Allan Kardec
1.- Espíritus errantes.
Pregunta 223. ¿Reencarna el
alma de inmediato, después de su separación del cuerpo?.
Respuesta. - A veces
inmediatamente, pero casi siempre después de intervalos más o menos largos. En
los mundos superiores la reencarnación es en casi todos los casos inmediata.
Por ser menos grosera la materia corporal, el Espíritu encarnado goza en ella
de casi todas sus facultades de Espíritu. Su estado normal es el de vuestros
sonámbulos lúcidos.
Pregunta 224. ¿Qué es el alma
en el intervalo de las encarnaciones?.
Respuesta. - Un Espíritu
errante que aspira a un nuevo destino y lo espera.
Pregunta 224 a. ¿Cuánto pueden
durar tales intervalos?.
Respuesta. - Desde unas pocas
horas hasta unos cuantos millares de siglos. Por lo demás, no hay, en rigor, un
límite extremo asignado al estado errante, que puede prolongarse muchísimo
tiempo pero que, sin embargo, jamás es perpetuo. Tarde o temprano, siempre
encuentra el Espíritu oportunidad de recomenzar una existencia que servirá para
la purificación de sus vidas anteriores.
Pregunta 224 b. Esa duración
¿se halla subordinada a la voluntad del Espíritu o puede serle impuesta como
expiación?.
Respuesta. - Es una
consecuencia del libre arbitrio. Los Espíritus saben perfectamente lo que
hacen, pero hay también algunos para quienes es una punición infligida por
Dios. Otros piden que se prolongue con el objeto de continuar estudios que sólo
pueden hacerse con provecho en el estado de Espíritu.
Pregunta 225. La erraticidad
¿es por sí misma un signo de inferioridad en los Espíritus?.
Respuesta. - No, por cuanto hay
Espíritus errantes de todos los grados. La encarnación constituye un estado
transitorio, ya lo hemos dicho: en su estado normal el Espíritu se halla
despojado de la materia.
Pregunta 226. ¿Es posible
afirmar que todos los Espíritus que no están encarnados son errantes?.
Respuesta. - Los que deben
reencarnar, sí. Pero los Espíritus puros que han llegado a la perfección no son
errantes: su estado es definitivo.
Kardec. - En lo que se refiere
a sus cualidades íntimas, los Espíritus son de diferentes órdenes o grados, que
van recorriendo sucesivamente, a medida que se purifican. Como estado, pueden
tener los de.: encarnados, esto
es, unidos a un cuerpo.: errantes, o sea, despojados del cuerpo material
y esperando una nueva encarnación a fin de progresar, y Espíritus puros, vale
decir, perfectos y que no tienen ya necesidad de encarnación.
Pregunta 227. ¿De qué manera se
instruyen los Espíritus errantes?. Sin duda no lo hacen del mismo modo que
nosotros…
Respuesta. - Estudian su pasado
y buscan los medios de elevarse. Ven, observan lo que ocurre en los lugares que
recorren. Escuchan los discursos de los hombres esclarecidos y los consejos de
los Espíritus más elevados que ellos, y esto les da ideas que no tenían.
Pregunta 228. ¿Conservan los
Espíritus algunas de las pasiones humanas?.
Respuesta. - Los Espíritus
elevados, al perder su envoltura, sólo conservan las pasiones del bien. Pero
los Espíritus inferiores continúan con las malas. De lo contrario pertenecerían
a la primera jerarquía.
Pregunta 229. ¿Por qué los
Espíritus, al dejar la Tierra, no se liberan de todas sus malas pasiones,
puesto que ven sus inconvenientes?.
Respuesta. - Tienes en este
mundo a personas que son envidiosas en extremo.: ¿crees acaso que tan pronto
como lo abandonan pierden ese defecto?. Les queda, luego que parten de la
Tierra, sobre todo a aquellos que han alimentado pasiones muy intensas, una
especie de atmósfera que los circunda y les comunica todas esas cosas nocivas,
porque el Espíritu no está desprendido por completo. Sólo por momentos entrevé
la verdad, como para señalarle el buen camino.
Pregunta 230. ¿Progresa el
Espíritu en estado errante?.
Respuesta. - Puede mejorar
mucho, pero siempre según sean su voluntad y su deseo. Mas es en la existencia
corpórea donde pone en práctica las nuevas ideas que ha adquirido.
Pregunta 231. Los Espíritus
errantes ¿son dichosos o desventurados?.
Respuesta. - Más o menos,
conforme a su mérito. Sufren pasiones cuyo resabio han conservado, o son
felices, según estén más o menos
Pregunta 232. En estado errante
¿pueden los Espíritus ir a todos los mundos?.
Respuesta. - Según: cuando el
Espíritu ha dejado el cuerpo no se halla por eso enteramente desprendido de la
materia y pertenece aún al mundo en que ha vivido, o a un mundo de igual grado,
a menos que en el transcurso de su vida se haya elevado, y en esto reside el
objetivo a que debe tender, sin lo cual no se perfeccionaría jamás. Sin embargo,
puede trasladarse a ciertos mundos superiores, pero en tal caso estará allí
como un extranjero. No hace más que entreverlos, si así vale decirlo, y eso es
lo que le infunde el deseo de perfeccionarse para ser digno de la felicidad que
allí se goza y poder habitarlos más tarde.
Pregunta 233. Los Espíritus ya
depurados ¿vienen a los mundos inferiores?.
Respuesta. - Lo hacen con frecuencia, a fin de
ayudarles a progresar. A no ser por ellos, esos mundos se encontrarían librados
a sí mismos, sin guías que los dirigieran.
2.- Mundos transitorios .
Pregunta 234. ¿Existen, como se
ha afirmado, mundos que sirven a los Espíritus errantes como estaciones y
lugares de descanso?.
Respuesta. - Sí, mundos hay
dedicados en particular a los Seres errantes y en los cuales pueden éstos
residir en forma temporaria; especie de vivacs o campamentos donde puedan
reposar en una prolongada erraticidad, período este que es siempre un tanto
penoso. Se trata de situaciones intermedias entre los otros mundos, graduadas
conforme a la naturaleza de los Espíritus que pueden ir allí, y éstos disfrutan
en esos lugares de un bienestar más o menos intenso.
Pregunta 234 a. Los Espíritus
que en esos mundos habitan ¿pueden dejarlos a voluntad?.
Respuesta. - En efecto, los
Espíritus que se encuentran en tales globos pueden marcharse para ir a donde
deban. Imaginadlos como aves de paso que descienden en una isla, a la espera de
recobrar sus fuerzas y reanudas la marcha hacia su destino.
Pregunta 235. ¿Progresan los
Espíritus durante esas estaciones en mundos transitorios?.
Respuesta. - Por cierto que sí.
Los que de esta manera se reúnen lo hacen con el propósito de instruirse y
poder, con más facilidad, obtener permiso para ir a lugares mejores, llegando a
la posición que alcanzan los elegidos.
Pregunta 236. Los mundos
transitorios ¿están perpetuamente, por su especial naturaleza, dedicados a los
Espíritus errantes?.
Respuesta. - No, su situación
es sólo temporaria.
Pregunta 236 a. ¿Son ellos
habitados al mismo tiempo por seres corporales?.
Respuesta. - No, puesto que es
estéril su superficie. Los que allí residen no tienen necesidad de nada.
Pregunta 236 b. Esa esterilidad
¿es permanente y deriva de su naturaleza especial?.
Respuesta. - No, son estériles
en forma transitoria.
Pregunta 236 c. Dichos mundos
¿deben entonces hallarse desprovistos de bellezas naturales?.
Respuesta. - La Naturaleza se
traduce en las bellezas de la inmensidad, que no son menos admirables que lo
que llamáis vosotros bellezas naturales.
Pregunta 236 d. Puesto que el
estado de tales mundos es transitorio, nuestra Tierra ¿se contará algún día
entre ellos?.
Respuesta. -Ya lo fue.
Pregunta 236 e. ¿En qué época?.
Respuesta. - Durante su
formación.
Kardec. - Nada en la
Naturaleza es inútil. Cada cosa tiene su finalidad y su destino. Nada está
vacío, sino todo habitado, y la vida se encuentra por doquier. Así, durante la
larga secuela de siglos que transcurrieron antes de la aparición del hombre en
la Tierra, en el curso de esos lentos períodos de transición atestiguados
por las capas geológicas, incluso antes de la formación de los primeros seres orgánicos,
sobre aquella masa informe, en ese árido caso en que los elementos se hallaban confundidos,
la vida no estaba ausente. Seres que no tenían ni nuestras necesidades ni nuestras
sensaciones físicas encontraban aquí un refugio. Dios ha querido que, aun en ese
imperfecto estado, sirviera ella para
algo. ¿Quién se atrevería a decir, pues, que
entre esos miles de millones de mundos que en la inmensidad circulan, uno solo,
uno de los más pequeños, perdido entre la multitud de ellos, tuviese el privilegio
exclusivo de estar poblado? ¿Cuál sería en tal caso la utilidad de los demás? ¿Sólo
los habría hecho Dios para que recrearan nuestra vista? Suposición absurda, incompatible
con la sabiduría que de todas sus obras dimana, e inadmisible si se piensa en todos
aquellos mundos que no podemos percibir. Nadie negará que hay en esta idea de los
mundos todavía inadecuados para la vida material, y sin embargo poblados por seres
vivientes que se adaptan a ese medio, algo de grande y de sublime, donde se encuentra
quizá la solución de más de un problema.
3.-
Percepciones, sensaciones y
sufrimientos de los Espíritus.
Pregunta 237. Una vez en el
Mundo de los Espíritus ¿tiene todavía el alma las percepciones que poseía
cuando se hallaba encarnada?.
Respuesta. - Sí, además de
otras que no tenía entonces, porque su cuerpo era como un velo que las
oscurecía. La inteligencia es un atributo del Espíritu, pero que se manifiesta
con más libertad cuando éste no tiene trabas.
