lunes, 23 de diciembre de 2013

Navidad 2013

          arbol_navidad13
    FELIZ  NAVIDAD 
El significado de la vida es la evolución de vuestra conciencia y el Amor en vuestro Corazón, Sentid la Paz, la Sabiduría y el Amor de la Existencia.

Quiero agradecer a todos por la paciencia y la comprensión que han tenido al soportar los errores y las pruebas en este proyecto incipiente de lectura automática, 
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Les pido perdón por la demora en publicar, pero como todos, también tengo obligaciones laborales con horarios bastante variables

También agradeceré cualquier sugerencia que permita corregir errores, hacer más amigable la lectura, o cualquier idea que tengan en mente.

MUCHAS PERO MUCHÍSIMAS GRACIAS

Que tengan una muy felíz Navidad, y durante el año venidero, además de vuestras metas, logreis comprender porqué estáis aquí...
Y CUÁL FUE LA MISIÓN DE AQUEL POR QUIÉN CELEBRAMOS LA NAVIDAD.
-¡NO TE OLVIDES DE INVITARLE A TU HOGAR!...

Con Cariño y Agradecimiento...
Luis  Núñez  García  -  Caminante  Espirita
Desde Talca - VII Región - Chile

jueves, 19 de diciembre de 2013

002 08 - Texto


CAPÍTULO II - Segunda Parte
NOCIONES ELEMENTALES DEL ESPIRITISMO

De los médiums

54.- Los médiums presentan muy numerosas variedades en sus aptitudes, lo que los hace más o menos propios para la obtención de tal o cual fenómeno, de tal o cual género de comunicación. Según sus aptitudes, se los distingue en médiums para efectos físicos, para comunicaciones inteligentes, videntes, parlantes, auditivos, sensitivos, dibujantes, políglotas, poetas, músicos, escribientes, etc. No puede esperarse de un médium lo que está fuera de su facultad. Sin el conocimiento de las aptitudes medianímicas, no puede el observador darse cuenta de ciertas dificultades o de ciertas imposibilidades que se encuentran en la práctica. (El Libro de los Médiums, cap. XVI, núm. 185.)

55.- Los médiums de efectos físicos son particularmente más aptos para provocar fenómenos materiales, tales como movimientos, golpes, etc., con auxilio de mesas u otros objetos. Cuando estos fenómenos revelan su pensamiento u obedecen a una voluntad, son efectos inteligentes que indicarán, por lo tanto, una causa inteligente; ésta es para los espíritus una manera de manifestarse. Por medio de un número convenido de golpes se obtienen respuestas por sí o por no, o la indicación de las letras del alfabeto que sirven para formar palabras o frases. Este medio primitivo es muy pesado y no se presta a extensas comunicaciones. Las mesas parlantes fueron el principio de la ciencia. Hoy, con medios de comunicación tan rápidos y completos como los que nos sirven para comunicarnos los vivos, sólo se emplean aquéllos accidentalmente y como método de experimentación.

56.- De todos los medios de comunicación, la escritura es a la vez el más sencillo, el más rápido, el más cómodo, el que permite mayor extensión, y es también la facultad que más frecuentemente se encuentra en los médiums.

57.- Para la obtención de la escritura se emplearon, al principio, intermediarios materiales, como cestas, planchitas, etc., a las que se adaptaba un lápiz. (El Libro de los Médiums, cap. XIII, núm. 152 y ss.) Más tarde se reconoció la inutilidad de esos accesorios y la posibilidad de que los médiums escribiesen directamente con la mano, como en las circunstancias ordinarias.

58.- El médium escribe bajo la influencia de los espíritus, que se sirven de él como de un instrumento. Su mano es impelida por un movimiento involuntario que a menudo no puede dominar. Ciertos médiums no tienen conciencia alguna de lo que

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escriben; otros la tienen más o menos vaga, aunque el pensamiento les sea extraño; esto es lo que distingue a los médiums mecánicos de los médiums
transmite el pensamiento del Espíritu al médium y el papel de este último en las comunicaciones. (El Libro de los Mediums, cap. XV, núm. 179 y ss., cap XIX, núm. 223 y ss.)

59.- El médium posee únicamente la facultad de comunicar, pero la comunicación efectiva depende de la voluntad de los espíritus; si los espíritus no quieren manifestarse, el médium nada obtiene; es como un instrumento sin músico.
Comunicándose únicamente los espíritus cuando lo quieren o pueden, no están al capricho de nadie; ningún médium tiene poder para hacerlos venir a su voluntad y contra la de ellos.
Esto explica la intermitencia en la facultad de los mejores médiums y las interrupciones que experimentan, a veces durante meses.
Sin razón, pues, se asimilaría la mediumnidad a un conocimiento. Éste se adquiere con el trabajo: el que lo posee es siempre dueño de él, y el médium no lo es nunca de su facultad, porque ésta depende de una voluntad ajena.

60.- Los médiums de efectos físicos que obtienen regularmente y a su voluntad la producción de ciertos fenómenos, si no es esto resultado de sofisterías, se las dan con espíritus de baja ralea que se complacen en esta especie de exhibición, y que acaso se dedicaron durante su vida a este oficio; pero sería absurdo creer que espíritus algún tanto elevados se divirtiesen en dar estas representaciones.

