jueves, 14 de febrero de 2013

13 - Mundo Espírita - Cap. 6

El Libro de los Espíritus
Allan Kardec


1.- Espíritus errantes.

Pregunta 223. ¿Reencarna el alma de inmediato, después de su separación del cuerpo?.

Respuesta. - A veces inmediatamente, pero casi siempre después de intervalos más o menos largos. En los mundos superiores la reencarnación es en casi todos los casos inmediata. Por ser menos grosera la materia corporal, el Espíritu encarnado goza en ella de casi todas sus facultades de Espíritu. Su estado normal es el de vuestros sonámbulos lúcidos.

Pregunta 224. ¿Qué es el alma en el intervalo de las encarnaciones?.

Respuesta. - Un Espíritu errante que aspira a un nuevo destino y lo espera.


Pregunta 224 a. ¿Cuánto pueden durar tales intervalos?.

Respuesta. - Desde unas pocas horas hasta unos cuantos millares de siglos. Por lo demás, no hay, en rigor, un límite extremo asignado al estado errante, que puede prolongarse muchísimo tiempo pero que, sin embargo, jamás es perpetuo. Tarde o temprano, siempre encuentra el Espíritu oportunidad de recomenzar una existencia que servirá para la purificación de sus vidas anteriores.

Pregunta 224 b. Esa duración ¿se halla subordinada a la voluntad del Espíritu o puede serle impuesta como expiación?.

Respuesta. - Es una consecuencia del libre arbitrio. Los Espíritus saben perfectamente lo que hacen, pero hay también algunos para quienes es una punición infligida por Dios. Otros piden que se prolongue con el objeto de continuar estudios que sólo pueden hacerse con provecho en el estado de Espíritu.

Pregunta 225. La erraticidad ¿es por sí misma un signo de inferioridad en los Espíritus?.

Respuesta. - No, por cuanto hay Espíritus errantes de todos los grados. La encarnación constituye un estado transitorio, ya lo hemos dicho: en su estado normal el Espíritu se halla despojado de la materia.

Pregunta 226. ¿Es posible afirmar que todos los Espíritus que no están encarnados son errantes?.

Respuesta. - Los que deben reencarnar, sí. Pero los Espíritus puros que han llegado a la perfección no son errantes: su estado es definitivo.

Kardec. - En lo que se refiere a sus cualidades íntimas, los Espíritus son de diferentes órdenes o grados, que van recorriendo sucesivamente, a medida que se purifican. Como estado, pueden tener los de.: encarnados, esto es, unidos a un cuerpo.: errantes, o sea, despojados del cuerpo material y esperando una nueva encarnación a fin de progresar, y Espíritus puros, vale decir, perfectos y que no tienen ya necesidad de encarnación.

Pregunta 227. ¿De qué manera se instruyen los Espíritus errantes?. Sin duda no lo hacen del mismo modo que nosotros…

Respuesta. - Estudian su pasado y buscan los medios de elevarse. Ven, observan lo que ocurre en los lugares que recorren. Escuchan los discursos de los hombres esclarecidos y los consejos de los Espíritus más elevados que ellos, y esto les da ideas que no tenían.

Pregunta 228. ¿Conservan los Espíritus algunas de las pasiones humanas?.

Respuesta. - Los Espíritus elevados, al perder su envoltura, sólo conservan las pasiones del bien. Pero los Espíritus inferiores continúan con las malas. De lo contrario pertenecerían a la primera jerarquía.

Pregunta 229. ¿Por qué los Espíritus, al dejar la Tierra, no se liberan de todas sus malas pasiones, puesto que ven sus inconvenientes?.

Respuesta. - Tienes en este mundo a personas que son envidiosas en extremo.: ¿crees acaso que tan pronto como lo abandonan pierden ese defecto?. Les queda, luego que parten de la Tierra, sobre todo a aquellos que han alimentado pasiones muy intensas, una especie de atmósfera que los circunda y les comunica todas esas cosas nocivas, porque el Espíritu no está desprendido por completo. Sólo por momentos entrevé la verdad, como para señalarle el buen camino.

Pregunta 230. ¿Progresa el Espíritu en estado errante?.

Respuesta. - Puede mejorar mucho, pero siempre según sean su voluntad y su deseo. Mas es en la existencia corpórea donde pone en práctica las nuevas ideas que ha adquirido.

Pregunta 231. Los Espíritus errantes ¿son dichosos o desventurados?.

Respuesta. - Más o menos, conforme a su mérito. Sufren pasiones cuyo resabio han conservado, o son felices, según estén más o menos           

Pregunta 232. En estado errante ¿pueden los Espíritus ir a todos los mundos?.

Respuesta. - Según: cuando el Espíritu ha dejado el cuerpo no se halla por eso enteramente desprendido de la materia y pertenece aún al mundo en que ha vivido, o a un mundo de igual grado, a menos que en el transcurso de su vida se haya elevado, y en esto reside el objetivo a que debe tender, sin lo cual no se perfeccionaría jamás. Sin embargo, puede trasladarse a ciertos mundos superiores, pero en tal caso estará allí como un extranjero. No hace más que entreverlos, si así vale decirlo, y eso es lo que le infunde el deseo de perfeccionarse para ser digno de la felicidad que allí se goza y poder habitarlos más tarde.

Pregunta 233. Los Espíritus ya depurados ¿vienen a los mundos inferiores?.

Respuesta. - Lo hacen con frecuencia, a fin de ayudarles a progresar. A no ser por ellos, esos mundos se encontrarían librados a sí mismos, sin guías que los dirigieran.

2.- Mundos transitorios .

Pregunta 234. ¿Existen, como se ha afirmado, mundos que sirven a los Espíritus errantes como estaciones y lugares de descanso?.

Respuesta. - Sí, mundos hay dedicados en particular a los Seres errantes y en los cuales pueden éstos residir en forma temporaria; especie de vivacs o campamentos donde puedan reposar en una prolongada erraticidad, período este que es siempre un tanto penoso. Se trata de situaciones intermedias entre los otros mundos, graduadas conforme a la naturaleza de los Espíritus que pueden ir allí, y éstos disfrutan en esos lugares de un bienestar más o menos intenso.

Pregunta 234 a. Los Espíritus que en esos mundos habitan ¿pueden dejarlos a voluntad?.

Respuesta. - En efecto, los Espíritus que se encuentran en tales globos pueden marcharse para ir a donde deban. Imaginadlos como aves de paso que descienden en una isla, a la espera de recobrar sus fuerzas y reanudas la marcha hacia su destino.

Pregunta 235. ¿Progresan los Espíritus durante esas estaciones en mundos transitorios?.

Respuesta. - Por cierto que sí. Los que de esta manera se reúnen lo hacen con el propósito de instruirse y poder, con más facilidad, obtener permiso para ir a lugares mejores, llegando a la posición que alcanzan los elegidos.

Pregunta 236. Los mundos transitorios ¿están perpetuamente, por su especial naturaleza, dedicados a los Espíritus errantes?.

Respuesta. - No, su situación es sólo temporaria.

Pregunta 236 a. ¿Son ellos habitados al mismo tiempo por seres corporales?.

Respuesta. - No, puesto que es estéril su superficie. Los que allí residen no tienen necesidad de nada.

Pregunta 236 b. Esa esterilidad ¿es permanente y deriva de su naturaleza especial?.

Respuesta. - No, son estériles en forma transitoria.

Pregunta 236 c. Dichos mundos ¿deben entonces hallarse desprovistos de bellezas naturales?.

Respuesta. - La Naturaleza se traduce en las bellezas de la inmensidad, que no son menos admirables que lo que llamáis vosotros bellezas naturales.

Pregunta 236 d. Puesto que el estado de tales mundos es transitorio, nuestra Tierra ¿se contará algún día entre ellos?.

Respuesta. -Ya lo fue.

Pregunta 236 e. ¿En qué época?.

Respuesta. - Durante su formación.

Kardec. - Nada en la Naturaleza es inútil. Cada cosa tiene su finalidad y su destino. Nada está vacío, sino todo habitado, y la vida se encuentra por doquier. Así, durante la larga secuela de siglos que transcurrieron antes de la aparición del hombre en la Tierra, en el curso de esos lentos períodos de transición atestiguados por las capas geológicas, incluso antes de la formación de los primeros seres orgánicos, sobre aquella masa informe, en ese árido caso en que los elementos se hallaban confundidos, la vida no estaba ausente. Seres que no tenían ni nuestras necesidades ni nuestras sensaciones físicas encontraban aquí un refugio. Dios ha querido que, aun en ese imperfecto estado, sirviera ella para
algo. ¿Quién se atrevería a decir, pues, que entre esos miles de millones de mundos que en la inmensidad circulan, uno solo, uno de los más pequeños, perdido entre la multitud de ellos, tuviese el privilegio exclusivo de estar poblado? ¿Cuál sería en tal caso la utilidad de los demás? ¿Sólo los habría hecho Dios para que recrearan nuestra vista? Suposición absurda, incompatible con la sabiduría que de todas sus obras dimana, e inadmisible si se piensa en todos aquellos mundos que no podemos percibir. Nadie negará que hay en esta idea de los mundos todavía inadecuados para la vida material, y sin embargo poblados por seres vivientes que se adaptan a ese medio, algo de grande y de sublime, donde se encuentra quizá la solución de más de un problema.
3.- Percepciones, sensaciones y sufrimientos de los Espíritus.

Pregunta 237. Una vez en el Mundo de los Espíritus ¿tiene todavía el alma las percepciones que poseía cuando se hallaba encarnada?.