Pregunta 238. Las percepciones
y conocimientos de los Espíritus, ¿son indefinidos?. En pocas palabras, ¿saben
ellos todas las cosas?.
Respuesta - Cuanto más se
acercan a la perfección, tanto más saben. Si son superiores, saben mucho. En
cambio, los Espíritus inferiores son más o menos ignorantes acerca de todo.
Pregunta 239. ¿Conocen los Espíritus
el principio de las cosas?.
Respuesta. - Depende de su
elevación y pureza. Los Espíritus inferiores no saben de ello más que los
hombres.
Pregunta 240. ¿Tienen los
Espíritus la misma noción del tiempo que nosotros?.
Respuesta. - No, y a esto se
debe que no siempre nos comprendáis cuando se trata de establecer fechas o
épocas.
Kardec. - Los Espíritus
viven fuera del tiempo, tal como entendemos nosotros a éste. Para ellos el
transcurso del tiempo se anula, si así vale decirlo, y los siglos, que tan
largos nos resultan a nosotros, para ellos constituyen sólo instantes que se
diluyen en la Eternidad, lo mismo que las desigualdades del suelo se borran y
desaparecen para aquel que se eleve en el espacio.
Pregunta 241. ¿Poseen los
Espíritus, acerca del presente, una idea más precisa y justa que la que
nosotros tenemos?.
Respuesta. - Más o menos, como
la persona que ve con claridad y se forma una idea más exacta de las cosas que
el ciego. Los Espíritus ven lo que no veis. Juzgan, pues, de otro modo que
vosotros; pero también aquí, ello depende de su grado de elevación.
Pregunta 242. ¿De qué manera
tienen los Espíritus conocimientos del pasado?. Y tal conocimiento ¿es
ilimitado para ellos?.
Respuesta. - El pasado, cuando
de él nos ocupamos, es un presente, igual que como tú te acuerdas de una cosa
que te impresionó durante tu destierro terrestre. Sólo que como nosotros, los
Espíritus, no tenemos ya el velo material que oscurece tu inteligencia,
recordamos cosas que a ti se te han borrado. Pero los Espíritus no conocemos
todo: nuestra creación, en primer lugar.
Pregunta 243. ¿Conocen los
Espíritus el porvenir?.
Respuesta. - También esto
depende de su grado de perfección. Con frecuencia sólo lo entrevén, pero no
siempre se les permite revelarlo. Y cuando lo ven, les parece el presente.
El Espíritu ve el porvenir con mayor claridad, conforme se va acercando a Dios.
Después de la muerte, el alma ve y abarca de una mirada sus pasadas
emigraciones, pero no puede ver lo que Dios le prepara. Para ello precisa
que esté completamente integrada con Él, tras muchas existencias.
Pregunta 243 a. Los Espíritus
llegados a la absoluta perfección ¿tienen un conocimiento completo del futuro?.
Respuesta. - Completo no es el
término, por cuanto sólo Dios es el soberano Señor y nadie puede igualarlo.
Pregunta 244. Los Espíritus
¿ven a Dios?.
Respuesta. - Únicamente los
Espíritus superiores lo ven y comprenden. Los inferiores, por su parte, sólo lo
sienten y adivinan.
Pregunta 244 a. Cuando un
Espíritu inferior afirma que Dios le prohíbe o le permite algo ¿cómo sabe que
esto proviene de Él?.
Respuesta. - Ese Espíritu no ve
a Dios, pero siente su soberanía, y cuando algo no debe hacerse o una palabra
no se tiene que pronunciar, experimenta él una especie de intuición, una
invisible advertencia que le veda hacerlo. Vosotros mismos ¿no tenéis acaso
presentimientos que son para vosotros como advertencias secretas para que
hagáis o dejéis de hacer tal o cual cosa? Lo propio nos ocurre a nosotros, los
Espíritus, sólo que en un grado superior, pues comprenderán que, siendo la
esencia de los Espíritus más sutil que la vuestra, podemos percibir mejor las
advertencias divinas.
Pregunta 244 b. Esa orden ¿se
la transmite Dios directamente, o por intermedio de otros Espíritus?.
Respuesta. - No les llega de
Dios en forma directa. Para comunicarse con Él hay que ser digno de ello. Dios
les notifica sus órdenes sirviéndose de los Espíritus que son más elevados en
perfección e instrucción.
Pregunta 245. La vista, en los
Espíritus, ¿está circunscripta, como en los seres corpóreos?.
Respuesta. – No.: reside en
ellos.
Pregunta 246. ¿Necesitan los
Espíritus que haya luz para ver?.
Respuesta. - Ven por sí mismos
y no precisan luz exterior. Para ellos no hay tinieblas, excepto aquellas en
que puedan encontrarse por expiación.
Pregunta 247. ¿Tienen los
Espíritus necesidad de trasladarse para ver en dos lugares distintos?. ¿Pueden
ver, por ejemplo, de manera simultánea en dos hemisferios del globo?.
Respuesta. - Como el Espíritu
se traslada con la velocidad del pensamiento, se puede decir que ven en todas
partes a la vez. Su pensamiento puede irradiar e ir al mismo tiempo a muchos
puntos diferentes, pero esa facultad depende de su grado de pureza. Cuanto
menos purificado esté, tanto menor será su vista. Sólo los Espíritus superiores
son capaces de tener una visión de conjunto.
Kardec. - En los Espíritus,
la facultad de ver es una propiedad inherente a su naturaleza que reside en
todo su Ser, así como la luz está en todas las partes de un cuerpo luminoso. Es
una especie de lucidez universal que se extiende a todo, abarcando a la par al
espacio, el tiempo y las cosas, y para la cual no existen ni tinieblas ni
obstáculos materiales. Se comprenderá que así debe ser, puesto que en el hombre
la vista opera mediante el funcionamiento de un órgano impresionado por la luz;
si no hay luz está aquél en la oscuridad. En cambio, en el Espíritu, la
facultad de ver es un atributo de sí mismo, independientemente de todo agente
externo, de ahí que su vista no esté supeditada a la luz.
Pregunta 248. ¿Ve el Espíritu
las cosas con tanta nitidez como nosotros?.
Respuesta. - Con mayor nitidez,
por cuanto su vista penetra lo que no podéis vosotros penetrar. Nada la
oscurece.
Pregunta 249. ¿Percibe el
Espíritu los sonidos?.
Respuesta. - Sí, y capta además
otros que vuestros sentidos limitados no pueden percibir.
Pregunta 249 a. La facultad de
oír ¿reside en todo su Ser, como la de la vista?.
Respuesta. - Todas las
percepciones son atributos del Espíritu y forman parte de su Ser. Cuando se
halla revestido de un cuerpo material, aquéllas sólo le llegan por conducto de
sus órganos, pero en estado de libertad las percepciones dejan de estar
localizadas.
Pregunta 250. Siendo las
percepciones atributos del Espíritu mismo ¿le es posible sustraerse a ellas?.
Respuesta. - El Espíritu sólo
mira y escucha lo que quiere ver y oír. Decimos esto como una generalización y,
sobre todo, en lo que concierne a los Espíritus elevados, pues los imperfectos
oyen y ven a menudo, quieran o no, aquello que puede resultar útil para su
perfeccionamiento.
Pregunta 251. Los Espíritus
¿son sensibles a la música?.
Respuesta. - ¿Te estás
refiriendo a vuestra música?. Porque ¿qué es ella, si se la compara con la
música celeste, esa armonía de la cual nada en la Tierra puede daros una idea?.
Aquélla es respecto a esta última lo que el canto del salvaje en comparación
con una suave melodía. Sin embargo, algunos Espíritus vulgares pueden
experimentar cierto placer en escuchar vuestra música, porque no les es dado
todavía comprender otra más sublime. La música tiene infinitos encantos para
los Espíritus, debido a sus muy desarrolladas cualidades sensitivas. Me refiero
a la música celeste, que es cuanto la imaginación espiritual puede concebir de
más bello y suave.
Pregunta 252. Los Espíritus
¿son sensibles a las hermosuras de la Naturaleza?.
Respuesta. - Las bellezas
naturales de los mundos son tan distintas que estamos lejos de conocerlas. Sí,
son sensibles a ellas, según sea su aptitud para apreciarlas y comprenderlas.
Para los Espíritus elevados hay bellezas de conjunto ante las cuales se
esfuman, por decirlo así, las de los detalles.
Pregunta 253. ¿Experimentan los
Espíritus nuestras necesidades y sufrimientos físicos?.
Respuesta. - Los conocen porque
los han padecido, pero no los experimentan como vosotros, en lo material,
puesto que son Espíritus.
Pregunta 254. Los Espíritus
¿sienten fatiga y necesidad de reposo?.
Respuesta. - No pueden cansarse
del modo que lo entendéis vosotros y, en consecuencia, no tienen necesidad de
vuestro reposo físico, desde que no poseen órganos cuyas energías deban ser
recuperadas. Pero sí descansa el Espíritu en el sentido de que no se halla en
constante actividad. No actúa de una manera material. Su acción es por entero
intelectiva, y su reposo, completamente moral. Vale significar, que hay
momentos en que su pensamiento cesa de estar activo y no se concentra en un
objeto determinado. Se trata para él de un verdadero descanso, pero no
comparable con el del cuerpo. La especie de fatiga que pueden experimentar los
Espíritus está en razón de su inferioridad, porque cuanto más elevados son,
tanto menos reposo necesitan.
Pregunta 255. Cuando un
Espíritu asegura que sufre ¿qué clase de padecimiento es el suyo?.
Respuesta. - Angustias morales,
que lo torturan más dolorosamente que los sufrimientos físicos.
Pregunta 256. ¿A qué se debe,
entonces, que algunos Espíritus se hayan quejado de sentir frío o calor?.