61.- La oscuridad necesaria para la producción de ciertos efectos físicos da, sin duda, lugar a la sospecha, pero no prueba nada contra la realidad. Se sabe que en Química no puede operarse con luz en ciertas combinaciones y que bajo la acción del fluido lumínico se verifican composiciones y descomposiciones. Pues, bien, todos los fenómenos espiritistas son resultado de la combinación de los fluidos propios del espíritu y del médium, y siendo materiales estos fluidos, no es nada sorprendente que, en ciertos casos, sea contrario a esta combinación el fluido lumínico.

62.- Las comunicaciones inteligentes, asimismo, tienen lugar por la acción fluídica del Espíritu sobre el médium, y es preciso que el fluido de éste se identifique con el de aquél. La facilidad de las comunicaciones depende del grado de afinidad que existe entre los dos fluidos. Así cada médium es más o menos apto para recibir la impresión o la impulsión del pensamiento de tal o cual Espíritu, puede ser buen instrumento para el uno y malo para el otro. De aquí resulta que, de los médiums igualmente bien dotados y puestos el uno al lado del otro, podrá manifestarse el Espíritu por medio del uno y no por el del otro.

63. Es, pues, un error creer que basta ser médium para recibir con igual facilidad comunicaciones de cualquier Espíritu. No existen médiums universales para las evocaciones, como no existen para producir todos los fenómenos. Los espíritus buscan, con preferencia, los instrumentos que vibran a su unísono; imponerles el primero que se tenga a mano, sería como el exigir de un pianista que tocase el violín, por la razón de que, sabiendo música, debe poder tocar todos los instrumentos.

64.- Sin la armonía, única que puede producir la asimilación fluídica, las comunicaciones son imposibles, incompletas o falsas. Pueden ser falsas porque, en defecto del Espíritu deseado, no faltan otros dispuestos a aprovechar la ocasión de manifestarse, y que se cuidan poco de decir la verdad.

65.- La asimilación fluídica es a veces totalmente imposible entre ciertos espíritus y ciertos médiums; otras, y este es el caso más ordinario, no se establece más que

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gradualmente y con el tiempo. Esto explica por qué los espíritus que tienen costumbres de manifestarse con un médium lo hacen con mayor facilidad, porque las primeras comunicaciones patentizan casi siempre molestia y son menos explícitas.

66.- La asimilación fluídica es tan necesaria en las comunicaciones por tiptología como por la escritura, puesto que en uno y otro caso se trata de la transmisión del pensamiento del Espíritu, cualquiera que sea el medio material empleado.
67. No pudiendo imponer un médium al Espíritu que se quiere evocar, conviene dejarle la elección de sus instrumentos. En todo caso, es necesario que el médium se identifique anticipadamente con el Espíritu por el recogimiento y la oración, por lo menos durante algunos minutos, y hasta con alguna anticipación si es posible, a fin de provocar y activar la asimilación fluídica. Este es el medio de atenuar la dificultad.

68.- Cuando las condiciones fluídicas no son propicias a la comunicación directa con el médium, puede establecerse por mediación del guía espiritual de éste último. En este caso el pensamiento llega de segunda mano, es decir, después de haber atravesado dos medios. Se comprende cuánto importa entonces que el médium esté bien asistido, porque si lo está por un Espíritu obsesor, ignorante u orgulloso, la comunicación estará necesariamente alterada.
En esto las cualidades personales del médium desempeñan un papel importante por la naturaleza de los espíritus que atrae. Los médiums más indignos pueden tener poderosas facultades, pero lo más seguros son los que, a esta potencia, unen las mejores simpatías en el mundo espiritual; simpatías que no están de ningún modo garantizadas por los nombres más o menos respetables de los espíritus, o que toman los que firman las comunicaciones, sino por la naturaleza constantemente buena de los que las reciben.

69.- Cualquiera que sea la clase de comunicación, la práctica del Espiritismo, bajo el punto de vista experimental, ofrece numerosas dificultades y no está exenta de inconvenientes para el que carece de la necesaria experiencia. Ya experimente uno mismo, ya sea simple observador, es esencial saber distinguir las diferentes naturalezas de espíritus que pueden manifestarse, conocer la causa de todos los fenómenos, las condiciones con que pueden producirse y los obstáculos que a ellos pueden oponerse a fin de no pedir un imposible. No es menos necesario conocer todas las condiciones y escollos de la mediumnidad, la influencia del médium, de las disposiciones morales, etc. (El Libro de los Médiums, segunda parte.)

Escollos de los médiums

70.- Uno de los mayores escollos de la mediumnidad es la obsesión, es decir, el dominio que pueden ejercer ciertos espíritus sobre los médiums, imponiéndoseles con nombres apócrifos e impidiéndoles comunicar con otros espíritus. Es al mismo tiempo un escollo para el observador novicio e inexperto que, no conociendo los caracteres de este fenómeno, puede ser engañado por las apariencias, como el que, no sabiendo medicina, puede hacerse ilusiones sobre la causa y la naturaleza del mal. Si en este caso es inútil el estudio anticipado al observador, al médium le es indispensable, porque le proporciona medios de prevenir un inconveniente que podría tener para él consecuencias desagradables. Por esta razón no recomendaremos nunca bastante el estudio, antes de entregarse a la práctica. (El Libro de los Médiums, cap. XXIII.)