Respuesta. - Sí, además de otras que no tenía entonces, porque su cuerpo era como un velo que las oscurecía. La inteligencia es un atributo del Espíritu, pero que se manifiesta con más libertad cuando éste no tiene trabas.

Pregunta 238. Las percepciones y conocimientos de los Espíritus, ¿son indefinidos?. En pocas palabras, ¿saben ellos todas las cosas?.

Respuesta - Cuanto más se acercan a la perfección, tanto más saben. Si son superiores, saben mucho. En cambio, los Espíritus inferiores son más o menos ignorantes acerca de todo.

Pregunta 239. ¿Conocen los Espíritus el principio de las cosas?.

Respuesta. - Depende de su elevación y pureza. Los Espíritus inferiores no saben de ello más que los hombres.

Pregunta 240. ¿Tienen los Espíritus la misma noción del tiempo que nosotros?.

Respuesta. - No, y a esto se debe que no siempre nos comprendáis cuando se trata de establecer fechas o épocas.

Kardec. - Los Espíritus viven fuera del tiempo, tal como entendemos nosotros a éste. Para ellos el transcurso del tiempo se anula, si así vale decirlo, y los siglos, que tan largos nos resultan a nosotros, para ellos constituyen sólo instantes que se diluyen en la Eternidad, lo mismo que las desigualdades del suelo se borran y desaparecen para aquel que se eleve en el espacio.
                                                    



Pregunta 241. ¿Poseen los Espíritus, acerca del presente, una idea más precisa y justa que la que nosotros tenemos?.

Respuesta. - Más o menos, como la persona que ve con claridad y se forma una idea más exacta de las cosas que el ciego. Los Espíritus ven lo que no veis. Juzgan, pues, de otro modo que vosotros; pero también aquí, ello depende de su grado de elevación.

Pregunta 242. ¿De qué manera tienen los Espíritus conocimientos del pasado?. Y tal conocimiento ¿es ilimitado para ellos?.

Respuesta. - El pasado, cuando de él nos ocupamos, es un presente, igual que como tú te acuerdas de una cosa que te impresionó durante tu destierro terrestre. Sólo que como nosotros, los Espíritus, no tenemos ya el velo material que oscurece tu inteligencia, recordamos cosas que a ti se te han borrado. Pero los Espíritus no conocemos todo: nuestra creación, en primer lugar.

Pregunta 243. ¿Conocen los Espíritus el porvenir?.

Respuesta. - También esto depende de su grado de perfección. Con frecuencia sólo lo entrevén, pero no siempre se les permite revelarlo. Y cuando lo ven, les parece el presente. El Espíritu ve el porvenir con mayor claridad, conforme se va acercando a Dios. Después de la muerte, el alma ve y abarca de una mirada sus pasadas emigraciones, pero no puede ver lo que Dios le prepara. Para ello precisa que esté completamente integrada con Él, tras muchas existencias.

Pregunta 243 a. Los Espíritus llegados a la absoluta perfección ¿tienen un conocimiento completo del futuro?.

Respuesta. - Completo no es el término, por cuanto sólo Dios es el soberano Señor y nadie puede igualarlo.

Pregunta 244. Los Espíritus ¿ven a Dios?.

Respuesta. - Únicamente los Espíritus superiores lo ven y comprenden. Los inferiores, por su parte, sólo lo sienten y adivinan.

Pregunta 244 a. Cuando un Espíritu inferior afirma que Dios le prohíbe o le permite algo ¿cómo sabe que esto proviene de Él?.

Respuesta. - Ese Espíritu no ve a Dios, pero siente su soberanía, y cuando algo no debe hacerse o una palabra no se tiene que pronunciar, experimenta él una especie de intuición, una invisible advertencia que le veda hacerlo. Vosotros mismos ¿no tenéis acaso presentimientos que son para vosotros como advertencias secretas para que hagáis o dejéis de hacer tal o cual cosa? Lo propio nos ocurre a nosotros, los Espíritus, sólo que en un grado superior, pues comprenderán que, siendo la esencia de los Espíritus más sutil que la vuestra, podemos percibir mejor las advertencias divinas.

Pregunta 244 b. Esa orden ¿se la transmite Dios directamente, o por intermedio de otros Espíritus?.

Respuesta. - No les llega de Dios en forma directa. Para comunicarse con Él hay que ser digno de ello. Dios les notifica sus órdenes sirviéndose de los Espíritus que son más elevados en perfección e instrucción.

Pregunta 245. La vista, en los Espíritus, ¿está circunscripta, como en los seres corpóreos?.

Respuesta. – No.: reside en ellos.

Pregunta 246. ¿Necesitan los Espíritus que haya luz para ver?.

Respuesta. - Ven por sí mismos y no precisan luz exterior. Para ellos no hay tinieblas, excepto aquellas en que puedan encontrarse por expiación.

Pregunta 247. ¿Tienen los Espíritus necesidad de trasladarse para ver en dos lugares distintos?. ¿Pueden ver, por ejemplo, de manera simultánea en dos hemisferios del globo?.

Respuesta. - Como el Espíritu se traslada con la velocidad del pensamiento, se puede decir que ven en todas partes a la vez. Su pensamiento puede irradiar e ir al mismo tiempo a muchos puntos diferentes, pero esa facultad depende de su grado de pureza. Cuanto menos purificado esté, tanto menor será su vista. Sólo los Espíritus superiores son capaces de tener una visión de conjunto.

Kardec. - En los Espíritus, la facultad de ver es una propiedad inherente a su naturaleza que reside en todo su Ser, así como la luz está en todas las partes de un cuerpo luminoso. Es una especie de lucidez universal que se extiende a todo, abarcando a la par al espacio, el tiempo y las cosas, y para la cual no existen ni tinieblas ni obstáculos materiales. Se comprenderá que así debe ser, puesto que en el hombre la vista opera mediante el funcionamiento de un órgano impresionado por la luz; si no hay luz está aquél en la oscuridad. En cambio, en el Espíritu, la facultad de ver es un atributo de sí mismo, independientemente de todo agente externo, de ahí que su vista no esté supeditada a la luz.

Pregunta 248. ¿Ve el Espíritu las cosas con tanta nitidez como nosotros?.

Respuesta. - Con mayor nitidez, por cuanto su vista penetra lo que no podéis vosotros penetrar. Nada la oscurece.

Pregunta 249. ¿Percibe el Espíritu los sonidos?.

Respuesta. - Sí, y capta además otros que vuestros sentidos limitados no pueden percibir.

Pregunta 249 a. La facultad de oír ¿reside en todo su Ser, como la de la vista?.
Respuesta. - Todas las percepciones son atributos del Espíritu y forman parte de su Ser. Cuando se halla revestido de un cuerpo material, aquéllas sólo le llegan por conducto de sus órganos, pero en estado de libertad las percepciones dejan de estar localizadas.

Pregunta 250. Siendo las percepciones atributos del Espíritu mismo ¿le es posible sustraerse a ellas?.

Respuesta. - El Espíritu sólo mira y escucha lo que quiere ver y oír. Decimos esto como una generalización y, sobre todo, en lo que concierne a los Espíritus elevados, pues los imperfectos oyen y ven a menudo, quieran o no, aquello que puede resultar útil para su perfeccionamiento.

Pregunta 251. Los Espíritus ¿son sensibles a la música?.

Respuesta. - ¿Te estás refiriendo a vuestra música?. Porque ¿qué es ella, si se la compara con la música celeste, esa armonía de la cual nada en la Tierra puede daros una idea?. Aquélla es respecto a esta última lo que el canto del salvaje en comparación con una suave melodía. Sin embargo, algunos Espíritus vulgares pueden experimentar cierto placer en escuchar vuestra música, porque no les es dado todavía comprender otra más sublime. La música tiene infinitos encantos para los Espíritus, debido a sus muy desarrolladas cualidades sensitivas. Me refiero a la música celeste, que es cuanto la imaginación espiritual puede concebir de más bello y suave.

Pregunta 252. Los Espíritus ¿son sensibles a las hermosuras de la Naturaleza?.

Respuesta. - Las bellezas naturales de los mundos son tan distintas que estamos lejos de conocerlas. Sí, son sensibles a ellas, según sea su aptitud para apreciarlas y comprenderlas. Para los Espíritus elevados hay bellezas de conjunto ante las cuales se esfuman, por decirlo así, las de los detalles.

Pregunta 253. ¿Experimentan los Espíritus nuestras necesidades y sufrimientos físicos?.

Respuesta. - Los conocen porque los han padecido, pero no los experimentan como vosotros, en lo material, puesto que son Espíritus.

Pregunta 254. Los Espíritus ¿sienten fatiga y necesidad de reposo?.

Respuesta. - No pueden cansarse del modo que lo entendéis vosotros y, en consecuencia, no tienen necesidad de vuestro reposo físico, desde que no poseen órganos cuyas energías deban ser recuperadas. Pero sí descansa el Espíritu en el sentido de que no se halla en constante actividad. No actúa de una manera material. Su acción es por entero intelectiva, y su reposo, completamente moral. Vale significar, que hay momentos en que su pensamiento cesa de estar activo y no se concentra en un objeto determinado. Se trata para él de un verdadero descanso, pero no comparable con el del cuerpo. La especie de fatiga que pueden experimentar los Espíritus está en razón de su inferioridad, porque cuanto más elevados son, tanto menos reposo necesitan.

Pregunta 255. Cuando un Espíritu asegura que sufre ¿qué clase de padecimiento es el suyo?.

Respuesta. - Angustias morales, que lo torturan más dolorosamente que los sufrimientos físicos.