Respuesta. - Recuerdo de lo que habían
experimentado en vida, a veces tan penoso como la realidad misma. Es muchas
veces una comparación mediante la cual, a falta de otra mejor, expresan el
estado en que se encuentran. Cuando se acuerdan de su cuerpo experimentan una
especie de impresión, como cuando un hombre se quita la capa y un rato más
tarde cree llevarla todavía..
4.- Ensayo teórico sobre la
sensación en los Espíritus.
257. El cuerpo es el
instrumento del dolor. Si no su causa primera, constituye al menos su causa
inmediata. El alma tiene la percepción de ese dolor. Dicha percepción es el
efecto. El recuerdo que conserve ella podrá ser sobremanera penoso, pero no
puede tener una acción física. En efecto, ni el frío ni el calor pueden
desorganizar los “tejidos” del alma. Ésta no podrá helarse ni quemarse. ¿No
vemos a diario que el recuerdo o la aprensión de un mal físico produce el mismo
efecto que la realidad? ¿E inclusive ocasiona la muerte? Todo el mundo sabe que
las personas a quienes se ha amputado un miembro sienten dolor en ese miembro
inexistente. Seguramente que no es dicho miembro la sede del dolor, ni aun su
punto de partida. Es que el cerebro conserva la impresión de él, eso es todo.
Se puede creer, pues, que hay algo análogo en los sufrimientos del Espíritu
después de la muerte. Un más profundo estudio del periespíritu, que desempeña
un rol tan importante en todos los fenómenos espíritas -las apariciones
vaporosas o tangibles, el estado del Espíritu en el instante de la muerte, la
idea, tan frecuente en él, de que sigue aún vivo, el cuadro conmovedor de los
suicidas y los decapitados, el de las personas que se habían entregado por
entero a los goces materiales, y tantos otros hechos-, ha venido a arrojar luz
sobre esta cuestión y ha dado lugar a explicaciones cuyo resumen ofrecemos
aquí.
El periespíritu es el lazo que
une al Espíritu con la materia del cuerpo. Se toma del ambiente circundante, en
el fluido universal. Se relaciona a la vez con la electricidad, el fluido
magnético y, hasta cierto punto, con la materia inerte. Se podría afirmar que
constituye la quintaesencia de la materia. Es el principio de la vida orgánica,
pero no el de la vida intelectual. Esta última reside en el Espíritu. Es,
además, el agente de las sensaciones exteriores. En el cuerpo, tales
sensaciones se hallan localizadas en los órganos que les sirven de canales. Una
vez destruido el cuerpo, las sensaciones se generalizan. Ved aquí por qué el
Espíritu no manifiesta que le duela la cabeza más que los pies. Por otra parte,
hay que cuidar no confundir las sensaciones del periespíritu, que se ha
emancipado, con las del cuerpo. Sólo podemos tomar estas últimas como término
de compa-ración, no como analogía. Cuando se ha desprendido del cuerpo, puede
el Espíritu sufrir, pero ese padecimiento no es el del cuerpo. Tampoco se trata
de un dolor exclusivamente moral, como el remordimiento, puesto que se queja
del frío y del calor. No sufre más en invierno que en verano. Los hemos visto
pasar a través de las llamas sin experimentar ninguna sensación penosa. Por
tanto, la temperatura no les hace la menor impresión. El dolor que experimentan
no es, pues, un dolor físico propiamente dicho. Se trata de un vago sentimiento
íntimo, del que el Espíritu mismo no se da siempre perfecta cuenta,
precisamente porque el dolor que siente no está
localizado
y no es producido por agentes exteriores. Constituye más bien un recuerdo que
una realidad, pero un recuerdo asaz penoso. Hay, empero, a veces algo más que
un recuerdo, conforme lo veremos.
Nos enseña la experiencia que
en el instante de la muerte el periespíritu se desprende del cuerpo con mayor o
menor lentitud. En los primeros momentos el Espíritu no se explica su
situación. No cree estar muerto, sino que se siente vivir. Ve a un lado su
cuerpo, sabe que es el suyo, y no comprende que se haya separado de él. Tal
estado se prolonga en tanto siga existiendo una unión entre el cuerpo y el
periespíritu. Nos decía un suicida: “No, no estoy muerto”. Añadiendo: “Y,
sin embargo, siento que los gusanos me devoran”. Seguramente que los
gusanos no devoraban el periespíritu, y aún menos el Espíritu, sino el cuerpo.
Pero, como la separación del cuerpo y el periespíritu no era completa, de ello
resultaba una especie de repercusión moral que le transmitía la sensación de lo
que en el cuerpo estaba sucediendo. Quizá “repercusión” no sea la palabra
adecuada, porque podría inducir a creer en un efecto demasiado material. Era
más bien la vista de lo que ocurría en su cuerpo, al cual lo ligaba su
periespíritu, lo que producía en él una ilusión que tomaba por realidad. Así
pues, no se trataba de un recuerdo, puesto que en vida no había sido nunca
devorado por gusanos. Era un sentimiento actual. Vemos, pues, las deducciones
que de los hechos puede extraerse cuando se los observa con atención. En el
trascurso de la vida, el cuerpo recibe las impresiones exteriores y las
transmite al Espíritu por intermedio del periespíritu, que probablemente
constituye lo que se denomina fluido nervioso. Estando muerto el cuerpo ya no
siente nada, porque no hay en él Espíritu ni periespíritu. Desprendido del
cuerpo, el periespíritu experimenta la sensación, pero como no le llega ya por
un conducto determinado, es una sensación generalizada. Ahora bien, como el
periespíritu sólo es en realidad un agente de transición, puesto que el que
tiene conciencia es el Espíritu, de ello resulta que si pudiera existir un
periespíritu sin Espíritu, aquél no sentiría más que un cuerpo cuando está
muerto. Del mismo modo que si el Espíritu no tuviera periespíritu sería
inaccesible a toda sensación penosa. Esto es lo que sucede con los Espíritus
purificados del todo. Sabemos que cuanto más se depuran, tanto más etérea se
torna la esencia del periespíritu. De donde se sigue que la influencia material
disminuye a medida que el Espíritu progresa, vale decir, conforme el
periespíritu mismo se va haciendo menos grosero.
Al
decir que los Espíritus son inafectables por las impresiones de nuestra materia
queremos referirnos a los Espíritus muy elevados, cuya etérea envoltura no
tiene analogía en la Tierra. No sucede lo mismo con aquellos cuyo periespíritu
es más denso: éstos perciben nuestros sonidos y olores, pero no por medio de
una parte limitada de su Ser, como les ocurriría en vida. Se podría afirmar que
las vibraciones moleculares se hacen sentir en la totalidad de su Ser y llegan
así a su sensorio común, que es el Espíritu mismo, aunque de una manera
diferente, y quizá por eso con una impresión también distinta, lo que origina
un cambio en la percepción. Escuchan el sonido de nuestra voz y, sin embargo,
nos comprenden sin ayuda de la palabra, por la sola transmisión del pensamiento.
Y lo que acude en apoyo de lo que estamos afirmando es el hecho de que esa
percepción resulta tanto más fácil cuanto más desmaterializado está el
Espíritu. En lo que toca a la vista, la de ellos es independiente de nuestra
luz. La facultad de ver constituye un atributo esencial del alma, para la cual
no existe la oscuridad. Pero esa facultad es más amplia y penetrante en los
Espíritus más purificados. El alma, o Espíritu, posee en sí, pues, facultades
que le otorgan todas las percepciones. Durante la vida corporal tales
percepciones son obstruidas por el carácter grosero de los órganos. En la
existencia extracorpórea van siéndolo cada vez menos, a medida que la envoltura
semimaterial se torna más depurada.
Esta envoltura, tomada del
medio circundante, varía según la naturaleza de cada mundo. Al pasar de uno a
otro globo, cambian los Espíritus su envoltura, de la manera que nosotros
mudamos de ropa del verano al invierno o del polo al ecuador. Los Espíritus más
elevados, cuando vienen a visitarnos, revisten sus periespíritus con los
fluidos terrestres, y a partir de entonces sus percepciones se comportan como
la de los Espíritus vulgares. Pero todos ellos, así los superiores como los
inferiores, sólo entienden y sienten lo que quieren sentir y entender. Sin
poseer órganos sensitivos, pueden a voluntad hacer que sus percepciones se
activen o se tornen nulas. Tan sólo una cosa están obligados a escuchar: son
los consejos de los Espíritus buenos. La vista sigue estando en actividad, pero
pueden ellos recíprocamente hacerse invisibles. De acuerdo con su categoría,
les es posible ocultarse de los que les son inferiores, mas no de aquellos
otros superiores a ellos. En los primeros momentos que siguen a la muerte, la
vista del Espíritu está siempre turbada y es confusa. Se va aclarando conforme
se opera el desprendimiento, y podrá llegar a adquirir la misma claridad que
poseía cuando se hallaba en vida, independientemente de su penetración a través
de los
cuerpos
que para nosotros son opacos. Y en lo que respecta a su visión del espacio sin
fin, así como del porvenir y el pasado, ella depende del grado de elevación y
pureza de cada Espíritu.
Se replicará que toda esta
teoría no es muy tranquilizadora. Pensábamos que, una vez desembarazados de
nuestra burda envoltura, instrumento de nuestros dolores, no sufriríamos más, y
he aquí que venís a comunicarnos que seguiremos todavía padeciendo, no importa
del modo que sea, pues no por eso sufriremos menos. Desdichadamente, sí,
podemos padecer aún, y mucho y por muy largo tiempo, pero nos es posible
asimismo no sufrir más, aun desde el instante mismo en que dejemos esta vida
corporal.