71.- La obsesión presenta tres grados bien caracterizados: la obsesión simple, la fascinación y la subyugación. En la primera, el médium tiene conciencia perfecta de que

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no obtiene nada bueno; no se hace ilusión alguna sobre la naturaleza del Espíritu que se obstina en manifestársele y de quién desea deshacerse. Este caso no ofrece ninguna gravedad: es un sencillo contratiempo y el médium queda libre cesando de escribir momentáneamente. El Espíritu, cansado de que no se le oiga, acaba por retirarse.
La fascinación obsesional es mucho más grave, porque el médium está completamente fascinado. El Espíritu que le domina se apodera de su confianza hasta paralizar su propio juicio respecto de las comunicaciones, y hasta hacerle encontrar sublime lo más absurdo.
El carácter distintivo de este género de obsesión es el de provocar en el médium una excesiva susceptibilidad, haciéndole que no encuentre bueno, justo y verdadero, más que lo que él escribe, y rechazar, hasta tomar con desagrado, todo consejo u observación crítica. Le induce también a malquistarse con sus amigos antes de convenir en que es engañado, a concebir celos de los otros médiums, cuyas comunicaciones son juzgadas mejores que las suyas, a querer imponerse en las reuniones espiritistas, de las que se aleja cuando no puede dominar. Llega en fin a sufrir una dominación tal, que el Espíritu puede arrastrarle a las más ridículas y comprometedoras determinaciones.

72.- Uno de los caracteres distintivos de los malos espíritus es el de imponerse; dan órdenes y quieren ser obedecidos. Los buenos no se imponen nunca: dan consejos, y si no se les escucha, se retiran. De esto resulta que la impresión de los malos espíritus es casi siempre penosa, fatiga y produce una especie de malestar; a menudo provoca una agitación febril, movimientos bruscos y desenfrenados; la de los buenos espíritus es, por el contrario, apacible, suave y produce un verdadero bienestar.

73.- La subyugación obsesional, designada en otro tiempo con el nombre de posesión, es una coacción física producida siempre por espíritus de la peor especie y que puede hasta neutralizar el libre albedrío. Se limita, a menudo, a simples impresiones desagradables; pero provoca a veces movimientos desordenados; actos de insensatez, gritos y palabras incoherentes o injuriosas cuya ridiculez conoce de vez en cuando, aunque sin poder evitarlas, aquel que es victima de semejante situación. Este estado difiere esencialmente de la locura patológica, con la cual se la confunde sin motivo, porque no presentan ninguna lesión orgánica, y siendo diferente la causa, los medios curativos deben ser otros. Aplicando gárgolas y tratamientos corporales, se logra hacer a menudo una verdadera locura de lo que era una causa moral.

74.- En la locura propiamente dicha la causa del mal es interior. Es preciso, pues, procurar restablecer el organismo a su estado normal; en la subyugación la causa del mal es exterior, y es preciso librar al enfermo de un enemigo invisible, oponiéndole no remedios, sino una fuerza moral superior a la suya. La experiencia prueba que en semejante caso los exorcismos no han producido nunca ningún resultado satisfactorio, y que más bien han agravado que mejorado la situación. Indicando la verdadera causa del mal, sólo el Espiritismo puede dar los medios para combatirlos. Es preciso, en cierto modo, educar moralmente al espíritu obsesor, y por consejos sabiamente dirigidos se logra hacerle mejor y renunciar voluntariamente a atormentar al enfermo, quedando así libre el paciente. (El Libro de los Médiums, núm. 279.)

75.- Ordinariamente la subyugación obsesional es individual; pero cuando una muchedumbre de malos espíritus se cierne sobre una población, puede tener un carácter epidémico. Un fenómeno de esta naturaleza tuvo lugar en tiempo de Cristo. Sólo una poderosa superioridad moral podía abatir aquellos seres malhechores, designados entonces con el nombre de demonios, y devolver la calma a sus víctimas. (1)

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76.- Un hecho importante, que debemos considerar, es que la obsesión es independiente de la mediumnidad, y que se la encuentra en todos los grados, principalmente en el último, en una multitud de individuos que nunca han oído hablar de Espiritismo. En efecto, habiendo existido en todo tiempo los espíritus, han debido ejercer en todo tiempo la misma influencia. La mediumnidad no es una causa, sino una manera de manifestarse aquélla, por lo cual puede decirse con certeza, que todo el médium obsesado ha debido sufrir de algún modo, y a menudo en los actos más vulgares de la vida, los resultados de esta influencia, y que sin la mediumnidad se traduciría por otros efectos atribuidos a menudo a esas enfermedades misteriosas, que resisten a todas las investigaciones de la medicina. Por la mediumnidad el Espíritu malhechor descubre su presencia; sin la mediumnidad es un enemigo oculto del que no se sospecha.

77.- Los que no admiten nada fuera de la materia no pueden admitir causas ocultas; pero cuando la ciencia haya salido de la vía materialista, reconocerá en la acción del mundo invisible que nos rodea y en medio del cual vivimos, una potencia que reacciona tanto sobre las cosas físicas como sobre las morales. Este será un nuevo sendero abierto al progreso y la clave de una multitud de fenómenos mal comprendidos.