Pregunta 256. ¿A qué se debe, entonces, que algunos Espíritus se hayan quejado de sentir frío o calor?.

Respuesta. - Recuerdo de lo que habían experimentado en vida, a veces tan penoso como la realidad misma. Es muchas veces una comparación mediante la cual, a falta de otra mejor, expresan el estado en que se encuentran. Cuando se acuerdan de su cuerpo experimentan una especie de impresión, como cuando un hombre se quita la capa y un rato más tarde cree llevarla todavía..
4.- Ensayo teórico sobre la sensación en los Espíritus.

257. El cuerpo es el instrumento del dolor. Si no su causa primera, constituye al menos su causa inmediata. El alma tiene la percepción de ese dolor. Dicha percepción es el efecto. El recuerdo que conserve ella podrá ser sobremanera penoso, pero no puede tener una acción física. En efecto, ni el frío ni el calor pueden desorganizar los “tejidos” del alma. Ésta no podrá helarse ni quemarse. ¿No vemos a diario que el recuerdo o la aprensión de un mal físico produce el mismo efecto que la realidad? ¿E inclusive ocasiona la muerte? Todo el mundo sabe que las personas a quienes se ha amputado un miembro sienten dolor en ese miembro inexistente. Seguramente que no es dicho miembro la sede del dolor, ni aun su punto de partida. Es que el cerebro conserva la impresión de él, eso es todo. Se puede creer, pues, que hay algo análogo en los sufrimientos del Espíritu después de la muerte. Un más profundo estudio del periespíritu, que desempeña un rol tan importante en todos los fenómenos espíritas -las apariciones vaporosas o tangibles, el estado del Espíritu en el instante de la muerte, la idea, tan frecuente en él, de que sigue aún vivo, el cuadro conmovedor de los suicidas y los decapitados, el de las personas que se habían entregado por entero a los goces materiales, y tantos otros hechos-, ha venido a arrojar luz sobre esta cuestión y ha dado lugar a explicaciones cuyo resumen ofrecemos aquí.

El periespíritu es el lazo que une al Espíritu con la materia del cuerpo. Se toma del ambiente circundante, en el fluido universal. Se relaciona a la vez con la electricidad, el fluido magnético y, hasta cierto punto, con la materia inerte. Se podría afirmar que constituye la quintaesencia de la materia. Es el principio de la vida orgánica, pero no el de la vida intelectual. Esta última reside en el Espíritu. Es, además, el agente de las sensaciones exteriores. En el cuerpo, tales sensaciones se hallan localizadas en los órganos que les sirven de canales. Una vez destruido el cuerpo, las sensaciones se generalizan. Ved aquí por qué el Espíritu no manifiesta que le duela la cabeza más que los pies. Por otra parte, hay que cuidar no confundir las sensaciones del periespíritu, que se ha emancipado, con las del cuerpo. Sólo podemos tomar estas últimas como término de compa-ración, no como analogía. Cuando se ha desprendido del cuerpo, puede el Espíritu sufrir, pero ese padecimiento no es el del cuerpo. Tampoco se trata de un dolor exclusivamente moral, como el remordimiento, puesto que se queja del frío y del calor. No sufre más en invierno que en verano. Los hemos visto pasar a través de las llamas sin experimentar ninguna sensación penosa. Por tanto, la temperatura no les hace la menor impresión. El dolor que experimentan no es, pues, un dolor físico propiamente dicho. Se trata de un vago sentimiento íntimo, del que el Espíritu mismo no se da siempre perfecta cuenta, precisamente porque el dolor que siente no está
localizado y no es producido por agentes exteriores. Constituye más bien un recuerdo que una realidad, pero un recuerdo asaz penoso. Hay, empero, a veces algo más que un recuerdo, conforme lo veremos.
Nos enseña la experiencia que en el instante de la muerte el periespíritu se desprende del cuerpo con mayor o menor lentitud. En los primeros momentos el Espíritu no se explica su situación. No cree estar muerto, sino que se siente vivir. Ve a un lado su cuerpo, sabe que es el suyo, y no comprende que se haya separado de él. Tal estado se prolonga en tanto siga existiendo una unión entre el cuerpo y el periespíritu. Nos decía un suicida: “No, no estoy muerto”. Añadiendo: “Y, sin embargo, siento que los gusanos me devoran”. Seguramente que los gusanos no devoraban el periespíritu, y aún menos el Espíritu, sino el cuerpo. Pero, como la separación del cuerpo y el periespíritu no era completa, de ello resultaba una especie de repercusión moral que le transmitía la sensación de lo que en el cuerpo estaba sucediendo. Quizá “repercusión” no sea la palabra adecuada, porque podría inducir a creer en un efecto demasiado material. Era más bien la vista de lo que ocurría en su cuerpo, al cual lo ligaba su periespíritu, lo que producía en él una ilusión que tomaba por realidad. Así pues, no se trataba de un recuerdo, puesto que en vida no había sido nunca devorado por gusanos. Era un sentimiento actual. Vemos, pues, las deducciones que de los hechos puede extraerse cuando se los observa con atención. En el trascurso de la vida, el cuerpo recibe las impresiones exteriores y las transmite al Espíritu por intermedio del periespíritu, que probablemente constituye lo que se denomina fluido nervioso. Estando muerto el cuerpo ya no siente nada, porque no hay en él Espíritu ni periespíritu. Desprendido del cuerpo, el periespíritu experimenta la sensación, pero como no le llega ya por un conducto determinado, es una sensación generalizada. Ahora bien, como el periespíritu sólo es en realidad un agente de transición, puesto que el que tiene conciencia es el Espíritu, de ello resulta que si pudiera existir un periespíritu sin Espíritu, aquél no sentiría más que un cuerpo cuando está muerto. Del mismo modo que si el Espíritu no tuviera periespíritu sería inaccesible a toda sensación penosa. Esto es lo que sucede con los Espíritus purificados del todo. Sabemos que cuanto más se depuran, tanto más etérea se torna la esencia del periespíritu. De donde se sigue que la influencia material disminuye a medida que el Espíritu progresa, vale decir, conforme el periespíritu mismo se va haciendo menos grosero.
Al decir que los Espíritus son inafectables por las impresiones de nuestra materia queremos referirnos a los Espíritus muy elevados, cuya etérea envoltura no tiene analogía en la Tierra. No sucede lo mismo con aquellos cuyo periespíritu es más denso: éstos perciben nuestros sonidos y olores, pero no por medio de una parte limitada de su Ser, como les ocurriría en vida. Se podría afirmar que las vibraciones moleculares se hacen sentir en la totalidad de su Ser y llegan así a su sensorio común, que es el Espíritu mismo, aunque de una manera diferente, y quizá por eso con una impresión también distinta, lo que origina un cambio en la percepción. Escuchan el sonido de nuestra voz y, sin embargo, nos comprenden sin ayuda de la palabra, por la sola transmisión del pensamiento. Y lo que acude en apoyo de lo que estamos afirmando es el hecho de que esa percepción resulta tanto más fácil cuanto más desmaterializado está el Espíritu. En lo que toca a la vista, la de ellos es independiente de nuestra luz. La facultad de ver constituye un atributo esencial del alma, para la cual no existe la oscuridad. Pero esa facultad es más amplia y penetrante en los Espíritus más purificados. El alma, o Espíritu, posee en sí, pues, facultades que le otorgan todas las percepciones. Durante la vida corporal tales percepciones son obstruidas por el carácter grosero de los órganos. En la existencia extracorpórea van siéndolo cada vez menos, a medida que la envoltura semimaterial se torna más depurada.
Esta envoltura, tomada del medio circundante, varía según la naturaleza de cada mundo. Al pasar de uno a otro globo, cambian los Espíritus su envoltura, de la manera que nosotros mudamos de ropa del verano al invierno o del polo al ecuador. Los Espíritus más elevados, cuando vienen a visitarnos, revisten sus periespíritus con los fluidos terrestres, y a partir de entonces sus percepciones se comportan como la de los Espíritus vulgares. Pero todos ellos, así los superiores como los inferiores, sólo entienden y sienten lo que quieren sentir y entender. Sin poseer órganos sensitivos, pueden a voluntad hacer que sus percepciones se activen o se tornen nulas. Tan sólo una cosa están obligados a escuchar: son los consejos de los Espíritus buenos. La vista sigue estando en actividad, pero pueden ellos recíprocamente hacerse invisibles. De acuerdo con su categoría, les es posible ocultarse de los que les son inferiores, mas no de aquellos otros superiores a ellos. En los primeros momentos que siguen a la muerte, la vista del Espíritu está siempre turbada y es confusa. Se va aclarando conforme se opera el desprendimiento, y podrá llegar a adquirir la misma claridad que poseía cuando se hallaba en vida, independientemente de su penetración a través de los
cuerpos que para nosotros son opacos. Y en lo que respecta a su visión del espacio sin fin, así como del porvenir y el pasado, ella depende del grado de elevación y pureza de cada Espíritu.
Se replicará que toda esta teoría no es muy tranquilizadora. Pensábamos que, una vez desembarazados de nuestra burda envoltura, instrumento de nuestros dolores, no sufriríamos más, y he aquí que venís a comunicarnos que seguiremos todavía padeciendo, no importa del modo que sea, pues no por eso sufriremos menos. Desdichadamente, sí, podemos padecer aún, y mucho y por muy largo tiempo, pero nos es posible asimismo no sufrir más, aun desde el instante mismo en que dejemos esta vida corporal.
Los dolores de la Tierra son a veces independientes de nosotros, pero muchos de ellos dependen de nuestra voluntad. Remontémonos a su origen y veremos que la mayoría son los resultados de causas que hubiéramos podido evitar. ¿Cuántos males y enfermedades debe el ser humano a sus excesos, a la ambición, a sus pasiones, en suma? El hombre que haya vivido siempre con sobriedad, sin abusar de nada; el que siempre haya sido sencillo en sus gustos y modesto en sus deseos, se ahorrará muchas tribulaciones. Y lo propio acontece con el Espíritu. Los sufrimientos que soporta son siempre la consecuencia del modo como vivió en la Tierra. Sin duda alguna, ya no le aquejarán la gota ni el reumatismo, pero sí otros dolores que no son menores. Hemos visto que sus congojas son el resultado de los lazos que existen todavía entre él y la materia; que cuanto más desembarazado está de la influencia de esta última –dicho de otro modo, cuanto más desmaterializado se halla-, menos sensaciones aflictivas experimenta. Ahora bien, de él depende liberarse de dicha influencia ya en esta vida: tiene su libre arbitrio y, por tanto, le cabe elegir entre hacer y no hacer. Dome sus pasiones animales, no tenga odio ni envidia, celos ni orgullo, no se deje dominar por el egoísmo, purifique su alma mediante los buenos sentimientos, practique el bien, no conceda a las cosas de este mundo más importancia de la que merecen, y entonces, incluso bajo su envoltura corpórea ya se hallará depurado, ya estará desprendido de la materia, y cuando abandone esa envoltura no sufrirá más su influencia; los sufrimientos físicos que haya experimentado no dejarán en él ningún penoso recuerdo ni le quedará de ellos ninguna impresión desagradable, porque sólo afectaron al cuerpo y no el Espíritu; se sentirá dichoso de haberse liberado, y su tranquilidad de conciencia lo eximirá de todo padecimiento moral. Por nuestra parte, hemos interrogado a miles de Espíritus que pertenecieron en vida a todas las categorías de la sociedad, a todas las posiciones sociales. Los hemos estudiado en la totalidad de los períodos de su vida espírita, desde el instante mismo en que dejaron su cuerpo. Los seguimos paso a paso en esa vida de ultratumba para observar las mudanzas que en ellos se operaban, en sus ideas y sensaciones, y desde este punto de vista los hombres más vulgares han sido los que nos proveyeron de elementos de estudio no menos valiosos. Ahora bien, siempre hemos comprobado que los padecimientos se hallan en relación con la conducta, cuyas consecuencias sufren, y que esa nueva existencia constituye la fuente de una inefable ventura para aquellos que han seguido el recto camino. De lo que se deduce que los que sufren es porque así lo quisieron y sólo deben achacarlo a ellos mismos, así en el otro mundo como en éste.