Los dolores de la Tierra son a
veces independientes de nosotros, pero muchos de ellos dependen de nuestra
voluntad. Remontémonos a su origen y veremos que la mayoría son los resultados
de causas que hubiéramos podido evitar. ¿Cuántos males y enfermedades debe el
ser humano a sus excesos, a la ambición, a sus pasiones, en suma? El hombre que
haya vivido siempre con sobriedad, sin abusar de nada; el que siempre haya sido
sencillo en sus gustos y modesto en sus deseos, se ahorrará muchas
tribulaciones. Y lo propio acontece con el Espíritu. Los sufrimientos que
soporta son siempre la consecuencia del modo como vivió en la Tierra. Sin duda
alguna, ya no le aquejarán la gota ni el reumatismo, pero sí otros dolores que
no son menores. Hemos visto que sus congojas son el resultado de los lazos que
existen todavía entre él y la materia; que cuanto más desembarazado está de la
influencia de esta última –dicho de otro modo, cuanto más desmaterializado se
halla-, menos sensaciones aflictivas experimenta. Ahora bien, de él depende
liberarse de dicha influencia ya en esta vida: tiene su libre arbitrio y, por
tanto, le cabe elegir entre hacer y no hacer. Dome sus pasiones animales, no
tenga odio ni envidia, celos ni orgullo, no se deje dominar por el egoísmo,
purifique su alma mediante los buenos sentimientos, practique el bien, no
conceda a las cosas de este mundo más importancia de la que merecen, y entonces,
incluso bajo su envoltura corpórea ya se hallará depurado, ya estará
desprendido de la materia, y cuando abandone esa envoltura no sufrirá más su
influencia; los sufrimientos físicos que haya experimentado no dejarán en él
ningún penoso recuerdo ni le quedará de ellos ninguna impresión desagradable,
porque sólo afectaron al cuerpo y no el Espíritu; se sentirá dichoso de haberse
liberado, y su tranquilidad de conciencia lo eximirá de todo padecimiento
moral. Por nuestra parte, hemos interrogado a miles de Espíritus que
pertenecieron en vida a todas las categorías de la sociedad, a todas las
posiciones sociales. Los hemos estudiado en la totalidad de los períodos de su
vida espírita, desde el instante mismo en que dejaron su cuerpo. Los seguimos
paso a paso en esa vida de ultratumba para observar las mudanzas que en ellos
se operaban, en sus ideas y sensaciones, y desde este punto de vista los
hombres más vulgares han sido los que nos proveyeron de elementos de estudio no
menos valiosos. Ahora bien, siempre hemos comprobado que los padecimientos se
hallan en relación con la conducta, cuyas consecuencias sufren, y que esa nueva
existencia constituye la fuente de una inefable ventura para aquellos que han
seguido el recto camino. De lo que se deduce que los que sufren es porque así
lo quisieron y sólo deben achacarlo a ellos mismos, así en el otro mundo como
en éste.
5.- Elección de las pruebas.
Pregunta 258. En estado
errante, y antes de iniciar una nueva existencia corporal, ¿tiene el Espíritu
conciencia y previsión de lo que le sucederá durante la vida?.
Respuesta. - Él mismo escoge el
tipo de pruebas a que quiere ser sometido, y en esto consiste su libre
albedrío.
Pregunta 258 a. ¿No es entonces
Dios quien le impone las tribulaciones de la vida como castigo?.
Respuesta. - Nada acontece sin
permiso de Dios, por cuanto es Él quien ha establecido todas las leyes que
rigen el Universo. ¡Preguntaréis por qué ha hecho tal ley en lugar de otra! Al
dar al Espíritu la libertad de elegir, Él le deja toda la responsabilidad de
sus actos y de sus consecuencias, sin obstruir para nada su porvenir. Suya
puede ser la senda del bien, así como la del mal. Pero si cae derrotado le
quedará un consuelo.: el de que todo no terminó para él, y que Dios, en su
bondad, le deja libre para reiniciar lo que hizo mal. Además, es menester
distinguir lo que es obra de la voluntad de Dios, de aquello otro que es obra
del hombre. Si un peligro os amenaza, no seréis vosotros quienes lo hayáis
creado, sino Dios. Pero podéis exponeros voluntariamente a él, porque habéis
visto en él un medio para vuestro propio adelanto, y Dios lo permite.
Pregunta 259. Si cabe al
Espíritu elegir el género de pruebas que deberá afrontar, ¿se deduce de ello
que todas las adversidades que experimentamos en la vida han sido previstas y
escogidas por nosotros?.
Respuesta. - “Todas” no es la
palabra adecuada, porque no es cuestión de afirmar que hayáis seleccionado y
previsto cuanto ha de aconteceros en el mundo, hasta las cosas de menor
cuantía. Lo que elegisteis es una clase de pruebas: los detalles son
consecuencia de la posición en que os halléis y a menudo de vuestras propias
acciones. Si, por ejemplo, el Espíritu ha querido nacer entre malhechores,
sabía a qué consecuencias se exponía, pero no conocía de antemano cada uno de
los actos que iba a realizar. Tales actos son el efecto de su voluntad o de su
libre arbitrio. El Espíritu sabe que al optar por semejante camino le aguarda
determinado tipo de lucha. Conoce, pues, la índole de las vicisitudes por las
que va a pasar, pero ignora si tal acontecimiento se producirá antes que tal
otro. Los detalles nacen de la fuerza de las circunstancias. Sólo puede prever
los sucesos importantes, aquellos que influirán sobre su destino. Si tomas un
sendero escabroso sabes que deberás adoptar grandes precauciones, porque tienes
posibilidades de caer, pero desconoces en qué lugar exacto se producirá tu
caída, y quizá no caigas si eres lo bastante prudente. Si caminas por la vereda
y te cae sobre la cabeza una teja desde lo alto, no creerás que estaba escrito,
como vulgarmente se afirma.
Pregunta 260. ¿Cómo es posible
que el Espíritu quiera nacer entre personas de mala vida?.
Respuesta. - Precisa ser
enviado a un medio en el que pueda someterse a la prueba que ha pedido. Es
necesario que haya analogía: para luchar contra el instinto del bandolerismo
tiene que encontrarse entre personas de esa laya.
Pregunta 260 a. Si en la Tierra
no existieran gentes de mala vida, ¿no podría el Espíritu, pues, encontrar aquí
el ambiente requerido para afrontar ciertas pruebas?.
Respuesta. - ¿Acaso tendríamos
que quejarnos de ello? Esto sucede en los mundos superiores, donde el mal no
tiene cabida. De ahí que sólo haya en ellos Espíritus buenos. Haced que pronto
ocurra lo mismo en vuestra Tierra.
Pregunta 261. En las pruebas
que debe arrostrar el Espíritu para alcanzar la perfección ¿tiene que
experimentar toda clase de tentaciones, debe
pasar por todas las
circunstancias capaces de despertar en él el orgullo y la envidia, la avaricia
y la sensualidad, etcétera?.
Respuesta. - Ciertamente que
no, puesto que sabéis que hay entre ellos quienes toman desde el comienzo una
senda que los exime de muchas pruebas. Pero el que se deje conducir por el mal
camino corre todos los peligros que en el mismo existen. Puede un Espíritu, por
ejemplo, pedir riqueza, y podrá concedérsela. Entonces, conforme a su carácter,
es posible que se torne avaro o pródigo, egoísta o generoso; o si no, se
entregará a todos los goces de la sensualidad. Pero esto no significa que deba
pasar forzosamente por la serie de pruebas de todas esas características.
Pregunta 262. ¿Cómo el
Espíritu, que en su origen es simple, ignorante y desprovisto de experiencia,
puede escoger con conocimiento de causa una vida determinada y ser responsable
de tal elección?.
Respuesta. - Dios suple a su
inexperiencia trazándole la vía que debe seguir, como haces tú con un niño
desde que está en la cuna. Pero, poco a poco le va dejando ser dueño de
escoger, a medida que se desarrolla su libre albedrío, y entonces precisamente
es cuando se suele extraviar, tomando el mal camino y desoyendo los consejos de
los Espíritus buenos. Es eso lo que puede llamarse la caída del hombre.
Pregunta 262 a. Cuando el
Espíritu goza de su libre arbitrio, la elección de la existencia corpórea
¿depende siempre en forma exclusiva de su voluntad, o esa vida puede serle impuesta
por voluntad de Dios y a título de expiación?.
Respuesta. - Dios sabe
aguardar. No apresura la expiación. Con todo, puede imponer una existencia a un
Espíritu cuando éste, por su inferioridad o su mala voluntad, no es apto para
comprender lo que le sería más saludable, y cuando ve que esa vida puede servir
para su purificación y adelanto, al paso que encuentre en ella una expiación.
Pregunta 263. ¿Hace su elección
el Espíritu inmediatamente después de la muerte?.
Respuesta. - No: Muchos creen
en la eternidad de las penas. Ya se os dijo: Es un castigo.
Pregunta 264. ¿Qué es lo que
orienta al Espíritu en la elección de las pruebas que desea sufrir?.
Respuesta. - Opta por aquellas
que pueden ser para él una expiación, por la índole de las faltas que haya
cometido, y hacerle adelantar más de prisa. Unos pueden, pues, imponerse una
vida de miseria y privaciones, para tratar de arrostrarla con valor. Otros,
querer probarse mediante las tentaciones de la fortuna y el poder, harto más
peli-grosas, por el abuso y el empleo inadecuado que de ellos es posible hacer,
y por las pasiones viles que desencadenan. Otros, por último, quieren probarse
por medio de las luchas que han de sostener en su contacto con el vicio.
Pregunta 265. Si ciertos
Espíritus eligen como prueba entrar en contacto con el vicio, ¿los hay también
que lo escojan por simpatía y por el deseo de vivir en un ambiente acorde con
sus gustos, o para poder entregarse a tendencias materiales?.
Respuesta. - Los hay, esto es
verdad, pero sólo entre aquellos cuyo sentido moral se encuentra todavía poco
desarrollado. La prueba viene por sí misma y la sufren durante más tiempo.