78.- Como la obsesión no puede ser nunca producto de un buen Espíritu, es punto esencial el de saber conocer la naturaleza de los que se presentan. El médium no instruido puede ser engañado por las apariencias, mientras que el que está prevenido espía las señales menos sospechosas, y el Espíritu concluye por alejarse cuando ve que nada consigue. El conocimiento anticipado de los medios de distinguir los buenos de los malos espíritus es, pues, indispensable al médium que no quiere exponerse a ser cogido en el lazo. No lo es menos para el simple observador, que puede por este medio apreciar el valor de lo que ve u oye. (El Libro de los Médiums, cap. XXIV.)
1. Una epidemia semejante se cebó durante muchos años en un lugar de la Alta Saboya.

Cualidades de los médiums

79.- La facultad medianímica depende del organismo. Es independiente de las cualidades morales del médium, y se la encuentra desarrollada tanto en los más indignos como en los más dignos. No sucede lo mismo con la preferencia que dan los buenos espíritus al médium.

80.- Los buenos espíritus que se comunican más o menos voluntariamente por tal o cual médium, según la simpatía que sienten por él. Lo que constituyen la cualidad de un médium, no es la facilidad con que obtiene comunicaciones, sino su aptitud para recibirlas buenas y no ser juguete de espíritus ligeros y mentirosos.

81.- Los médiums que desde el punto de vista moral dejan más que desear reciben a veces muy buenas comunicaciones que sólo pueden venir de espíritus buenos, de lo cual algunos se maravillan sin razón, porque a menudo son de interés para el médium y para darle sabias advertencias. Si no las aprovecha, aumenta su culpabilidad, porque escribe su condenación. Dios, cuya bondad es infinita, no puede negar asistencia a los que más necesitan de ella. El virtuoso misionero que va a moralizar a los criminales hace lo mismo que los buenos espíritus con los médiums imperfectos.
Por otra parte, los buenos espíritus, queriendo dar una enseñanza útil a todo el mundo, se sirven del instrumento que les viene a mano; pero le abandonan cuando encuentran otro que les es más simpático y que aprovecha sus lecciones. Retirándose los

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buenos espíritus, los inferiores, poco cuidadosos de las cualidades morales, que les molestan, tienen entonces libre el campo.
De aquí resulta que los médiums imperfectos moralmente, y que no se enmiendan, son tarde o temprano, presa de malos espíritus, que a menudo los conducen a su ruina y a las mayores desgracias incluso en este mundo. En cuanto a su facultad, de bella que era y que hubiera continuado siendo, se pervierte al principio por el abandono de los buenos espíritus y concluye por extinguirse.

82.- los médiums más meritorios no están al abrigo de las mistificaciones de los espíritus mentirosos. En primer lugar, porque no hay nadie lo bastante perfecto que no tenga un punto vulnerable para que pueda dar acceso a los malos espíritus, y en segundo lugar, porque los buenos espíritus le permiten a veces, para ejercitar el raciocinio, enseñar a discernir la verdad del error y mantener la desconfianza, a fin de que no se acepte nada ciegamente y sin comprobación; pero nunca procede la mentira de un buen Espíritu, y todo nombre respetado, continuado al pie de un error, es necesariamente apócrifo.
Puede también ser este accidente una prueba de la paciencia y perseverancia del espiritista, médium o no. El que se desanimase por algunas decepciones probaría a los buenos espíritus que no pueden contar con él.

83.- De la misma forma que en la Tierra vemos a personas malévolas encarnizarse con hombres de bien, no ha de sorprendernos que malos espíritus obsesen a personas honradas.
Es de notar que, desde la publicación de El Libro de los Médiums, son menores los obsesados, porque estando prevenidos, se mantiene en guardia y analizan los detalles más insignificante, que pueden revelar la presencia de un Espíritu mentiroso. La mayoría de los obsesados, o no han estudiado anticipadamente, o no han aprovechado los consejos.

84.- Lo que constituye un médium propiamente dicho es la facultad, y bajo este aspecto, puede estar más o menos formado, más o menos desarrollado. Lo que constituye el médium seguro, el que verdaderamente puede calificar de buen médium, es la aplicación de la facultad, la aptitud para poder servir de intérprete a los buenos espíritus. Dejando a un lado la facultad, la potencia del médium para atraer a los buenos espíritus y rechazar a los malos, está en razón de su superioridad moral; ésta es proporcional a la suma de cualidades que constituyen el hombre de bien. De este modo se concilia la simpatía de los buenos y ejerce ascendiente sobre los malos.

85.- Por la misma razón, aproximándole a la naturaleza de los malos espíritus, la suma de imperfecciones morales del médium le quita la influencia necesaria para alejarlos; en vez de ser él quien se impone a ellos, son ellos lo que se imponen a él. Aplíquese esto no sólo a los médiums, sino a cualquier persona, porque ninguna deja de recibir la influencia de los espíritus. (Véanse los núm. 74 y 75.)

86.- Para imponerse a los médiums, los malos espíritus saben explotar, hábilmente, todas las imperfecciones morales, y la que les es más propicia es el orgullo, y por esto es el sentimiento que domina en el mayor número de médiums obsesados y sobre todo en los que están fascinados.
El orgullo les hace creer en su inhabilidad y rechazar las advertencias. Desgraciadamente, este sentimiento es excitado por los elogios de que son objeto los médiums. Cuando tienen una facultad algo notable, se les busca, se les adula y acaban por creer en su importancia, juzgándose indispensables, lo cual les pierde.