5.- Elección de las pruebas.

Pregunta 258. En estado errante, y antes de iniciar una nueva existencia corporal, ¿tiene el Espíritu conciencia y previsión de lo que le sucederá durante la vida?.

Respuesta. - Él mismo escoge el tipo de pruebas a que quiere ser sometido, y en esto consiste su libre albedrío.

Pregunta 258 a. ¿No es entonces Dios quien le impone las tribulaciones de la vida como castigo?.

Respuesta. - Nada acontece sin permiso de Dios, por cuanto es Él quien ha establecido todas las leyes que rigen el Universo. ¡Preguntaréis por qué ha hecho tal ley en lugar de otra! Al dar al Espíritu la libertad de elegir, Él le deja toda la responsabilidad de sus actos y de sus consecuencias, sin obstruir para nada su porvenir. Suya puede ser la senda del bien, así como la del mal. Pero si cae derrotado le quedará un consuelo.: el de que todo no terminó para él, y que Dios, en su bondad, le deja libre para reiniciar lo que hizo mal. Además, es menester distinguir lo que es obra de la voluntad de Dios, de aquello otro que es obra del hombre. Si un peligro os amenaza, no seréis vosotros quienes lo hayáis creado, sino Dios. Pero podéis exponeros voluntariamente a él, porque habéis visto en él un medio para vuestro propio adelanto, y Dios lo permite.

Pregunta 259. Si cabe al Espíritu elegir el género de pruebas que deberá afrontar, ¿se deduce de ello que todas las adversidades que experimentamos en la vida han sido previstas y escogidas por nosotros?.

Respuesta. - “Todas” no es la palabra adecuada, porque no es cuestión de afirmar que hayáis seleccionado y previsto cuanto ha de aconteceros en el mundo, hasta las cosas de menor cuantía. Lo que elegisteis es una clase de pruebas: los detalles son consecuencia de la posición en que os halléis y a menudo de vuestras propias acciones. Si, por ejemplo, el Espíritu ha querido nacer entre malhechores, sabía a qué consecuencias se exponía, pero no conocía de antemano cada uno de los actos que iba a realizar. Tales actos son el efecto de su voluntad o de su libre arbitrio. El Espíritu sabe que al optar por semejante camino le aguarda determinado tipo de lucha. Conoce, pues, la índole de las vicisitudes por las que va a pasar, pero ignora si tal acontecimiento se producirá antes que tal otro. Los detalles nacen de la fuerza de las circunstancias. Sólo puede prever los sucesos importantes, aquellos que influirán sobre su destino. Si tomas un sendero escabroso sabes que deberás adoptar grandes precauciones, porque tienes posibilidades de caer, pero desconoces en qué lugar exacto se producirá tu caída, y quizá no caigas si eres lo bastante prudente. Si caminas por la vereda y te cae sobre la cabeza una teja desde lo alto, no creerás que estaba escrito, como vulgarmente se afirma.

Pregunta 260. ¿Cómo es posible que el Espíritu quiera nacer entre personas de mala vida?.

Respuesta. - Precisa ser enviado a un medio en el que pueda someterse a la prueba que ha pedido. Es necesario que haya analogía: para luchar contra el instinto del bandolerismo tiene que encontrarse entre personas de esa laya.

Pregunta 260 a. Si en la Tierra no existieran gentes de mala vida, ¿no podría el Espíritu, pues, encontrar aquí el ambiente requerido para afrontar ciertas pruebas?.

Respuesta. - ¿Acaso tendríamos que quejarnos de ello? Esto sucede en los mundos superiores, donde el mal no tiene cabida. De ahí que sólo haya en ellos Espíritus buenos. Haced que pronto ocurra lo mismo en vuestra Tierra.

Pregunta 261. En las pruebas que debe arrostrar el Espíritu para alcanzar la perfección ¿tiene que experimentar toda clase de tentaciones, debe
pasar por todas las circunstancias capaces de despertar en él el orgullo y la envidia, la avaricia y la sensualidad, etcétera?.

Respuesta. - Ciertamente que no, puesto que sabéis que hay entre ellos quienes toman desde el comienzo una senda que los exime de muchas pruebas. Pero el que se deje conducir por el mal camino corre todos los peligros que en el mismo existen. Puede un Espíritu, por ejemplo, pedir riqueza, y podrá concedérsela. Entonces, conforme a su carácter, es posible que se torne avaro o pródigo, egoísta o generoso; o si no, se entregará a todos los goces de la sensualidad. Pero esto no significa que deba pasar forzosamente por la serie de pruebas de todas esas características.

Pregunta 262. ¿Cómo el Espíritu, que en su origen es simple, ignorante y desprovisto de experiencia, puede escoger con conocimiento de causa una vida determinada y ser responsable de tal elección?.

Respuesta. - Dios suple a su inexperiencia trazándole la vía que debe seguir, como haces tú con un niño desde que está en la cuna. Pero, poco a poco le va dejando ser dueño de escoger, a medida que se desarrolla su libre albedrío, y entonces precisamente es cuando se suele extraviar, tomando el mal camino y desoyendo los consejos de los Espíritus buenos. Es eso lo que puede llamarse la caída del hombre.

Pregunta 262 a. Cuando el Espíritu goza de su libre arbitrio, la elección de la existencia corpórea ¿depende siempre en forma exclusiva de su voluntad, o esa vida puede serle impuesta por voluntad de Dios y a título de expiación?.

Respuesta. - Dios sabe aguardar. No apresura la expiación. Con todo, puede imponer una existencia a un Espíritu cuando éste, por su inferioridad o su mala voluntad, no es apto para comprender lo que le sería más saludable, y cuando ve que esa vida puede servir para su purificación y adelanto, al paso que encuentre en ella una expiación.

Pregunta 263. ¿Hace su elección el Espíritu inmediatamente después de la muerte?.

Respuesta. - No: Muchos creen en la eternidad de las penas. Ya se os dijo: Es un castigo.

Pregunta 264. ¿Qué es lo que orienta al Espíritu en la elección de las pruebas que desea sufrir?.

Respuesta. - Opta por aquellas que pueden ser para él una expiación, por la índole de las faltas que haya cometido, y hacerle adelantar más de prisa. Unos pueden, pues, imponerse una vida de miseria y privaciones, para tratar de arrostrarla con valor. Otros, querer probarse mediante las tentaciones de la fortuna y el poder, harto más peli-grosas, por el abuso y el empleo inadecuado que de ellos es posible hacer, y por las pasiones viles que desencadenan. Otros, por último, quieren probarse por medio de las luchas que han de sostener en su contacto con el vicio.

Pregunta 265. Si ciertos Espíritus eligen como prueba entrar en contacto con el vicio, ¿los hay también que lo escojan por simpatía y por el deseo de vivir en un ambiente acorde con sus gustos, o para poder entregarse a tendencias materiales?.