Tarde o temprano compren-den que el saciar las pasiones brutales les acarrea
consecuencias deplorables, que habrán de sufrir durante un tiempo que se les
antojará eterno. Y podrá Dios tenerlos en ese estado hasta que hayan
comprendido su culpa y pidan por sí mismos rescatarla mediante pruebas
beneficiosas.
Pregunta 266. ¿No parece
natural que se elijan las pruebas menos penosas?.
Respuesta. - A vosotros sí os
parece, pero no al Espíritu. Cuando está despojado de la materia cesa la
ilusión y piensa de otro modo.
Kardec. - El hombre en la
Tierra, colocado bajo el influjo de las ideas carnales, no ve en esas pruebas
más que su lado penoso. De ahí que se le ocurra natural optar por aquellas que
desde su punto de vista pueden conjugarse con los placeres materiales. Pero en
la vida espiritual compara los goces efímeros y groseros con la felicidad
inalterable que entrevé, y por tanto, ¿qué significan para él algunos
sufrimientos pasajeros? Puede el Espíritu, pues, decidirse por la más ruda de
las pruebas y, consecuentemente, por la vida más angustiosa, con la esperanza
de alcanzar más pronto un estado mejor, como el enfermo elige muchas veces el
remedio más desagradable para curarse en más breve plazo. Aquel que desea
asociar su nombre con el descubrimiento de un país desconocido no escogerá un
camino sembrado de flores. Conoce los peligros que está corriendo, pero sabe
también cuál será la gloria que le aguarda si obtiene buen éxito en su empresa.
La doctrina de la libertad
en la elección de nuestras existencias y de las pruebas que debemos afrontar
deja de parecer extraordinaria si se considera que los Espíritus desprendidos
de la materia evalúan las cosas de una manera diferente a como nosotros lo
hacemos. Ellos tienen en vista la meta, mucho más seria, en su concepto, que
los fugaces placeres del mundo. Tras cada existencia concluida ven el paso que
han dado y comprenden cuánto les falta todavía, en materia de pureza, para
alcanzar dicha meta. He ahí por qué se someten de buen grado a todas las
vicisitudes de la vida corporal, pidiendo por sí mismos las que puedan hacerles
llegar más rápidamente. No existe, pues, razón alguna cuando no se ve al
Espíritu preferir la existencia más llevadera. Una vida exenta de amarguras no
podría disfrutarla en su estado de imperfección. La entrevé, y para alcanzarla
trata de mejorarse.
Por otra parte, ¿no tenemos
a diario, ante nuestros ojos, ejemplos de cosas semejantes? El hombre que
trabaja durante parte de sus vida sin darse tregua ni descanso para reunir
medios con los cuales procurarse el bienestar, ¿qué está haciendo, sino
imponerse una tarea con miras a un porvenir más próspero? El militar que padece
a causa de una misión peligrosa, o el viajero que desafía peligros no menos
grandes en interés de la ciencia o para obtener fortuna, ¿qué hacen si no es
someterse a pruebas voluntarias que deben proporcionarles honor, en el primer
caso, y provecho, en el segundo, si logran salir airosos? ¿A qué no se somete y
no se expone el hombre en pro de su interés o de su gloria? Todos los concursos
¿no son asimismo pruebas voluntarias, afrontadas con el propósito de progresar
en la carrera elegida? Sólo se llega a cualquier posición social importante –en
las ciencias, las artes o la industria- pasando por la serie de las posiciones
inferiores, que constituyen otras tantas pruebas. Así, la existencia humana es,
desde este punto de vista, el calco de la vida espiritual. En pequeña escala
volvemos a encontrar en aquélla todas las mismas peripecias de esta última. Si
en vida, pues, elegimos a menudo las más rudas pruebas en aras de un objetivo
más elevado, ¿por qué el Espíritu –que ve más lejos- y para el cual la vida
corpórea no es más que un incidente fugaz, no haría lo propio resolviéndose por
una existencia penosa y difícil, si ella ha de conducirlo a la eterna dicha?
Quienes afirman que si los hombres tuvieran la posibilidad de elegir la clase
de vida que les agrada optarían por ser príncipes o millonarios, son como los
miopes que sólo ven lo que están tocando, o como esos niños golosos que,
preguntados sobre qué les gustaría ser cuando mayores, responden que pasteleros
o confiteros.
Tal la situación del viajero
que, en el fondo de un valle oscurecido por la niebla, no ve ni la extensión ni
los extremos de su ruta. Pero, una vez llegado a la cumbre de la montaña,
abarca el camino hecho y lo que le resta por recorrer. Divisa su meta, los
obstáculos que aún tiene que franquear, y puede entonces concebir con más
seguridad los medios necesarios para llegar a destino. El Espíritu encarnado
está como el viajero en lo hondo del valle. En cambio, cuando se ha
desembarazado de los lazos terrestres domina, igual que aquél, cuanto se divisa
desde la cumbre. Para el viajero, la meta es el reposo tras la fatiga. Para el
Espíritu, la felicidad suprema después de las tribulaciones y pruebas pasadas.
Todos los Espíritus afirman
que en estado errante buscan, estudian y observan para hacer su elección. ¿No
tenemos también un ejemplo de esto en la vida corporal? ¿Con frecuencia no
buscamos durante años la carrera que libremente escoge-remos, por creerla la
más adecuada para llevarnos adelante? Si fracasamos en una, iniciamos otra.
Cada carrera que emprendemos constituye una fase, un período de nuestra vida. Y
cada jornada que pasa ¿no la empleamos en planear lo que haremos al día
siguiente? Ahora bien, ¿qué son las diversas existencias corpóreas para el
Espíritu, sino fases, etapas, períodos, días de su vida espírita, la cual es,
conforme sabemos, su existencia normal, ya que la corpórea sólo es para él
efímera, pasajera?.
Pregunta 267. ¿Puede el
Espíritu hacer su elección mientras se encuentra encarnado?.
Respuesta. - Su deseo podrá
tener influencia. Ello depende de la intención que lo anima. Pero cuando es
Espíritu desencarnado ve a menudo las cosas de una manera muy diferente. En
todos los casos es el Espíritu el que escoge. Pero también podrá hacerlo en la
vida material, porque el Espíritu tiene siempre momentos en que es
independiente de la materia que habita.
Pregunta 267 a. Muchas personas
desean grandeza y riquezas, y ciertamente que no las buscan como expiación ni
como prueba…
Respuesta. - No cabe duda:
es en la materia en la que se anhela esa grandeza, para disfrutar de ella, y el
Espíritu la desea para conocer las vicisitudes que genera.
Pregunta 268. Hasta llegar al
estado de perfecta pureza ¿debe el Espíritu seguir sufriendo pruebas
continuamente?.
Respuesta. - Sí, pero no son
tales como las entendéis. Llamáis pruebas a las tribulaciones materiales. Pues
bien, cuando el Espíritu llega a cierto grado, aun no siendo perfecto, no tiene que sufrirlas ya, pero le
caben siempre deberes que le ayudan a perfeccionarse, y no le son penosos en
modo alguno, tal como cuando ayuda a otros a perfeccionarse.
Pregunta 269. ¿Puede el
Espíritu equivocarse respecto a la eficacia de la prueba que ha escogido?.
Respuesta. - Podrá haber
elegido una que sobrepase sus fuerzas, en cuyo caso sucumbe a ella. Puede
también optar por una que no le aproveche en manera alguna, como, por ejemplo,
si busca un género de vida ociosa e inútil. Pero entonces, una vez vuelto al
Mundo de los Espíritus, cae en la cuenta de que no ganó nada y pide recuperar
el tiempo perdido.
Pregunta 270. ¿A qué obedecen
las vocaciones de ciertas personas y su determinación de seguir una carrera con
preferencia a otra?.
Respuesta. - Me parece que
vosotros mismos podéis responderos a esa pregunta. ¿No es acaso consecuencia de
cuánto hemos dicho acerca de la elección de las pruebas y el progreso cumplido
en una existencia anterior?.
Pregunta 271. En estado
errante, al estudiar el Espíritu las diversas condiciones en que podría
progresar, ¿cómo piensa poder hacerlo si nace, por ejemplo, en un pueblo de
caníbales?.
Respuesta. - No son los
Espíritus ya adelantados los que nazcan entre caníbales, sino Espíritus de la
misma índole que los caníbales, o inferiores a ellos.
Kardec. - Sabemos que
nuestros antropófagos no se hallan en el último grado de la escala, sino que
hay globos en que el embrutecimiento y la ferocidad de sus moradores no tienen
similares en la Tierra. Por tanto, esos Espíritus son inferiores a los del
grado más bajo de este mundo, y venir a encarnar entre los salvajes de la
Tierra significa para ellos un progreso, así como sería un adelanto para
nuestros antropófagos pasar a ejercer entre nosotros una profesión que no los obligara
a derramar sangre. Si no miran más alto es porque su inferioridad moral no les
permite comprender un progreso mayor. Sólo en forma gradual puede adelantar el
Espíritu. No le es posible franquear de un salto la distancia que separa a la
barbarie de la civilización, y en esto vemos una de las necesidades de la
reencarnación, la cual está muy de acuerdo con la justicia de Dios. Por otra
parte, ¿qué sería de los millones de seres que están muriendo a diario en el
último extremo de la degradación, si no tuvieran medios de alcanzar estados
superiores? ¿Por qué los habría desheredado Dios de los privilegios que a otros
hombres concede?.
Pregunta 272. Los Espíritus que
proceden de un mundo inferior a la Tierra, o de un pueblo muy atrasado, como,
por ejemplo, los caníbales, ¿podrían nacer en nuestros pueblos civilizados?.
Respuesta. - Sí,
los hay que se extravían al querer llegar demasiado algo. Pero entonces se sienten desubicados entre vosotros, por
poseer costumbres e instintos que reniegan de los vuestros.