87.- En tanto que el médium imperfecto se enorgullece de los nombres ilustres apócrifos, la mayoría de las veces, que figuran en las comunicaciones que recibe, y se cree

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intérprete privilegiado de los poderes celestes, el buen médium no se cree nunca digno de semejante favor; abriga siempre una saludable desconfianza de lo que obtiene, y no lo refiere nunca a su propio juicio.
No siendo más que un instrumento pasivo, comprende que si es bueno no puede hacerse de ello un mérito personal, como tampoco puede ser responsable de lo malo que obtenga, y que sería ridículo tomar el hecho y la causa por la identidad absoluta de los espíritus que se le manifiestan; y deja que juzguen la cuestión terceras personas desinteresadas, sin que su amor propio se resienta de un juicio desfavorable, como el actor de la censura dirigida a la pieza de que es intérprete. Su carácter distintivo es la sencillez y la moralidad, considera una felicidad la facultad que posee, no para lo que hace voluntariamente cuando se le presenta ocasión sin molestarse porque no se le da el primer puesto. Los médiums son los intermediarios e intérpretes de los espíritus. Importa, pues, al evocador, y hasta al simple observador, poder apreciar el mérito del instrumento.

88.- La facultad medianímica es un don de Dios, como todas las otras facultades, que pueden emplearse en bien y en mal, y de la cual puede abusarse. Tiene por objeto ponernos en comunicación directa con las almas de los que han vivido, a fin de recibir sus enseñanzas y de iniciarnos en la vida futura. Así como la vista nos pone en comunicación con el mundo visible, así la mediumnidad nos relaciona con el invisible. El que de ella se sirve, de un modo útil, para su adelanto y el de sus semejantes, cumple una verdadera misión, por la que recibirá recompensa. El que abusa de ella y la emplea en cosas fútiles o para su interés material, la aleja de su fin providencial, y sufre tarde o temprano la pena, como aquel que emplea mal cualquier otra facultad.

Charlatanismo

89.- Ciertas manifestaciones espiritistas se prestan, con bastante facilidad, a la imitación. Pero sería absurdo deducir que, por el hecho de que puede abusarse de ellas, estas manifestaciones no existen. Para el que ha estudiado y conoce las condiciones morales en que pueden producirse, es fácil distinguir la imitación de la realidad. Por lo demás, la imitación no llega a ser completa y no puede engañar más que al ignorante, incapaz de apreciar los matices característicos del verdadero fenómeno.

90.- Las manifestaciones que más fácilmente pueden imitarse son ciertos efectos físicos y los inteligentes vulgares, tales como: Movimientos, golpes, aportes, escritura directa, respuestas vulgares, etc., pero no sucede lo mismo con las comunicaciones inteligentes trascendentales. Para imitar las primeras, basta la destreza; para simular las otras, serían precisas casi una instrucción poco común, una superioridad intelectual nada vulgar y una facultad de improvisación, por decirlo así, universal.

91.- Los que no conocen el Espiritismo se inclinan generalmente a sospechar de los médiums; el estudio y la experiencia dan medios de asegurarse de la realidad de los hechos, y las mejores garantías que pueden encontrar son el desinterés absoluto y la honradez del médium; hay personas que por su posición y carácter se sustraen a toda sospecha. Si el cebo de la ganancia puede excitar al fraude, el sentido común dice que a nada conduce el charlatanismo cuando no se trata de ganar. (El Libro de los Médiums, pág. 28, “Charlatanismo y sofisticación, médiums interesados, fraudes espiritistas”, núm. 300).

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92.- Entre los adeptos del Espiritismo se encuentran entusiastas exaltados, como en todo, los cuales son en general los peores propagadores, porque se desconfía de su facilidad en aceptarlo todo sin maduro examen. El espiritista ilustrado huye del entusiasmo que ciega y lo observa todo fríamente y con calma: éste es el medio de no ser juguete de las ilusiones y mistificadores. Dejando a un lado toda cuestión de buena fe, el observador novicio debe ante todo, tener en cuenta la gravedad del carácter de las personas a quien se dirige.

Identidad de los espíritus

93.- Puesto que se encuentran entre los espíritus todas las fases de la humanidad, se hallan también la astucia y la mentira, y los hay que no tienen escrúpulo alguno en darse los nombres más respetables para inspirar mayor confianza. Es preciso, pues, desconfiar de una manera absoluta de la autenticidad de todas las firmas.

94.- La identidad es una de las grandes dificultades del Espiritismo práctico, a menudo es imposible evidenciarla, sobre todo cuando se trata de los espíritus superiores, antiguos con relación a nosotros. Entre los que se manifiestan, muchos no tienen nombre para nosotros, y para fijar nuestras ideas, pueden tomar el de un Espíritu conocido perteneciente a la misma categoría; de modo que si un Espíritu se comunica con el nombre de San Pablo, por ejemplo, nada prueba que sea precisamente el apóstol de este nombre, puede ser él o un Espíritu del mismo orden, o uno enviado por él.
La cuestión de identidad es en este caso completamente secundaria y sería pueril atribuirle importancia, lo que importa es la naturaleza de la enseñanza. ¿Es buena o mala, digna o indigna del personaje cuyo nombre lleva, la aceptaría éste o la rechazaría? He aquí toda la cuestión.