Respuesta. - Los hay, esto es verdad, pero sólo entre aquellos cuyo sentido moral se encuentra todavía poco desarrollado. La prueba viene por sí misma y la sufren durante más tiempo. Tarde o temprano compren-den que el saciar las pasiones brutales les acarrea consecuencias deplorables, que habrán de sufrir durante un tiempo que se les antojará eterno. Y podrá Dios tenerlos en ese estado hasta que hayan comprendido su culpa y pidan por sí mismos rescatarla mediante pruebas beneficiosas.

Pregunta 266. ¿No parece natural que se elijan las pruebas menos penosas?.

Respuesta. - A vosotros sí os parece, pero no al Espíritu. Cuando está despojado de la materia cesa la ilusión y piensa de otro modo.

Kardec. - El hombre en la Tierra, colocado bajo el influjo de las ideas carnales, no ve en esas pruebas más que su lado penoso. De ahí que se le ocurra natural optar por aquellas que desde su punto de vista pueden conjugarse con los placeres materiales. Pero en la vida espiritual compara los goces efímeros y groseros con la felicidad inalterable que entrevé, y por tanto, ¿qué significan para él algunos sufrimientos pasajeros? Puede el Espíritu, pues, decidirse por la más ruda de las pruebas y, consecuentemente, por la vida más angustiosa, con la esperanza de alcanzar más pronto un estado mejor, como el enfermo elige muchas veces el remedio más desagradable para curarse en más breve plazo. Aquel que desea asociar su nombre con el descubrimiento de un país desconocido no escogerá un camino sembrado de flores. Conoce los peligros que está corriendo, pero sabe también cuál será la gloria que le aguarda si obtiene buen éxito en su empresa.
La doctrina de la libertad en la elección de nuestras existencias y de las pruebas que debemos afrontar deja de parecer extraordinaria si se considera que los Espíritus desprendidos de la materia evalúan las cosas de una manera diferente a como nosotros lo hacemos. Ellos tienen en vista la meta, mucho más seria, en su concepto, que los fugaces placeres del mundo. Tras cada existencia concluida ven el paso que han dado y comprenden cuánto les falta todavía, en materia de pureza, para alcanzar dicha meta. He ahí por qué se someten de buen grado a todas las vicisitudes de la vida corporal, pidiendo por sí mismos las que puedan hacerles llegar más rápidamente. No existe, pues, razón alguna cuando no se ve al Espíritu preferir la existencia más llevadera. Una vida exenta de amarguras no podría disfrutarla en su estado de imperfección. La entrevé, y para alcanzarla trata de mejorarse.
Por otra parte, ¿no tenemos a diario, ante nuestros ojos, ejemplos de cosas semejantes? El hombre que trabaja durante parte de sus vida sin darse tregua ni descanso para reunir medios con los cuales procurarse el bienestar, ¿qué está haciendo, sino imponerse una tarea con miras a un porvenir más próspero? El militar que padece a causa de una misión peligrosa, o el viajero que desafía peligros no menos grandes en interés de la ciencia o para obtener fortuna, ¿qué hacen si no es someterse a pruebas voluntarias que deben proporcionarles honor, en el primer caso, y provecho, en el segundo, si logran salir airosos? ¿A qué no se somete y no se expone el hombre en pro de su interés o de su gloria? Todos los concursos ¿no son asimismo pruebas voluntarias, afrontadas con el propósito de progresar en la carrera elegida? Sólo se llega a cualquier posición social importante –en las ciencias, las artes o la industria- pasando por la serie de las posiciones inferiores, que constituyen otras tantas pruebas. Así, la existencia humana es, desde este punto de vista, el calco de la vida espiritual. En pequeña escala volvemos a encontrar en aquélla todas las mismas peripecias de esta última. Si en vida, pues, elegimos a menudo las más rudas pruebas en aras de un objetivo más elevado, ¿por qué el Espíritu –que ve más lejos- y para el cual la vida corpórea no es más que un incidente fugaz, no haría lo propio resolviéndose por una existencia penosa y difícil, si ella ha de conducirlo a la eterna dicha? Quienes afirman que si los hombres tuvieran la posibilidad de elegir la clase de vida que les agrada optarían por ser príncipes o millonarios, son como los miopes que sólo ven lo que están tocando, o como esos niños golosos que, preguntados sobre qué les gustaría ser cuando mayores, responden que pasteleros o confiteros.
Tal la situación del viajero que, en el fondo de un valle oscurecido por la niebla, no ve ni la extensión ni los extremos de su ruta. Pero, una vez llegado a la cumbre de la montaña, abarca el camino hecho y lo que le resta por recorrer. Divisa su meta, los obstáculos que aún tiene que franquear, y puede entonces concebir con más seguridad los medios necesarios para llegar a destino. El Espíritu encarnado está como el viajero en lo hondo del valle. En cambio, cuando se ha desembarazado de los lazos terrestres domina, igual que aquél, cuanto se divisa desde la cumbre. Para el viajero, la meta es el reposo tras la fatiga. Para el Espíritu, la felicidad suprema después de las tribulaciones y pruebas pasadas.
Todos los Espíritus afirman que en estado errante buscan, estudian y observan para hacer su elección. ¿No tenemos también un ejemplo de esto en la vida corporal? ¿Con frecuencia no buscamos durante años la carrera que libremente escoge-remos, por creerla la más adecuada para llevarnos adelante? Si fracasamos en una, iniciamos otra. Cada carrera que emprendemos constituye una fase, un período de nuestra vida. Y cada jornada que pasa ¿no la empleamos en planear lo que haremos al día siguiente? Ahora bien, ¿qué son las diversas existencias corpóreas para el Espíritu, sino fases, etapas, períodos, días de su vida espírita, la cual es, conforme sabemos, su existencia normal, ya que la corpórea sólo es para él efímera, pasajera?.

Pregunta 267. ¿Puede el Espíritu hacer su elección mientras se encuentra encarnado?.

Respuesta. - Su deseo podrá tener influencia. Ello depende de la intención que lo anima. Pero cuando es Espíritu desencarnado ve a menudo las cosas de una manera muy diferente. En todos los casos es el Espíritu el que escoge. Pero también podrá hacerlo en la vida material, porque el Espíritu tiene siempre momentos en que es independiente de la materia que habita.

Pregunta 267 a. Muchas personas desean grandeza y riquezas, y ciertamente que no las buscan como expiación ni como prueba…                                                                       

Respuesta. - No cabe duda: es en la materia en la que se anhela esa grandeza, para disfrutar de ella, y el Espíritu la desea para conocer las vicisitudes que genera.

Pregunta 268. Hasta llegar al estado de perfecta pureza ¿debe el Espíritu seguir sufriendo pruebas continuamente?.

Respuesta. - Sí, pero no son tales como las entendéis. Llamáis pruebas a las tribulaciones materiales. Pues bien, cuando el Espíritu llega a cierto grado,  aun no siendo perfecto, no tiene que sufrirlas ya, pero le caben siempre deberes que le ayudan a perfeccionarse, y no le son penosos en modo alguno, tal como cuando ayuda a otros a perfeccionarse.

Pregunta 269. ¿Puede el Espíritu equivocarse respecto a la eficacia de la prueba que ha escogido?.

Respuesta. - Podrá haber elegido una que sobrepase sus fuerzas, en cuyo caso sucumbe a ella. Puede también optar por una que no le aproveche en manera alguna, como, por ejemplo, si busca un género de vida ociosa e inútil. Pero entonces, una vez vuelto al Mundo de los Espíritus, cae en la cuenta de que no ganó nada y pide recuperar el tiempo perdido.

Pregunta 270. ¿A qué obedecen las vocaciones de ciertas personas y su determinación de seguir una carrera con preferencia a otra?.

Respuesta. - Me parece que vosotros mismos podéis responderos a esa pregunta. ¿No es acaso consecuencia de cuánto hemos dicho acerca de la elección de las pruebas y el progreso cumplido en una existencia anterior?.

Pregunta 271. En estado errante, al estudiar el Espíritu las diversas condiciones en que podría progresar, ¿cómo piensa poder hacerlo si nace, por ejemplo, en un pueblo de caníbales?.

Respuesta. - No son los Espíritus ya adelantados los que nazcan entre caníbales, sino Espíritus de la misma índole que los caníbales, o inferiores a ellos.

Kardec. - Sabemos que nuestros antropófagos no se hallan en el último grado de la escala, sino que hay globos en que el embrutecimiento y la ferocidad de sus moradores no tienen similares en la Tierra. Por tanto, esos Espíritus son inferiores a los del grado más bajo de este mundo, y venir a encarnar entre los salvajes de la Tierra significa para ellos un progreso, así como sería un adelanto para nuestros antropófagos pasar a ejercer entre nosotros una profesión que no los obligara a derramar sangre. Si no miran más alto es porque su inferioridad moral no les permite comprender un progreso mayor. Sólo en forma gradual puede adelantar el Espíritu. No le es posible franquear de un salto la distancia que separa a la barbarie de la civilización, y en esto vemos una de las necesidades de la reencarnación, la cual está muy de acuerdo con la justicia de Dios. Por otra parte, ¿qué sería de los millones de seres que están muriendo a diario en el último extremo de la degradación, si no tuvieran medios de alcanzar estados superiores? ¿Por qué los habría desheredado Dios de los privilegios que a otros hombres concede?.

Pregunta 272. Los Espíritus que proceden de un mundo inferior a la Tierra, o de un pueblo muy atrasado, como, por ejemplo, los caníbales, ¿podrían nacer en nuestros pueblos civilizados?.

Respuesta. - Sí, los hay que se extravían al querer llegar demasiado algo. Pero entonces se sienten desubicados entre vosotros, por poseer costumbres e instintos que reniegan de los vuestros.