Kardec. - Esos seres nos
ofrecen el lamentable espectáculo de la ferocidad en medio de la civilización.
El volver a encarnar entre caníbales no será para ellos un retroceso, pues sólo
retomarán el lugar que les corresponde, y quizá aun con mayor provecho.
Pregunta 273. Un hombre que
pertenezca a una raza civilizada ¿podría, por expiación, reencarnar entre
salvajes?.
Respuesta. - Sí, pero depende del género de
expiación. Un amo que haya sido duro con sus esclavos podrá convertirse a su
vez en esclavo y sufrir los malos tratos que haya infligido. El que daba
órdenes en una época puede, en nueva existencia, obedecer a aquellos mismos que
se humillaban ante su voluntad. Se trata de una expiación si abusó de su poder,
y Dios puede imponérsela. Por otra parte, un Espíritu bueno podrá también
escoger una existencia en la que influya sobre esos pueblos y los haga
adelantar, en cuyo caso es una misión.
6.- Relaciones de
ultratumba.
Pregunta 274. Los diferentes
grados de Espíritus, ¿establecen entre sí una jerarquía de poderes?. ¿Hay entre
ellos subordinación y autoridad?.
Respuesta. - Sí, y muy grande.
Los Espíritus tienen unos sobre otros una autoridad relacionada con su
superioridad, la que ejercen por medio de un ascendiente moral irresistible.
Pregunta 274 a. ¿Les es posible
a los Espíritus inferiores sustraerse a la autoridad de los que son superiores
a ellos?.
Respuesta. - Ya lo dije:
irresistible.
Pregunta 275. El poder y la
consideración de que ha disfrutado un hombre en la Tierra, ¿le otorga una
supremacía en el Mundo de los Espíritus?.
Respuesta. - No, porque en él
los pequeños serán ensalzados, y los grandes, humillados. Lee los Salmos.
Pregunta 275 a. ¿Cómo debemos
entender ese ensalzamiento y esa humillación?.
Respuesta. - ¿No sabes tú que
los Espíritus pertenecen a diversas graduaciones, según su mérito?. Pues bien,
el más grande en la Tierra puede hallarse en la última categoría entre los
Espíritus, al paso que su servidor estará en la primera. ¿Comprendes esto?. ¿O
acaso no dijo Jesús.: Todo aquel que se humille será elevado, y todo aquel que
se eleve será humillado?.
Pregunta 276. El que ha sido
grande en la Tierra y se encuentra ahora inferior entre los Espíritus, ¿siente
humillación por eso?.
Respuesta. - Con frecuencia una
humillación muy grande, sobre todo si era orgulloso y envidioso.
Pregunta 277. El soldado que,
tras la batalla, encuentra a su general en el Mundo de los Espíritus, ¿le
reconoce todavía por su superior?.
Respuesta. - El título nada
significa. La superioridad real lo es todo.
Pregunta 278. Los Espíritus de
los diversos órdenes, ¿están mezclados?.
Respuesta. - Sí y no. Esto es,
se ven, pero se distinguen unos de otros. Se rehúyen o se acercan, según sea la
afinidad o antipatía de sus respectivos sentimientos, igual que como sucede
entre vosotros. Es todo un mundo, del cual el vuestro es un reflejo
oscurecido. Los del mismo rango se reúnen por una especie de afinidad y
forman grupos o familias de Espíritus, ligados por la simpatía y por el
objetivo que se proponen. Los buenos, por el deseo de hacer el bien; los malos,
por el de realizar el mal, o por la vergüenza de sus faltas y la necesidad de
encontrarse entre Seres semejantes a ellos.
Kardec. - Así como una gran ciudad, donde los hombres de toda
categoría y condición se ven y se encuentran sin por ello confundirse; donde las
sociedades se forman por la analogía de los gustos; donde vicio y virtud se
codean sin decirse nada.
Pregunta 279. ¿Todos los
Espíritus pueden acercarse recíprocamente?.
Respuesta. - Los buenos van a
todas partes, y precisa que así sea para que puedan ejercer su influencia sobre
los malos. Pero las regiones habitadas por los buenos están prohibidas para los
Espíritus imperfectos, a fin de que éstos no puedan llevar a ellas la
perturbación de las malas pasiones.
Pregunta 280. ¿Qué clase de
relaciones existen entre los buenos y los malos Espíritus?.
Respuesta. - Los buenos tratan
de combatir las malas tendencias de los otros a fin de ayudarlos a ascender. Se
trata de una misión.
Pregunta 281. ¿Por qué los
Espíritus inferiores se complacen en inducirnos al mal?.
Respuesta. - Por el despecho de
no haber merecido estar entre los buenos. Su deseo es impedir, todo lo que
puedan, que los Espíritus aún inexpertos lleguen al bien supremo. Quieren hacer
experimentar a los demás lo que ellos mismos sienten. ¿No veis este mismo
acontecer entre vosotros?.
Pregunta 282. ¿Cómo se
comunican entre sí los Espíritus?.
Respuesta. - Les basta mirarse
para comprenderse. La palabra es material, constituye el reflejo de la facultad
del Espíritu. El fluido universal establece entre ellos una comunicación
constante; es el vehículo de la transmisión del pensamiento, como para vosotros
el aire es el vehículo del sonido. Una especie de telégrafo universal, que une
a todos los mundos y permite a los Espíritus comunicarse de un globo a otro.
Pregunta 283. ¿Pueden los
Espíritus ocultarse mutuamente sus pensamientos, y esconderse los unos de los
otros?.
Respuesta. - No, para ellos
todo se halla a la vista, en especial cuando son perfectos. Podrán alejarse,
pero siempre se ven. Esta no es, sin embargo, una regla absoluta, porque
algunos Espíritus pueden muy bien tornarse invisibles para otros Espíritus, si
conceptúan útil proceder así.
Pregunta 284. ¿Cómo los Espíritus, que ya no tienen cuerpo,
pueden comprobar su individualidad y distinguirse de los otros Seres
espirituales que les rodean?.
Respuesta. - Verifican su
individualidad mediante el periespíritu, que los hace distintos a unos de los
otros, igual que entre los hombres el cuerpo.
Pregunta 285. ¿Se reconocen los
Espíritus por haber convivido en la Tierra?. ¿Reconoce el hijo a su padre, el
amigo al amigo?.
Respuesta. - Sí, y así de
generación en generación.
Pregunta 285 a. Los hombres que
se conocieron en la Tierra, ¿cómo se reconocen en el Mundo de los Espíritus?.
Respuesta. - Vemos nuestra
pasada vida y leemos en ella tal como si fuese un libro. Al contemplar el
pasado de nuestros amigos y enemigos asistimos a su tránsito de la vida a la
muerte.
Pregunta 286. Al dejar sus despojos mortales, ¿ve de inmediato el
alma a sus parientes y amigos que partieron con precedencia al Mundo de los
Espíritus?.
Respuesta. - “De inmediato” no
es la expresión correcta. Porque, como hemos dicho, necesita algún tiempo para
volver en sí y sacudirse el velo de la materia.
Pregunta 287. ¿Cómo es recibida
el alma a su retorno al Mundo de los Espíritus?.
Respuesta. - La del justo, como
un hermano bien amado a quien se esperaba desde mucho tiempo atrás. La del
ruin, como un Ser a quien se desprecia.
Pregunta 288. ¿Qué sentimiento
experimentan los Espíritus impuros al ver llegar a otro Espíritu malvado?.
Respuesta. - Los malos se
satisfacen de ver Seres semejantes y privados, como ellos, de la infinita
felicidad, así como en la Tierra acontece a un bribón entre sus iguales.
Pregunta 289. Cuando dejamos la
Tierra, ¿acuden a veces nuestros parientes y amigos a recibirnos?.
Respuesta. - Sí, se presentan
ante el alma a la que profesan afecto, la felicitan como a la vuelta de un viaje,
si ha escapado a los peligros del camino, y la ayudan a desprenderse de los
lazos corporales. Es un favor que se otorga a los Espíritus buenos cuando
aquellos que los han amado vienen a su encuentro, mientras que el que está
mancillado permanece en el aislamiento, o sólo le rodean Espíritus semejantes a
él; esto último constituye un castigo.
Pregunta 290. Los parientes y
amigos ¿se hallan siempre reunidos después de su muerte?.
Respuesta. - Ello depende de su elevación y del
camino que sigan para su progreso. Si uno de ellos está más adelantado y marcha
más rápido que otro, no podrán permanecer juntos. En ocasiones les será posible
verse, pero sólo estarán reunidos en los casos en que puedan marchar a la par,
o cuando hayan alcanzado igual grado de perfeccionamiento. Por otra parte, el
no poder ver a sus parientes y amigos es a veces una punición.
7.- Relaciones simpáticas y
antipáticas de los Espíritus. Mitades eternas.
Pregunta 291. Además de la
simpatía general, determinada por las semejanzas, ¿tienen entre sí los
Espíritus afectos particulares?.
Respuesta. - Sí, del mismo modo
que entre los hombres, pero el vínculo que une a los Espíritus es más fuerte
cuando se halla el cuerpo ausente, porque aquél no está ya expuesto a las
vicisitudes de las pasiones.
Pregunta 292. ¿Se engendran
odios entre los Espíritus?.
Respuesta. - Sólo existen odios
entre los Espíritus impuros, y son éstos los que os inspiran las enemistades y
disensiones que entre vosotros surgen.
Pregunta 293. Dos Seres que
hayan sido enemigos en la Tierra, ¿se guardarán mutuo rencor en el Mundo de los
Espíritus?.
Respuesta. - No. Comprenderán
que su aborrecimiento era estúpido, y pueril el motivo del mismo. Sólo los
Espíritus imperfectos conservan un estado de animosidad, y ello sucede hasta
que se han depurado. Si sólo dividió a los Espíritus un interés material, ya no
pensarán en ello, por poco que se hayan desmaterializado. Si no hay entre ellos
antipatía, puesto que el motivo de la discordia ya no existe, pueden volver a
verse con agrado.
