no olvidando el progreso que deben de haber realizado, tendrán una idea de lo que fueron e hicieron. [J. H. Pires.].

Pregunta 398 a. ¿Podría asimismo ser peor?, Esto es, ¿puede el hombre cometer en una existencia faltas en la que no ha incurrido en su vida precedente?.

Respuesta. - Ello depende de su grado de adelanto. Si no sabe resistir las pruebas podrá ser arrastrado a nuevas faltas, que son la consecuencia de la posición que ha escogido. Pero, en general, tales equívocos señalan más bien un estado estacionario que uno retrógrado, por cuanto el Espíritu puede avanzar o detenerse, pero no retrocede.

Pregunta 399. Visto que las vicisitudes de la vida corpórea son a la vez una expiación de pasadas faltas y también pruebas relativas a su porvenir, ¿se sigue de ello que de la índole de tales vicisitudes se pueda inducir el género de la existencia anterior?.

Respuesta. - Muy a menudo, puesto que cada cual es castigado por donde pecó. No obstante, no habría que considerar esto como una regla absoluta. Las tendencias instintivas son un indicio más seguro, porque las pruebas que el Espíritu sufre tanto pueden guardar relación con su porvenir como con su pasado.

Kardec. - Llegado al término que la Providencia ha señalado para vida errante, el mismo Espíritu elige las pruebas a las cuales desea someterse a fin de apresurar su adelanto, esto es, el tipo de existencia que cree más adecuado para proveerle los medios para ello. Y tales pruebas están siempre en relación con las faltas que debe expiar. Si las supera, se eleva. Si cae vencido por ellas, tiene que comenzar una vez más.
El Espíritu goza siempre de su libre arbitrio. En virtud de esa libertad escoge, en el estado de Espíritu, las pruebas de la vida corporal, y en el estado de encarnación delibera qué hará o qué no hará, y opta entre el bien y el mal. Negar al hombre el libre albedrío, sería rebajarlo a la categoría de máquina.                                                                                                          Una vez reintegrado a la vida corpórea, el Espíritu pierde en forma temporaria el recuerdo de sus existencias anteriores, como si un velo se las ocultara. Con todo, a veces tiene de ellas una vaga conciencia, y en ciertas circunstancias incluso pueden serle reveladas. Pero en tales casos ello sucede por voluntad de los Espíritus superiores, que lo hacen en forma espontánea, con una finalidad útil, y nunca para satisfacer una vana curiosidad.
En lo que toca a las vidas futuras, en ningún caso pueden ser reveladas, en razón que dependen de la manera como se cumple la existencia presente y de la ulterior elección del Espíritu.
El olvido de las faltas cometidas no es un obstáculo para el mejoramiento del Espíritu, porque si no guarda de ellas un recuerdo preciso, el conocimiento que de las mismas tenía cuando se encontraba en erraticidad, y el deseo que ha concebido de repararlas, lo guían por intuición y le dan el pensamiento de resistir al mal. Ese pensamiento es la voz de la conciencia, en la cual es secundado por los Espíritus, que lo asisten si escucha las buenas inspiraciones que le sugieren.
Si bien el hombre desconoce los actos específicos que cometió en sus vidas anteriores, puede en cambio saber siempre por qué clase de faltas se ha hecho culpable y cuál era entonces su carácter dominante. Le basta estudiarse a sí mismo y por allí puede deducir lo que ha sido, no por lo que es ahora, sino por las tendencias que en la actualidad manifiesta.
Las adversidades de la vida corpórea son a la vez una expiación por pasadas faltas y también pruebas que preparan el futuro. Nos depuran y elevan, según las toleremos con resignación y sin murmurar.
La índole de las vicisitudes y pruebas que soportamos puede también instruirnos acerca de lo que hemos sido y sobre lo que hicimos, así como en la Tierra juzgamos los actos de un culpable por la pena que la ley le inflige. Así pues, uno será castigado en su orgullo mediante la humillación que para él significa una existencia subalterna; el mal rico y el avaro, por la miseria; el que sido duro para con los demás, mediante los rigores que deberá sufrir; el tirano, por la esclavitud; el mal hijo, por la ingratitud de sus propios descendientes; el perezoso, por un trabajo forzado, y así sucesivamente.