95.- La identidad es más fácil de evidenciar cuando se trata de espíritus contemporáneos cuyo carácter y costumbres son conocidos; por las costumbres y las particularidades de la vida privada se revela la identidad del modo más seguro y a menudo de manera incontestable. Cuando se evoca a un pariente o amigo lo que interesa es la personalidad, y es muy natural que se procure evidenciar la identidad; pero los medios que para esto emplea generalmente los que sólo imperfectamente conocen el Espiritismo, son insuficientes y pueden inducir a error.

96.- El Espíritu revela su identidad por una multitud de circunstancias que se encuentran en las comunicaciones, donde se reflejan sus hábitos, su carácter, su lenguaje, y hasta sus locuciones familiares. Se revela también por pormenores íntimos en los que entra espontáneamente con las personas a quienes aprecia: éstas son las mejores pruebas, pero es raro que conteste a las preguntas directas que le son dirigidas acerca de este particular, sobre todo si las hacen personas que le son indiferentes por curiosidad y para probarle. El Espíritu prueba su identidad como quiere, o como puede, según la facultad de su intérprete, y a menudo las pruebas son abundantes; la falta está en querer que las dé a gusto del evocador. Entonces el Espíritu se resiste a someterse a tales exigencias. (El Libro de los Médiums, cáp. XXIV, “Identidad de los espíritus”.)

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Contradicciones

97.- Las contradicciones que se notan con bastante frecuencia en el lenguaje de los espíritus sólo puede sorprender a los que tienen de la ciencia espiritista un conocimiento incompleto, porque son consecuencia de la naturaleza misma de los espíritus, que, como hemos dicho, sólo saben las cosas en razón de su adelanto y algunos saben mucho menos que ciertos hombres. Sobre una multitud de aspectos no pueden emitir más que su opinión personal, que pueden ser más o menos acertada, y conservar el reflejo de las preocupaciones terrestres de que no están despojadas; otros forjan sistemas a su antojo sobre lo que aún no saben, particularmente en lo concerniente a las cuestiones científicas y al origen de las cosas. No es, pues, nada sorprendente que no están siempre acordes.

98.- Algunos se sorprenden al ver comunicaciones contradictorias firmadas con el mismo nombre. Sólo los espíritus inferiores pueden, según las circunstancias, hablar contradictoriamente; los espíritus superiores no se contradicen nunca. Cualquiera, por poco iniciado que esté en los secretos del mundo espiritual, sabe la facilidad con que ciertos espíritus se adornan con nombres prestados para crédito a sus palabras; y puede inducirse con certeza que de dos comunicaciones, radicalmente contradictorias en el fondo del pensamiento, y al pie de las cuales se halla el mismo nombre respetable, la una es esencialmente apócrifa.

99.- Dos medios pueden servir para fijar las ideas sobre cuestiones dudosas: el primero consiste en someter todas las comunicaciones a la comprobación severa de la razón, del sentido común y de la lógica. Ésta es una recomendación que hacen todos los buenos espíritus, y que se guardan bien de hacerla los mentirosos, porque saben perfectamente que ha de perjudicarles un examen serio. Por eso evitan la discusión y quieren ser creídos sin réplica.
El segundo criterio de la verdad es la concordia de la enseñanza. Cuando el mismo principio es enseñado en muchos puntos por diferentes espíritus y médiums ajenos los unos a los otros, y que no están bajo las mismas influencias, puede deducirse que es más verdadero que el que emana de un solo origen y es contradictorio por la mayoría. (El Libro de los Médiums, cáp. XXVII, “De las contradicciones y mistificaciones”, El Evangelio según el Espiritismo, “Introducción. Autoridad de la doctrina espiritista”.)

Consecuencias del Espiritismo

100.- En vista de la incertidumbre de las revelaciones hechas por los espíritus, se pregunta: ¿Para qué sirve el estudio del Espiritismo?
Evidencia la existencia del mundo espiritual, constituido por las almas de los que vivieron, de lo que resulta la prueba de la existencia del alma y su supervivencia al cuerpo.
Las almas que se manifiestan revelan sus goces o sus sufrimientos según el modo como han empleado la vida terrestre, y de esto resulta la prueba de las penas y recompensas futuras.
Las almas o espíritus, descubriendo su estado o situación, rectifican las ideas falsas que tenían sobre la vida futura principalmente sobre la duración y la naturaleza de las penas.