Kardec. - Esos seres nos ofrecen el lamentable espectáculo de la ferocidad en medio de la civilización. El volver a encarnar entre caníbales no será para ellos un retroceso, pues sólo retomarán el lugar que les corresponde, y quizá aun con mayor provecho.

Pregunta 273. Un hombre que pertenezca a una raza civilizada ¿podría, por expiación, reencarnar entre salvajes?.

Respuesta. - Sí, pero depende del género de expiación. Un amo que haya sido duro con sus esclavos podrá convertirse a su vez en esclavo y sufrir los malos tratos que haya infligido. El que daba órdenes en una época puede, en nueva existencia, obedecer a aquellos mismos que se humillaban ante su voluntad. Se trata de una expiación si abusó de su poder, y Dios puede imponérsela. Por otra parte, un Espíritu bueno podrá también escoger una existencia en la que influya sobre esos pueblos y los haga adelantar, en cuyo caso es una misión.
6.- Relaciones de ultratumba.

Pregunta 274. Los diferentes grados de Espíritus, ¿establecen entre sí una jerarquía de poderes?. ¿Hay entre ellos subordinación y autoridad?.                                        

Respuesta. - Sí, y muy grande. Los Espíritus tienen unos sobre otros una autoridad relacionada con su superioridad, la que ejercen por medio de un ascendiente moral irresistible.

Pregunta 274 a. ¿Les es posible a los Espíritus inferiores sustraerse a la autoridad de los que son superiores a ellos?.

Respuesta. - Ya lo dije: irresistible.

Pregunta 275. El poder y la consideración de que ha disfrutado un hombre en la Tierra, ¿le otorga una supremacía en el Mundo de los Espíritus?.

Respuesta. - No, porque en él los pequeños serán ensalzados, y los grandes, humillados. Lee los Salmos.

Pregunta 275 a. ¿Cómo debemos entender ese ensalzamiento y esa humillación?.

Respuesta. - ¿No sabes tú que los Espíritus pertenecen a diversas graduaciones, según su mérito?. Pues bien, el más grande en la Tierra puede hallarse en la última categoría entre los Espíritus, al paso que su servidor estará en la primera. ¿Comprendes esto?. ¿O acaso no dijo Jesús.: Todo aquel que se humille será elevado, y todo aquel que se eleve será humillado?.

Pregunta 276. El que ha sido grande en la Tierra y se encuentra ahora inferior entre los Espíritus, ¿siente humillación por eso?.

Respuesta. - Con frecuencia una humillación muy grande, sobre todo si era orgulloso y envidioso.

Pregunta 277. El soldado que, tras la batalla, encuentra a su general en el Mundo de los Espíritus, ¿le reconoce todavía por su superior?.

Respuesta. - El título nada significa. La superioridad real lo es todo.

Pregunta 278. Los Espíritus de los diversos órdenes, ¿están mezclados?.

Respuesta. - Sí y no. Esto es, se ven, pero se distinguen unos de otros. Se rehúyen o se acercan, según sea la afinidad o antipatía de sus respectivos sentimientos, igual que como sucede entre vosotros. Es todo un mundo, del cual el vuestro es un reflejo oscurecido. Los del mismo rango se reúnen por una especie de afinidad y forman grupos o familias de Espíritus, ligados por la simpatía y por el objetivo que se proponen. Los buenos, por el deseo de hacer el bien; los malos, por el de realizar el mal, o por la vergüenza de sus faltas y la necesidad de encontrarse entre Seres semejantes a ellos.                                   

Kardec. - Así como una gran ciudad, donde los hombres de toda categoría y condición se ven y se encuentran sin por ello confundirse; donde las sociedades se forman por la analogía de los gustos; donde vicio y virtud se codean sin decirse nada.

Pregunta 279. ¿Todos los Espíritus pueden acercarse recíprocamente?.

Respuesta. - Los buenos van a todas partes, y precisa que así sea para que puedan ejercer su influencia sobre los malos. Pero las regiones habitadas por los buenos están prohibidas para los Espíritus imperfectos, a fin de que éstos no puedan llevar a ellas la perturbación de las malas pasiones.

Pregunta 280. ¿Qué clase de relaciones existen entre los buenos y los malos Espíritus?.

Respuesta. - Los buenos tratan de combatir las malas tendencias de los otros a fin de ayudarlos a ascender. Se trata de una misión.

Pregunta 281. ¿Por qué los Espíritus inferiores se complacen en inducirnos al mal?.

Respuesta. - Por el despecho de no haber merecido estar entre los buenos. Su deseo es impedir, todo lo que puedan, que los Espíritus aún inexpertos lleguen al bien supremo. Quieren hacer experimentar a los demás lo que ellos mismos sienten. ¿No veis este mismo acontecer entre vosotros?.

Pregunta 282. ¿Cómo se comunican entre sí los Espíritus?.

Respuesta. - Les basta mirarse para comprenderse. La palabra es material, constituye el reflejo de la facultad del Espíritu. El fluido universal establece entre ellos una comunicación constante; es el vehículo de la transmisión del pensamiento, como para vosotros el aire es el vehículo del sonido. Una especie de telégrafo universal, que une a todos los mundos y permite a los Espíritus comunicarse de un globo a otro.

Pregunta 283. ¿Pueden los Espíritus ocultarse mutuamente sus pensamientos, y esconderse los unos de los otros?.

Respuesta. - No, para ellos todo se halla a la vista, en especial cuando son perfectos. Podrán alejarse, pero siempre se ven. Esta no es, sin embargo, una regla absoluta, porque algunos Espíritus pueden muy bien tornarse invisibles para otros Espíritus, si conceptúan útil proceder así.                                              

Pregunta 284. ¿Cómo los Espíritus, que ya no tienen cuerpo, pueden comprobar su individualidad y distinguirse de los otros Seres espirituales que les rodean?.

Respuesta. - Verifican su individualidad mediante el periespíritu, que los hace distintos a unos de los otros, igual que entre los hombres el cuerpo.

Pregunta 285. ¿Se reconocen los Espíritus por haber convivido en la Tierra?. ¿Reconoce el hijo a su padre, el amigo al amigo?.

Respuesta. - Sí, y así de generación en generación.

Pregunta 285 a. Los hombres que se conocieron en la Tierra, ¿cómo se reconocen en el Mundo de los Espíritus?.

Respuesta. - Vemos nuestra pasada vida y leemos en ella tal como si fuese un libro. Al contemplar el pasado de nuestros amigos y enemigos asistimos a su tránsito de la vida a la muerte.

Pregunta 286. Al dejar sus  despojos mortales, ¿ve de inmediato el alma a sus parientes y amigos que partieron con precedencia al Mundo de los Espíritus?.

Respuesta. - “De inmediato” no es la expresión correcta. Porque, como hemos dicho, necesita algún tiempo para volver en sí y sacudirse el velo de la materia.

Pregunta 287. ¿Cómo es recibida el alma a su retorno al Mundo de los Espíritus?.

Respuesta. - La del justo, como un hermano bien amado a quien se esperaba desde mucho tiempo atrás. La del ruin, como un Ser a quien se desprecia.

Pregunta 288. ¿Qué sentimiento experimentan los Espíritus impuros al ver llegar a otro Espíritu malvado?.

Respuesta. - Los malos se satisfacen de ver Seres semejantes y privados, como ellos, de la infinita felicidad, así como en la Tierra acontece a un bribón entre sus iguales.

Pregunta 289. Cuando dejamos la Tierra, ¿acuden a veces nuestros parientes y amigos a recibirnos?.

Respuesta. - Sí, se presentan ante el alma a la que profesan afecto, la felicitan como a la vuelta de un viaje, si ha escapado a los peligros del camino, y la ayudan a desprenderse de los lazos corporales. Es un favor que se otorga a los Espíritus buenos cuando aquellos que los han amado vienen a su encuentro, mientras que el que está mancillado permanece en el aislamiento, o sólo le rodean Espíritus semejantes a él; esto último constituye un castigo.

Pregunta 290. Los parientes y amigos ¿se hallan siempre reunidos después de su muerte?.

Respuesta. - Ello depende de su elevación y del camino que sigan para su progreso. Si uno de ellos está más adelantado y marcha más rápido que otro, no podrán permanecer juntos. En ocasiones les será posible verse, pero sólo estarán reunidos en los casos en que puedan marchar a la par, o cuando hayan alcanzado igual grado de perfeccionamiento. Por otra parte, el no poder ver a sus parientes y amigos es a veces una punición.
7.- Relaciones simpáticas y antipáticas de los Espíritus.     Mitades eternas.

Pregunta 291. Además de la simpatía general, determinada por las semejanzas, ¿tienen entre sí los Espíritus afectos particulares?.

Respuesta. - Sí, del mismo modo que entre los hombres, pero el vínculo que une a los Espíritus es más fuerte cuando se halla el cuerpo ausente, porque aquél no está ya expuesto a las vicisitudes de las pasiones.

Pregunta 292. ¿Se engendran odios entre los Espíritus?.

Respuesta. - Sólo existen odios entre los Espíritus impuros, y son éstos los que os inspiran las enemistades y disensiones que entre vosotros surgen.

Pregunta 293. Dos Seres que hayan sido enemigos en la Tierra, ¿se guardarán mutuo rencor en el Mundo de los Espíritus?.

Respuesta. - No. Comprenderán que su aborrecimiento era estúpido, y pueril el motivo del mismo. Sólo los Espíritus imperfectos conservan un estado de animosidad, y ello sucede hasta que se han depurado. Si sólo dividió a los Espíritus un interés material, ya no pensarán en ello, por poco que se hayan desmaterializado. Si no hay entre ellos antipatía, puesto que el motivo de la discordia ya no existe, pueden volver a verse con agrado.