Kardec. - Como dos escolares
llegados a la edad de la razón reconocen la puerilidad de las querellas que han
tenido en su infancia y cesan de quererse mal.
Pregunta 294. El recuerdo de
las malas acciones que dos hombres han podido cometer uno contra el otro,
¿constituye un obstáculo para que simpaticen?.
Respuesta. - Sí, les lleva a
distanciarse.
Pregunta 295. ¿Qué sentimiento
experimentan, después de la muerte, aquellos a quienes hemos hecho mal en la
Tierra?.
Respuesta. - Si son buenos, os
perdonan conforme a vuestro arrepentimiento. Si malos, pueden guardaros rencor,
y a veces perseguiros hasta en otra existencia. Dios podrá permitirlo, a título
de castigo.
Pregunta 296. Los afectos
individuales de los Espíritus ¿son susceptibles de alteración?.
Respuesta. - No, porque ellos
no pueden engañarse.: no tienen ya la máscara tras al cual se ocultan los
hipócritas. De ahí que cuando los Espíritus son puros sus afectos sean
inalterables. El amor que les une es para ellos la fuente de una ventura
suprema.
Pregunta 297. El afecto que dos
Seres se han profesado en la Tierra, ¿continúa siempre en el Mundo de los
Espíritus?.
Respuesta. - Por cierto que sí,
si se basa en una verdadera simpatía. Pero si en él tienen más parte las causas
físicas que la simpatía, entonces cesará al desaparecer dichas causas. Los
afectos entre Espíritus son más firmes y duraderos que en la Tierra, debido a
que no están subordinados al capricho de los intereses materiales y del amor
propio.
Pregunta 298. Las almas que
deben unirse, ¿se hallaban predestinadas para esa unión desde su origen, y cada
uno de nosotros posee, en alguna parte del Universo, su mitad, con la
cual inevitablemente se reunirá algún día?.
Respuesta. - No, no existe unión
particular y fatal entre dos almas. La unión es entre todos los Espíritus, pero
en grados diferentes, según el rango que ocupen, vale expresar, de acuerdo con
la perfección que hayan alcanzado: cuanto más perfectos son, más unidos están.
Todos los males de los humanos nacen de la discordia. En cambio, de la
concordia resulta la felicidad completa.
Pregunta 299. ¿En qué sentido
se ha de entender la palabra mitades, de que se sirven ciertos
Espíritus, para designar con ella a los Espíritus que simpatizan?.
Respuesta. - Inexacta
expresión. Si un Espíritu fuera la mitad de otro, hallándose separado de éste
estaría incompleto.
Pregunta 300. Dos Espíritus que
simpatizan por entero, cuando ya se han reunido, ¿lo están para la eternidad, o
bien pueden separarse y unirse a otros Espíritus?.
Respuesta. - Todos los
Espíritus están unidos entre sí. Me refiero a los que han llegado a la
perfección. En las esferas inferiores, cuando un Espíritu se eleva no siente ya
igual simpatía por aquellos que ha dejado.
Pregunta 301. Dos Espíritus que
simpatizan, ¿son complemento el uno del otro, o esa simpatía es el resultado de
una identificación perfecta?.
Respuesta. - La simpatía que
atrae a un Espíritu hacia otro resulta de la total concordancia de sus
inclinaciones e instintos. Si uno debiera completar al otro, perdería su
individualidad.
Pregunta 302. La identidad
necesaria para que se establezca una simpatía perfecta, ¿sólo consiste en la
similitud de pensamientos y sentimientos, o también en la uniformidad de los
conocimientos adquiridos?.
Respuesta. - En la igualdad del
grado de elevación.
Pregunta 303. Los Espíritus que
hoy no simpatizan, ¿pueden llegar a ello más tarde?.
Respuesta. - Sí, todos lo
harán. De modo que el Espíritu que en la actualidad se encuentre en una esfera
inferior, al perfeccionarse llegará a la esfera donde reside tal otro. Su
encuentro tendrá lugar antes si el Espíritu más elevado, soportando mal las
pruebas a que se le sometió, es demorado en el mismo estado.
Pregunta 303 a. Dos Espíritus
que son simpáticos el uno hacia el otro ¿pueden dejar de serlo?.
Respuesta. - Por cierto que sí,
si uno de ellos es perezoso.
Kardec. - La teoría de las
mitades eternas es una imagen que describe la unión de dos Espíritus
simpáticos. Se trata de una expresión en uso aún en el lenguaje vulgar que no
hay que tomar al pie de la letra. Los Espíritus que de ella se han servido no
pertenecen, seguramente, al orden más elevado. La esfera de sus ideas es por
fuerza limitada, y han podido traducir sus pensamientos con los términos de los
que se hubieran valido durante su vida corporal. Se ha de rechazar, pues, la
idea de que dos Espíritus creados el uno para el otro deban un día reunirse
inevitablemente en la eternidad, tras haber sido separados durante un lapso más
o menos prolongado.
8.- Recuerdo de la existencia corpórea.
Pregunta 304. ¿Se acuerda el
Espíritu de su existencia corporal?.
Respuesta. - Sí, es decir que,
habiendo vivido muchas veces como hombre, rememora lo que ha sido, y te aseguro
que a veces se ríe de compasión de sí mismo.
Kardec. - Así como un hombre
que ha alcanzado la edad de la razón ríe de las locuras de su juventud o de las
puerilidades de su infancia.
Pregunta 305. El recuerdo de la
vida corporal, ¿se presenta al Espíritu de una manera completa y súbita,
después de la muerte?.
Respuesta. - No, le vuelve poco
a poco, como algo que va saliendo de la bruma, y a medida que fija en él su
atención.
Pregunta 306. El Espíritu,
¿recuerda en detalle todos los acontecimientos de su vida, abarcando el
conjunto de ella de una mirada retrospectiva?.
Respuesta. - Rememora las cosas
en virtud de las consecuencias que han tenido sobre su estado como Espíritu.
Pero, como comprenderás, hay circunstancias de su vida a las que no concede la
menor importancia, y de las cuales no trata ni siquiera de acordarse.
Pregunta 306 a. ¿Podría
recordarlas si lo quisiera?.
Respuesta. -Puede memorar los
detalles e incidentes más pormenorizados, ya sea de los sucesos y también de
sus pensamientos. Pero no lo hace cuando ello no reviste utilidad.
Pregunta 306 b. ¿Entrevé el
objetivo de la vida terrena con relación a la existencia futura?.
Respuesta. - Seguramente que lo
ve y lo comprende mucho mejor que en su vida de encarnado. Entiende la
necesidad de purificación para llegar al infinito y sabe que en cada existencia
se va despojando de algunas impurezas.
Pregunta 307. ¿Cómo vuelve a
representarse la vida pasada en la memoria del Espíritu?. ¿Es quizá por un
esfuerzo de su imaginación, o como un cuadro que tenga ante los ojos?.
Respuesta. - Lo uno y lo otro.
Todos los hechos que le interesa recordar están como presentes para él. Los
demás permanecen más o menos en la vaguedad del pensamiento, u olvidados por
completo. Cuanto más desmaterializado se halle, tanto menos importancia
concederá a las cosas materiales. Tú evocas a menudo a un Espíritu errante que
acaba de dejar la Tierra y que no se acuerda de los nombres de las personas a
quienes amaba, ni de muchos pormenores que a ti se te antojan importantes. Él
se preocupa poco de éstos, que caen en el olvido. De lo que se acuerda muy bien
es de los hechos principales que le ayudan a mejorarse.
Pregunta 308. ¿Recuerda el
Espíritu todas las existencias que precedieron a la última que acaba de
abandonar?.
Respuesta. - Todo su pasado se
desarrolla ante él, así como las etapas que el viajero ha recorrido. Pero –lo
hemos dicho ya-, no tiene presentes de una manera absoluta la totalidad de los
hechos. Sólo los recuerda en virtud de la influencia que han tenido sobre su
actual estado de Espíritu. En cuanto a las primeras existencias, aquellas que
se pueden considerar como la infancia del Espíritu, se pierden en el vacío,
desapareciendo en la noche del olvido.
Pregunta 309. ¿Cómo considera
el Espíritu al cuerpo que acaba de dejar?.
Respuesta. - Como una ropa
inadecuada, que le molestaba, y de la cual está dichoso de haberse
desembarazado.
Pregunta 309 a. ¿Qué
sentimiento le hace experimentar la vista de su cuerpo en descomposición?.
Respuesta. - Casi siempre de
indiferencia, como una cosa que ha dejado de interesarle.
Pregunta 310. Al cabo de cierto
lapso, ¿reconoce el Espíritu los huesos, u otros objetos que la han
pertenecido?.
Respuesta. - A veces. Depende
del punto de vista más o menos elevado desde el cual contemple las cosas
terrenales.
Pregunta 311. El respeto que se
profesa por las cosas materiales que pertenecieran al Espíritu, ¿llama su
atención sobre esos objetos, y ve tal respeto con placer?.
Respuesta. - El Espíritu se
siente siempre dichoso por el recuerdo que de él se tiene. Las cosas que
conservamos de él avivan su recuerdo en nosotros, pero es el pensamiento el que
lo atrae hacia vosotros, y no tales objetos.
Pregunta 312. ¿Conservan los
Espíritus la memoria de los sufrimientos que han soportado durante su última
existencia corporal?.
Respuesta. - Con frecuencia la
conservan, y ese recuerdo les hace sentir mejor el precio de la felicidad de
que pueden disfrutar como Espíritus.
Pregunta 313. El hombre que ha
sido afortunado en la Tierra, ¿lamenta sus goces perdidos al dejar este mundo?.