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Pasando la vida futura del estado de teoría, vaga e incierta, al de hecho observado y positivo, impone la necesidad de trabajar lo máximo que se pueda la vida presente, que es de corta duración, en provecho de la futura, que es indefinida.
Supongamos que un hombre de veinte años tenga la certeza de morir a los veinticinco, ¿Qué hará durante estos cinco años? ¿Trabajará para el porvenir? Seguramente no, sino que procurará gozar cuanto pueda, mirando como una tontería imponerse trabajo y privaciones sin objeto. Pero si tiene la seguridad de que vivirá ochenta años, procederá de otro modo, porque comprenderá la necesidad de sacrificar algunos instantes del reposo presente para asegurarse durante largos años el reposo futuro. Esto mismo sucede con aquél para quien la vida futura es una realidad.
La duda, respecto a la vida futura, conduce naturalmente a sacrificarlo todo a los goces del presente, y de aquí la excesiva importancia que se da a los bienes materiales que tanto incitan a la codicia, la envidia y los celos, del que tienen poco contra el que tiene mucho. De la codicia al deseo de adquirir lo que tiene su vecino a cualquier precio, no hay más que un paso, y aquí se originan los odios, las querellas, los procesos, las guerras y todos los males engendrados por el egoísmo.
En la duda acerca del porvenir, el hombre, abrumado en esta vida por el pesar y el infortunio, sólo en la muerte ve el término de sus sufrimientos, y no esperando nada, encuentra racional abreviarlos por medio del suicidio.
Sin esperanza en el porvenir, es muy natural que el hombre se afecte y se desespera con los desengaños que experimenta. Los sacudimientos violentos que sufre producen una perturbación en su cerebro, causa del mayor número de casos de locura.
Sin la vida futura, la presente es para el hombre la más importante, el único objeto de sus preocupaciones, a ella lo refiere todo: quiere gozar a cualquier precio, no sólo de los bienes materiales, sino que también de los honores; aspira a brillar, a elevarse por encima de los otros, a eclipsar a sus vecinos con el fausto y el rango, de aquí la ambición desordenada y la importancia que da a los títulos y a las futilezas de la vanidad por las que sacrificaría hasta su propio honor, porque no ve nada más allá.
La certeza de la vida futura y de sus consecuencias cambia totalmente el orden de las ideas y hace ver las cosas bajo otro aspecto. Es la rasgadura de un velo que cubría un horizonte inmenso y espléndido. Ante lo infinito y grandioso de la vida de ultratumba, desaparece la terrestre como el segundo ante los siglos, como el grano de arena ante la montaña. Todo se vuelve pequeño, mezquino, y uno mismo se sorprende de la importancia atribuida a cosas tan efímeras y pueriles. La calma, la tranquilidad ante los acontecimientos de la vida es una dicha en comparación con las desazones, con los tormentos que nos damos, con los quebraderos de cabeza que nos buscamos para hacernos superiores a los otros. Da también una indiferencia respecto a las vicisitudes y desengaños, que, cerrando la puerta a la desesperación, aleja numerosos casos de locura, y borra forzosamente la idea del suicidio. Cierto del porvenir, el hombre espera y se resigna. Dudoso de él, pierde la paciencia, porque todo lo espera del presente.
La prueba, por el ejemplo de los que han vivido, de que la suma de la dicha futura está en razón del progreso moral realizado y del bien hecho en la Tierra, y que la suma del sufrimiento está en razón de los vicios y malas acciones, infunde a todos los que están convencidos de esta verdad una tendencia natural a hacer el bien y huir del mal.
Cuando la mayor parte de los hombres esté imbuida de esta idea, cuando profese tales principios y practique el bien, no procurará ya dañarse mutuamente, arreglará instituciones sociales en bien de todos y no en provecho de algunos; en una palabra, el bien triunfará sobre el mal en la Tierra y los hombres comprenderán que la ley

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de caridad enseñada por Cristo es el origen de la dicha en este mundo, y basarán las leyes civiles en la caridad.
La evidencia del mundo espiritual que nos rodea y la de su acción sobre el mundo corporal es la revelación de una de las fuerzas de la Naturaleza, y por consiguiente la clave de una multitud de fenómenos no comprendidos, tanto del orden físico como del moral.
Cuando la ciencia tenga en cuenta esta nueva fuerza, desconocida hasta el momento, rectificará una multitud de errores que provienen de atribuirlo todo a una causa única, la materia. El reconocimiento de esta nueva causa de los fenómenos de la Naturaleza será una palanca para el progreso, y producirá el efecto del descubrimiento de cualquier agente nuevo. Con la ayuda de la luz espiritista, se dilatará el horizonte de la ciencia, como se ha dilatado con la ayuda de la ley de la gravitación.
Cuando los sabios proclamen desde la cátedra la existencia del mundo espiritual y su acción en los fenómenos de la vida, infiltrarán en la juventud el antídoto de las ideas materialistas, en vez de predisponerla a la negación del porvenir.
En las lecciones de filosofía clásica, los profesores enseñan la existencia del alma y sus atributos según las diferentes escuelas, pero sin dar pruebas materiales. ¿No es de extrañar que, cuando se tienen tales pruebas, sean rechazadas y calificadas de supersticiones por los mismos profesores? ¿No equivale a decir a sus discípulos: Nosotros os enseñamos la existencia del alma, pero nada la prueba? Cuando el sabio admite una hipótesis sobre un punto de la ciencia, investiga con solicitud y acoge con alegría los hechos que puede trocar en verdad la hipótesis. ¿Cómo, pues, el profesor de filosofía, cuyo deber es probar a sus discípulos que tiene un alma, trata con desdén los medios de darle una demostración?

101.- Aun suponiendo que los espíritus sean incapaces de enseñarnos nada que no sepamos o que no podamos saber por nosotros mismos, se observa que la sola evidencia de la existencia del mundo espiritual conduce forzosamente a una revolución en las ideas, y esta revolución produce necesariamente otra en el orden de las cosas: será fruto del Espiritismo.