Kardec. - Como dos escolares llegados a la edad de la razón reconocen la puerilidad de las querellas que han tenido en su infancia y cesan de quererse mal.                                                                                                                      

Pregunta 294. El recuerdo de las malas acciones que dos hombres han podido cometer uno contra el otro, ¿constituye un obstáculo para que simpaticen?.

Respuesta. - Sí, les lleva a distanciarse.

Pregunta 295. ¿Qué sentimiento experimentan, después de la muerte, aquellos a quienes hemos hecho mal en la Tierra?.

Respuesta. - Si son buenos, os perdonan conforme a vuestro arrepentimiento. Si malos, pueden guardaros rencor, y a veces perseguiros hasta en otra existencia. Dios podrá permitirlo, a título de castigo.
Pregunta 296. Los afectos individuales de los Espíritus ¿son susceptibles de alteración?.

Respuesta. - No, porque ellos no pueden engañarse.: no tienen ya la máscara tras al cual se ocultan los hipócritas. De ahí que cuando los Espíritus son puros sus afectos sean inalterables. El amor que les une es para ellos la fuente de una ventura suprema.

Pregunta 297. El afecto que dos Seres se han profesado en la Tierra, ¿continúa siempre en el Mundo de los Espíritus?.

Respuesta. - Por cierto que sí, si se basa en una verdadera simpatía. Pero si en él tienen más parte las causas físicas que la simpatía, entonces cesará al desaparecer dichas causas. Los afectos entre Espíritus son más firmes y duraderos que en la Tierra, debido a que no están subordinados al capricho de los intereses materiales y del amor propio.

Pregunta 298. Las almas que deben unirse, ¿se hallaban predestinadas para esa unión desde su origen, y cada uno de nosotros posee, en alguna parte del Universo, su mitad, con la cual inevitablemente se reunirá algún día?.

Respuesta. - No, no existe unión particular y fatal entre dos almas. La unión es entre todos los Espíritus, pero en grados diferentes, según el rango que ocupen, vale expresar, de acuerdo con la perfección que hayan alcanzado: cuanto más perfectos son, más unidos están. Todos los males de los humanos nacen de la discordia. En cambio, de la concordia resulta la felicidad completa.

Pregunta 299. ¿En qué sentido se ha de entender la palabra mitades, de que se sirven ciertos Espíritus, para designar con ella a los Espíritus que simpatizan?.

Respuesta. - Inexacta expresión. Si un Espíritu fuera la mitad de otro, hallándose separado de éste estaría incompleto.

Pregunta 300. Dos Espíritus que simpatizan por entero, cuando ya se han reunido, ¿lo están para la eternidad, o bien pueden separarse y unirse a otros Espíritus?.

Respuesta. - Todos los Espíritus están unidos entre sí. Me refiero a los que han llegado a la perfección. En las esferas inferiores, cuando un Espíritu se eleva no siente ya igual simpatía por aquellos que ha dejado.

Pregunta 301. Dos Espíritus que simpatizan, ¿son complemento el uno del otro, o esa simpatía es el resultado de una identificación perfecta?.

Respuesta. - La simpatía que atrae a un Espíritu hacia otro resulta de la total concordancia de sus inclinaciones e instintos. Si uno debiera completar al otro, perdería su individualidad.

Pregunta 302. La identidad necesaria para que se establezca una simpatía perfecta, ¿sólo consiste en la similitud de pensamientos y sentimientos, o también en la uniformidad de los conocimientos adquiridos?.

Respuesta. - En la igualdad del grado de elevación.

Pregunta 303. Los Espíritus que hoy no simpatizan, ¿pueden llegar a ello más tarde?.

Respuesta. - Sí, todos lo harán. De modo que el Espíritu que en la actualidad se encuentre en una esfera inferior, al perfeccionarse llegará a la esfera donde reside tal otro. Su encuentro tendrá lugar antes si el Espíritu más elevado, soportando mal las pruebas a que se le sometió, es demorado en el mismo estado.

Pregunta 303 a. Dos Espíritus que son simpáticos el uno hacia el otro ¿pueden dejar de serlo?.

Respuesta. - Por cierto que sí, si uno de ellos es perezoso.

Kardec. - La teoría de las mitades eternas es una imagen que describe la unión de dos Espíritus simpáticos. Se trata de una expresión en uso aún en el lenguaje vulgar que no hay que tomar al pie de la letra. Los Espíritus que de ella se han servido no pertenecen, seguramente, al orden más elevado. La esfera de sus ideas es por fuerza limitada, y han podido traducir sus pensamientos con los términos de los que se hubieran valido durante su vida corporal. Se ha de rechazar, pues, la idea de que dos Espíritus creados el uno para el otro deban un día reunirse inevitablemente en la eternidad, tras haber sido separados durante un lapso más o menos prolongado.

8.- Recuerdo de la existencia corpórea.

Pregunta 304. ¿Se acuerda el Espíritu de su existencia corporal?.

Respuesta. - Sí, es decir que, habiendo vivido muchas veces como hombre, rememora lo que ha sido, y te aseguro que a veces se ríe de compasión de sí mismo.

Kardec. - Así como un hombre que ha alcanzado la edad de la razón ríe de las locuras de su juventud o de las puerilidades de su infancia.

Pregunta 305. El recuerdo de la vida corporal, ¿se presenta al Espíritu de una manera completa y súbita, después de la muerte?.

Respuesta. - No, le vuelve poco a poco, como algo que va saliendo de la bruma, y a medida que fija en él su atención.

Pregunta 306. El Espíritu, ¿recuerda en detalle todos los acontecimientos de su vida, abarcando el conjunto de ella de una mirada retrospectiva?.

Respuesta. - Rememora las cosas en virtud de las consecuencias que han tenido sobre su estado como Espíritu. Pero, como comprenderás, hay circunstancias de su vida a las que no concede la menor importancia, y de las cuales no trata ni siquiera de acordarse.

Pregunta 306 a. ¿Podría recordarlas si lo quisiera?.

Respuesta. -Puede memorar los detalles e incidentes más pormenorizados, ya sea de los sucesos y también de sus pensamientos. Pero no lo hace cuando ello no reviste utilidad.

Pregunta 306 b. ¿Entrevé el objetivo de la vida terrena con relación a la existencia futura?.

Respuesta. - Seguramente que lo ve y lo comprende mucho mejor que en su vida de encarnado. Entiende la necesidad de purificación para llegar al infinito y sabe que en cada existencia se va despojando de algunas impurezas.

Pregunta 307. ¿Cómo vuelve a representarse la vida pasada en la memoria del Espíritu?. ¿Es quizá por un esfuerzo de su imaginación, o como un cuadro que tenga ante los ojos?.

Respuesta. - Lo uno y lo otro. Todos los hechos que le interesa recordar están como presentes para él. Los demás permanecen más o menos en la vaguedad del pensamiento, u olvidados por completo. Cuanto más desmaterializado se halle, tanto menos importancia concederá a las cosas materiales. Tú evocas a menudo a un Espíritu errante que acaba de dejar la Tierra y que no se acuerda de los nombres de las personas a quienes amaba, ni de muchos pormenores que a ti se te antojan importantes. Él se preocupa poco de éstos, que caen en el olvido. De lo que se acuerda muy bien es de los hechos principales que le ayudan a mejorarse.

Pregunta 308. ¿Recuerda el Espíritu todas las existencias que precedieron a la última que acaba de abandonar?.

Respuesta. - Todo su pasado se desarrolla ante él, así como las etapas que el viajero ha recorrido. Pero –lo hemos dicho ya-, no tiene presentes de una manera absoluta la totalidad de los hechos. Sólo los recuerda en virtud de la influencia que han tenido sobre su actual estado de Espíritu. En cuanto a las primeras existencias, aquellas que se pueden considerar como la infancia del Espíritu, se pierden en el vacío, desapareciendo en la noche del olvido.

Pregunta 309. ¿Cómo considera el Espíritu al cuerpo que acaba de dejar?.

Respuesta. - Como una ropa inadecuada, que le molestaba, y de la cual está dichoso de haberse desembarazado.

Pregunta 309 a. ¿Qué sentimiento le hace experimentar la vista de su cuerpo en descomposición?.

Respuesta. - Casi siempre de indiferencia, como una cosa que ha dejado de interesarle.

Pregunta 310. Al cabo de cierto lapso, ¿reconoce el Espíritu los huesos, u otros objetos que la han pertenecido?.

Respuesta. - A veces. Depende del punto de vista más o menos elevado desde el cual contemple las cosas terrenales.
Pregunta 311. El respeto que se profesa por las cosas materiales que pertenecieran al Espíritu, ¿llama su atención sobre esos objetos, y ve tal respeto con placer?.

Respuesta. - El Espíritu se siente siempre dichoso por el recuerdo que de él se tiene. Las cosas que conservamos de él avivan su recuerdo en nosotros, pero es el pensamiento el que lo atrae hacia vosotros, y no tales objetos.

Pregunta 312. ¿Conservan los Espíritus la memoria de los sufrimientos que han soportado durante su última existencia corporal?.

Respuesta. - Con frecuencia la conservan, y ese recuerdo les hace sentir mejor el precio de la felicidad de que pueden disfrutar como Espíritus.                      

Pregunta 313. El hombre que ha sido afortunado en la Tierra, ¿lamenta sus goces perdidos al dejar este mundo?.

Respuesta. - Sólo los Espíritus inferiores pueden sentir nostalgia por placeres que están de acuerdo con lo impuro de su naturaleza, y que ellos expían mediante sus padecimientos. Para los Espíritus elevados, la felicidad eterna es mil veces preferible a los efímeros goces de la Tierra.