Respuesta. - Sólo los Espíritus
inferiores pueden sentir nostalgia por placeres que están de acuerdo con lo
impuro de su naturaleza, y que ellos expían mediante sus padecimientos. Para
los Espíritus elevados, la felicidad eterna es mil veces preferible a los
efímeros goces de la Tierra.
Kardec. - Así como el
adulto, que desdeña aquello que hacia las delicias de su niñez.
Pregunta 314. Aquel que había
iniciado importantes tareas con una finalidad útil, y las ve interrumpidas por
la muerte, ¿deplora en el otro mundo haberlas dejado inconclusas?.
Respuesta. - No, porque sabe
que otros están destinados a terminarlas. Por el contrario, trata de influir
sobre algunos Espíritus encarnados en el sentido de que las continúen. Su meta
en la Tierra era el bien de la humanidad, y esa meta sigue siendo la misma en
el Mundo de los Espíritus.
Pregunta 315. El que al
desencarnar dejó trabajos artísticos o literarios, ¿conserva hacia sus obras el
amor que les profesaba en vida?.
Respuesta. - Según su
elevación, las juzga desde otro punto de vista, y a menudo censura lo que más
admiraba.
Pregunta 316. ¿Se interesa
todavía el Espíritu por los trabajos que se realizan en la Tierra en pro del
adelanto de las artes y ciencias?.
Respuesta. - Depende de su
elevación, o de la misión que tal vez deba cumplir. Lo que a vosotros os parece
magnífico es con frecuencia muy poca cosa para ciertos Espíritus. Lo admiran,
de la manera que el sabio podría admirar la obra de un escolar. Examinan lo que
puede probar la elevación de los Espíritus encarnados y sus progresos.
Pregunta 317. Después de la
muerte, ¿conservan los Espíritus el amor a la patria?.
Respuesta. - Sigue siendo el
mismo principio.: para los Espíritus elevados la patria es el Universo. La
Tierra es el lugar donde tienen mayor número de personas que les son
simpáticas.
Kardec. - La situación de los Espíritus y su modo de
ver las cosas varían hasta lo infinito, en virtud de su grado de desarrollo
moral e intelectivo. Los Espíritus de un orden elevado sólo permanecen en la Tierra, por lo general,
durante cortos períodos. Todo lo que en ella se realiza es tan mezquino, si se
le compara con las grandezas del infinito, las cosas a que los hombres otorgan
más importancia son tan pueriles a los ojos de los Espíritus, que éstos
encuentran pocos motivos de atracción aquí, a menos que hayan sido llamados a
nuestro mundo para cooperar al progreso del género humano. Los Espíritus de un
orden medio vienen con más frecuencia a la Tierra, aunque consideran las cosas
desde un punto de vista más elevado que durante la encarnación. Los Espíritus
vulgares, en cambio, son en cierto modo permanentes entre nosotros y
constituyen la masa de la población circundante del Mundo Invisible. Han
conservado más o menos las mismas ideas, gustos e inclinaciones que tenían bajo
su envoltura corpórea. Se suman a nuestras reuniones y se mezclan en nuestros
asuntos y diversiones, en los que desempeñan parte más o menos activa, según
sea en cada caso su carácter. No pudiendo satisfacer sus pasiones, gozan con
los que se entregan a ellas y los incitan a hacerlo.
Pero entre ellos los hay más serios, que miran y observan con el
propósito de instruirse, de perfeccionarse.
Nota de H. Pires, - Obsesiones originadas por afinidad de vicios, de las
cuales dan prueba los tratamientos espíritas que se realizan en hospitales y
centros.
Pregunta 318. ¿Se modifican las ideas de los Espíritus en el Mundo
Espiritual?.
Respuesta. - Mucho. Experimentan grandísimas modificaciones, a medida
que el Espíritu se va desmaterializando. Puede a veces permanecer largo tiempo
con las mismas ideas, pero poco a poco disminuye la influencia de la materia y
ve las cosas con más claridad. Entonces busca los medios para mejorarse.
Pregunta 319. Puesto que el Espíritu ya ha vivido la vida espírita antes
de su encarnación, ¿a qué debe su asombro al reingresar en el Mundo de los
Espíritus?.
Respuesta. - Es sólo el efecto de los primeros momentos y de la
turbación que sigue al despertar. Más tarde se recobra perfectamente, conforme
le vuelve el recuerdo del pasado y se va borrando la impresión de la idea
terrena.
9.- Conmemoración de los difuntos. Funerales.
Pregunta 320. ¿Son sensibles
los Espíritus al recuerdo de quienes los amaron en la Tierra?.
Respuesta. - Mucho más de lo
que podéis creer. El recuerdo se suma a su felicidad, si son dichosos. Y si son
desgraciados, es para ellos un alivio.
Pregunta 321. El día de la
conmemoración de los difuntos, ¿tiene algo de más solemne para los Espíritus?.
¿Se preparan para venir a visitar a aquellos que deben ir a orar sobre sus
despojos?.
Respuesta. - Los Espíritus
acuden al llamado del pensamiento, así en ese día como en los otros.
Pregunta 321 a. Esa jornada
¿representa para ellos una cita junto a las sepulturas?.
Respuesta. - En tal fecha son
allí más numerosos, porque hay más personas que les llaman. Pero cada cual sólo
vienen por sus amigos y no por la multitud de los que le son indiferentes.
Pregunta 321 b. ¿Bajo qué forma
acuden allí, y cómo les veríamos si pudieran hacerse visibles?.
Respuesta. - Bajo la forma que
se les conoció en vida.
Pregunta 322. Los Espíritus
olvidados, cuyas tumbas nadie va a visitar, ¿acuden a ellas a pesar de esto, y
se acongojan al comprobar que ningún amigo les recuerda?.
Respuesta. - ¿Qué les importa
la Tierra?, Sólo están ligados a ella por el corazón. Si no está allí el amor,
nada más hay que retenga al Espíritu.: todo el Universo tiene por delante.
Pregunta 323. La visita a la
tumba, ¿da al Espíritu mayor satisfacción que una plegaria íntima?.
Respuesta. - La visita a la
tumba constituye un modo de demostrar que se piensa en el Espíritu ausente. Es
la imagen de él. Ya os dije que la oración santifica el acto del recuerdo. Poco
importa el lugar en que se pronuncie, si se lo hace con el corazón.
Pregunta 324. Los Espíritus de
las personas a quienes se erigen estatuas o monumentos, ¿asisten al acto de
inauguración de los mismos, y los ven con placer?.
Respuesta. - Muchos concurren,
cuando pueden hacerlo, pero son menos sensibles al honor que se les rinde que
al recuerdo que se les dispensa.
Pregunta 325. ¿De dónde puede
venir a ciertas personas el deseo de ser sepultadas en determinado sitio más
bien que en otro?. ¿Vuelven a él con mejor voluntad después de su muerte?. Y
esa importancia concedida a algo material. ¿constituye un signo de inferioridad
en el Espíritu?.
Respuesta. - Afección del
Espíritu por ciertos lugares.: inferioridad moral. Para un Espíritu elevado,
¿qué significa un rincón de la Tierra más que otro?, ¿No sabe que su alma se
reunirá con quienes ama, aun cuando sus huesos estén lejos?.
Pregunta 325 a. La reunión de
los despojos mortales de todos los miembros de una sola familia, ¿debe
considerarse como una cosa fútil?.
Respuesta. – No.: es una
costumbre piadosa y un testimonio de simpatía hacia aquellos a quienes se amó.
Si bien esa reunión importa poco a los Espíritus, es útil a los hombres, porque
los recuerdos se concentran mejor.
Pregunta 326. Al retornar a la
vida espiritual, ¿es sensible el alma a los honores que se tributan a sus
despojos mortales?.
Respuesta. - Cuando el Espíritu
ha llegado a cierto grado de perfección no tiene ya vanidad terrestre y
comprende la futilidad de todas esas cosas. Pero debes saber que abundan los
Espíritus que, en los primeros momentos posteriores a su muerte material,
experimentan gran satisfacción con los honores que se les rinden, o les
disgusta la indiferencia con que tratan su envoltura, porque conservan todavía
algunos de los prejuicios de la Tierra.
Pregunta 327. ¿Está presente el
Espíritu en su funeral?.
Respuesta. - Con mucha
frecuencia concurre, pero a veces no se da cuenta de lo que sucede, si se halla
aún en estado de turbación.
Pregunta 327 a. ¿Le halaga la
asistencia de personas a su entierro?.
Respuesta. - Más o menos, según
sea el sentimiento que a esas personas mueva.
Pregunta 328. El Espíritu que
acaba de desencarnar, ¿va a las reuniones de sus herederos?.
Respuesta. - Casi siempre. Dios
así lo quiere, para su propia instrucción y para castigo de los culpables. Allí
juzga lo que valían las solemnes declaraciones de los deudos. Para el Espíritu,
todos los sentimientos de los asistentes están a la vista, y la desilusión que
experimenta al comprobar la rapacidad de aquellos que están repartiéndose sus
despojos le ilumina acerca de sus sentimientos.: mas a ellos, también, ya les
llegará su turno.
Pregunta 329. El respeto
instintivo que el hombre, en todos los tiempos y en la totalidad de los
pueblos, demuestras sentir por los difuntos, ¿es efecto de la intuición que
tiene de la vida futura?.
Respuesta. - Es su consecuencia
natural. A no ser por ello, ese respeto no tendría sentido.
Nota de H. Pires. - Como se ve, el respeto por los muertos
no representa sólo una costumbre. Es un deber de fraternidad, que la conciencia
guarda y del que nos alerta. Por muy malo que el difunto haya sido no tenemos
derecho de aumentar su suplicio con nuestras vibraciones agresivas. La caridad
nos ordena olvidar el mal y recordar el bien, pues sólo así ayudaremos al
Espíritu desencarnado a superar sus faltas y esforzarse por evolucionar. Si
pensamos y hablamos mal de él únicamente podemos perjudicarlo, irritarlo e
incluso volverlo contra nosotros.