102.- Pero los espíritus hacen algo más; si es cierto que sus revelaciones están rodeadas de algunas dificultades, si es verdad que exigen minuciosas precauciones para afirmar su exactitud, no lo es menos que los espíritus adelantados, cuando se les interroga y cuando se les permite, pueden revelarnos hechos ignorados, darnos la explicación de cosas no comprendidas, y ponernos en camino de progresar más rápidamente. En este punto, sobre todo, es indispensable el estudio completo y detenido de la ciencia espiritista, a fin de pedirle lo que puede darnos, y el modo como puede dárnoslo. Traspasando estos límites, es como nos exponemos a ser engañados.

103.- Las mínimas causas pueden producir los mayores efectos; así es como de un grano puede salir un árbol inmenso, como la caída de una manzana hizo descubrir la ley que rige los mundos, como una rana saltando en un plato reveló la fuerza galvánica, así es como también del fenómeno vulgar de las mesas giratorias ha salido la prueba del mundo invisible, y de esta prueba, la doctrina que en algunos años ha dado la vuelta al mundo, y puede regenerarlo por la sola demostración de la realidad de la vida futura.

104.- El Espiritismo enseña poco acerca de las verdades absolutamente nuevas, en virtud de que nada hay de nuevo en el mundo. Sólo son absolutas las verdades eternas; estando fundadas en leyes de la Naturaleza, las que enseñan el Espiritismo han debido existir siempre, por eso en todo tiempo se encuentran los gérmenes de las mismas, gérmenes que han sido desarrollados por un estudio más completo y por más detenidas observaciones.

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Las verdades enseñadas por el Espiritismo tienen, pues, más carácter de consecuencias que de descubrimientos.
El Espiritismo no ha descubierto ni inventado a los espíritus: tampoco ha descubierto el mundo espiritual, en el que se ha creído desde la noche de los tiempos; se limita a probarlos con hechos materiales y lo presenta bajo su verdadero aspecto, despojándolo de preocupaciones y de ideas supersticiosas, que engendran la duda y la incredulidad.
Observaciones. Estas explicaciones, por incompletas que sean, bastan para demostrar la base en que descansa el Espiritismo, el carácter de las manifestaciones, y el grado de confianza que pueden inspirar según las circunstancias.



viernes, 29 de noviembre de 2013

PINGA FOGO - con Chico Xavier

PARTICIPACIÓN DE FRANCISCO CANDIDO XAVIER EN EL PROGRAMA PINGA FOGO DE LA TV TUPI - el 28 de Julio de 1971 - en SAO PAULO BRASIL





Lista de Reproducción - En Español
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163 03 - AudioTexto


PINGA FOGO con CHICO XAVIER
PARTICIPACIÓN DE CHICO XAVIER EN EL PROGRAMA PINGA FOGO DE LA TV TUPI

03 - Tercera Parte - 3/3

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miércoles, 27 de noviembre de 2013

163 02 - AudioTexto


PINGA FOGO con CHICO XAVIER
PARTICIPACIÓN DE CHICO XAVIER EN EL PROGRAMA PINGA FOGO DE LA TV TUPI

02 - Segunda Parte - 2/3

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jueves, 14 de noviembre de 2013

163 01 - AudioTexto














PINGA FOGO con CHICO XAVIER
PARTICIPACIÓN DE CHICO XAVIER EN EL PROGRAMA PINGA FOGO DE LA TV TUPI

01 - Primera Parte - 1/3

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viernes, 8 de noviembre de 2013

002 09 - Audio

QUE ES EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC

09 - Capítulo III - 9/9
     - Soluciones Mediante la Doctrina Espírita


 ANTERIOR 

Contenido:
1.- Pluralidad de mundos 
2.- Del alma
3.- El hombre durante la vida terrestre
4.- El hombre después de la muerte

F I N ...

002 08 - Audio

QUE ES EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC

08 - CAPÍTULO II - Segunda Parte - 8/9
     - Nociones Elementales de Espiritismo


 ANTERIOR      SIGUIENTE 

Contenido:
1.- De los médiums
2.- Escollos de los Médiums
3.- Cualidades de los médiums
4.- Charlatanismo
5.- Identidad de los espíritus Contradicciones 
6.- Consecuencias del Espiritismo 


viernes, 1 de noviembre de 2013

002 09 - AudioTexto


QUE ES EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC

09 - Capítulo III - 9/9
     - Solución de Problemas Mediante la Doctrina Espírita
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Contenido:
1.- Pluralidad de mundos
2.- Del alma
3.- El hombre durante la vida terrestre
4.- El hombre después de la muerte

F I N ...

jueves, 24 de octubre de 2013

002 08 - AudioTexto

QUE ES EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC

08 - Capítulo  II - Segunda Parte - 8/9
     - Nociones Elementales de Espiritismo

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Contenido:
5.- Charlatanismo
6.- Identidad de los espíritus
7.- Contradicciones
8.- Consecuencias del Espiritismo 


sábado, 5 de octubre de 2013

002 07 - AudioTexto

QUE ES EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC

07 - Capítulo  II - Primera Parte - 7/9
     - Nociones Elementales de Espiritismo

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 ANTERIOR       SIGUIENTE       IR AL ÍNDICE 
Contenido:
1.- Observaciones preliminares
2.- De los Espíritus
3.- Comunicaciones con el mundo invisible
4.- Fin providencial de las manifestaciones espiritistas