Kardec. - Así como el adulto, que desdeña aquello que hacia las delicias de su niñez.

Pregunta 314. Aquel que había iniciado importantes tareas con una finalidad útil, y las ve interrumpidas por la muerte, ¿deplora en el otro mundo haberlas dejado inconclusas?.

Respuesta. - No, porque sabe que otros están destinados a terminarlas. Por el contrario, trata de influir sobre algunos Espíritus encarnados en el sentido de que las continúen. Su meta en la Tierra era el bien de la humanidad, y esa meta sigue siendo la misma en el Mundo de los Espíritus.

Pregunta 315. El que al desencarnar dejó trabajos artísticos o literarios, ¿conserva hacia sus obras el amor que les profesaba en vida?.

Respuesta. - Según su elevación, las juzga desde otro punto de vista, y a menudo censura lo que más admiraba.
Pregunta 316. ¿Se interesa todavía el Espíritu por los trabajos que se realizan en la Tierra en pro del adelanto de las artes y ciencias?.

Respuesta. - Depende de su elevación, o de la misión que tal vez deba cumplir. Lo que a vosotros os parece magnífico es con frecuencia muy poca cosa para ciertos Espíritus. Lo admiran, de la manera que el sabio podría admirar la obra de un escolar. Examinan lo que puede probar la elevación de los Espíritus encarnados y sus progresos.

Pregunta 317. Después de la muerte, ¿conservan los Espíritus el amor a la patria?.

Respuesta. - Sigue siendo el mismo principio.: para los Espíritus elevados la patria es el Universo. La Tierra es el lugar donde tienen mayor número de personas que les son simpáticas.

Kardec. - La situación de los Espíritus y su modo de ver las cosas varían hasta lo infinito, en virtud de su grado de desarrollo moral e intelectivo. Los Espíritus de un orden elevado sólo permanecen en la Tierra, por lo general, durante cortos períodos. Todo lo que en ella se realiza es tan mezquino, si se le compara con las grandezas del infinito, las cosas a que los hombres otorgan más importancia son tan pueriles a los ojos de los Espíritus, que éstos encuentran pocos motivos de atracción aquí, a menos que hayan sido llamados a nuestro mundo para cooperar al progreso del género humano. Los Espíritus de un orden medio vienen con más frecuencia a la Tierra, aunque consideran las cosas desde un punto de vista más elevado que durante la encarnación. Los Espíritus vulgares, en cambio, son en cierto modo permanentes entre nosotros y constituyen la masa de la población circundante del Mundo Invisible. Han conservado más o menos las mismas ideas, gustos e inclinaciones que tenían bajo su envoltura corpórea. Se suman a nuestras reuniones y se mezclan en nuestros asuntos y diversiones, en los que desempeñan parte más o menos activa, según sea en cada caso su carácter. No pudiendo satisfacer sus pasiones, gozan con los que se entregan a ellas y los incitan a hacerlo.
Pero entre ellos los hay más serios, que miran y observan con el propósito de instruirse, de perfeccionarse.
Nota de H. Pires, - Obsesiones originadas por afinidad de vicios, de las cuales dan prueba los tratamientos espíritas que se realizan en hospitales y centros.

Pregunta 318. ¿Se modifican las ideas de los Espíritus en el Mundo Espiritual?.

Respuesta. - Mucho. Experimentan grandísimas modificaciones, a medida que el Espíritu se va desmaterializando. Puede a veces permanecer largo tiempo con las mismas ideas, pero poco a poco disminuye la influencia de la materia y ve las cosas con más claridad. Entonces busca los medios para mejorarse.

Pregunta 319. Puesto que el Espíritu ya ha vivido la vida espírita antes de su encarnación, ¿a qué debe su asombro al reingresar en el Mundo de los Espíritus?.

Respuesta. - Es sólo el efecto de los primeros momentos y de la turbación que sigue al despertar. Más tarde se recobra perfectamente, conforme le vuelve el recuerdo del pasado y se va borrando la impresión de la idea terrena.

9.- Conmemoración de los difuntos. Funerales.

Pregunta 320. ¿Son sensibles los Espíritus al recuerdo de quienes los amaron en la Tierra?.

Respuesta. - Mucho más de lo que podéis creer. El recuerdo se suma a su felicidad, si son dichosos. Y si son desgraciados, es para ellos un alivio.

Pregunta 321. El día de la conmemoración de los difuntos, ¿tiene algo de más solemne para los Espíritus?. ¿Se preparan para venir a visitar a aquellos que deben ir a orar sobre sus despojos?.

Respuesta. - Los Espíritus acuden al llamado del pensamiento, así en ese día como en los otros.

Pregunta 321 a. Esa jornada ¿representa para ellos una cita junto a las sepulturas?.

Respuesta. - En tal fecha son allí más numerosos, porque hay más personas que les llaman. Pero cada cual sólo vienen por sus amigos y no por la multitud de los que le son indiferentes.

Pregunta 321 b. ¿Bajo qué forma acuden allí, y cómo les veríamos si pudieran hacerse visibles?.

Respuesta. - Bajo la forma que se les conoció en vida.

Pregunta 322. Los Espíritus olvidados, cuyas tumbas nadie va a visitar, ¿acuden a ellas a pesar de esto, y se acongojan al comprobar que ningún amigo les recuerda?.

Respuesta. - ¿Qué les importa la Tierra?, Sólo están ligados a ella por el corazón. Si no está allí el amor, nada más hay que retenga al Espíritu.: todo el Universo tiene por delante.

Pregunta 323. La visita a la tumba, ¿da al Espíritu mayor satisfacción que una plegaria íntima?.

Respuesta. - La visita a la tumba constituye un modo de demostrar que se piensa en el Espíritu ausente. Es la imagen de él. Ya os dije que la oración santifica el acto del recuerdo. Poco importa el lugar en que se pronuncie, si se lo hace con el corazón.

Pregunta 324. Los Espíritus de las personas a quienes se erigen estatuas o monumentos, ¿asisten al acto de inauguración de los mismos, y los ven con placer?.                                                                                                                

Respuesta. - Muchos concurren, cuando pueden hacerlo, pero son menos sensibles al honor que se les rinde que al recuerdo que se les dispensa.

Pregunta 325. ¿De dónde puede venir a ciertas personas el deseo de ser sepultadas en determinado sitio más bien que en otro?. ¿Vuelven a él con mejor voluntad después de su muerte?. Y esa importancia concedida a algo material. ¿constituye un signo de inferioridad en el Espíritu?.

Respuesta. - Afección del Espíritu por ciertos lugares.: inferioridad moral. Para un Espíritu elevado, ¿qué significa un rincón de la Tierra más que otro?, ¿No sabe que su alma se reunirá con quienes ama, aun cuando sus huesos estén lejos?.

Pregunta 325 a. La reunión de los despojos mortales de todos los miembros de una sola familia, ¿debe considerarse como una cosa fútil?.

Respuesta. – No.: es una costumbre piadosa y un testimonio de simpatía hacia aquellos a quienes se amó. Si bien esa reunión importa poco a los Espíritus, es útil a los hombres, porque los recuerdos se concentran mejor.

Pregunta 326. Al retornar a la vida espiritual, ¿es sensible el alma a los honores que se tributan a sus despojos mortales?.

Respuesta. - Cuando el Espíritu ha llegado a cierto grado de perfección no tiene ya vanidad terrestre y comprende la futilidad de todas esas cosas. Pero debes saber que abundan los Espíritus que, en los primeros momentos posteriores a su muerte material, experimentan gran satisfacción con los honores que se les rinden, o les disgusta la indiferencia con que tratan su envoltura, porque conservan todavía algunos de los prejuicios de la Tierra.

Pregunta 327. ¿Está presente el Espíritu en su funeral?.

Respuesta. - Con mucha frecuencia concurre, pero a veces no se da cuenta de lo que sucede, si se halla aún en estado de turbación.

Pregunta 327 a. ¿Le halaga la asistencia de personas a su entierro?.
Respuesta. - Más o menos, según sea el sentimiento que a esas personas mueva.

Pregunta 328. El Espíritu que acaba de desencarnar, ¿va a las reuniones de sus herederos?.

Respuesta. - Casi siempre. Dios así lo quiere, para su propia instrucción y para castigo de los culpables. Allí juzga lo que valían las solemnes declaraciones de los deudos. Para el Espíritu, todos los sentimientos de los asistentes están a la vista, y la desilusión que experimenta al comprobar la rapacidad de aquellos que están repartiéndose sus despojos le ilumina acerca de sus sentimientos.: mas a ellos, también, ya les llegará su turno.

Pregunta 329. El respeto instintivo que el hombre, en todos los tiempos y en la totalidad de los pueblos, demuestras sentir por los difuntos, ¿es efecto de la intuición que tiene de la vida futura?.

Respuesta. - Es su consecuencia natural. A no ser por ello, ese respeto no tendría sentido.

Nota de H. Pires. -  Como se ve, el respeto por los muertos no representa sólo una costumbre. Es un deber de fraternidad, que la conciencia guarda y del que nos alerta. Por muy malo que el difunto haya sido no tenemos derecho de aumentar su suplicio con nuestras vibraciones agresivas. La caridad nos ordena olvidar el mal y recordar el bien, pues sólo así ayudaremos al Espíritu desencarnado a superar sus faltas y esforzarse por evolucionar. Si pensamos y hablamos mal de él únicamente podemos perjudicarlo, irritarlo e incluso volverlo contra nosotros.