El Libro de los Espíritus - Allan Kardec
1.- De la reencarnación.
Pregunta 166. ¿Cómo
puede acabar de depurarse el alma que no ha alcanzado la perfección durante la
vida corporal?.
Respuesta. -
Sufriendo la prueba de una nueva existencia.
Pregunta 166 a. ¿De
qué manera realiza el alma esta nueva existencia?. ¿Por su transformación como
Espíritu?.
Respuesta. - Al
depurarse, el alma experimenta sin duda una transformación, pero para ello
necesita la prueba de la vida corporal.
Pregunta 166 b. El
alma ¿tiene, pues, muchas existencias corpóreas?.
Respuesta. - Sí,
todos tenemos muchas existencias. Los que afirmen lo contrario quieren
manteneros en la ignorancia en que ellos mismos están:. ese es su deseo.
Pregunta 166 c. De
este principio parece resultar que el alma, tras haber dejado un cuerpo, toma
otro. Dicho de otra manera, reencarna en un nuevo cuerpo. ¿Así hay que
entenderlo?.
Respuesta. -
Evidentemente.
Pregunta 167. ¿Cuál
es el objetivo de la reencarnación?.
Respuesta. -
Expiación, mejoramiento progresivo de la humanidad. Sin esto, ¿dónde estaría la
justicia?.
Pregunta 168. El
número de las existencias corporales, ¿es limitado, o el Espíritu reencarna
perpetuamente?.
Respuesta. - Con
cada nueva existencia el Espíritu da un paso más por la senda del progreso.
Cuando se ha despojado de todas sus impurezas ya no tiene necesidad de las
pruebas de la vida corporal.
Pregunta 169. El
número de encarnaciones, ¿es el mismo para todos los Espíritus?.
Respuesta. - No, el
que adelanta con rapidez se ahorra pruebas. No obstante, esas encarnaciones
sucesivas son siempre muy numerosas, por cuanto el progreso es casi infinito.
Pregunta 170. ¿En
qué se convierte el Espíritu después de su última encarnación?.
Respuesta. -
Espíritu bienaventurado, Espíritu puro.
Pregunta 171. ¿En qué se funda el dogma de la reencarnación?.
Kardec. - Todos
los Espíritus tienden a la perfección y Dios les provee los medios de obtenerla
mediante las pruebas de la vida corporal. Pero, en su justicia, les reserva que
cumplan en nuevas existencias lo que no pudieron hacer o perfeccionar en una primera prueba.
No estaría de
acuerdo con la equidad y la bondad de Dios castigar para siempre a aquellos que
han podido encontrar obstáculos para su mejoramiento, independientemente de su
voluntad y en el medio mismo donde se hallaban ubicados. Si la suerte del
hombre después de su muerte estuviera irremediablemente fijada, Dios no habría
pesado las acciones de todos con la misma balanza y no los hubiera tratado con
imparcialidad.
La doctrina de la
reencarnación, esto es, aquella que consiste en admitir para el hombre muchas
existencias sucesivas, es la única que responde a la idea que nos formamos de
la justicia de Dios para con hombres de una condición moral inferior, la única
que puede explicarnos el porvenir y fundamentar nuestras esperanzas, puesto que
nos ofrece el medio de rescatar nuestras faltas mediante nuevas pruebas. La
razón nos lo indica y los Espíritus así lo enseñan.
El hombre que
tiene conciencia de su inferioridad encuentra en la doctrina de la
reencarnación una esperanza consoladora. Si cree en la justicia de Dios no
puede esperar que será por siempre diferente de aquellos que han obrado mejor
que él. El pensamiento de que esa inferioridad no lo deshereda para siempre del
bien supremo, y que podrá conquistarlo por medio de nuevos esfuerzos, lo
sostiene y reanima su valor. ¿Quién, al término de su carrera, no lamenta haber
adquirido demasiado tarde una experiencia que ya no puede aprovechar? Pero esa
experiencia tardía no está perdida, pues la aprovechará en una nueva
existencia.
Respuesta. - No, no todas, sino en los distintos mundos. Las de la Tierra no son las primeras ni las últimas, y son de las más materiales y alejadas de la perfección.
Pregunta
173. En cada nueva existencia corpórea, ¿pasa el alma de un mundo a otro, o
puede cumplir varias en un mismo globo?.
Respuesta.
- Puede encarnar muchas veces en un mismo globo, si no está lo bastante
adelantada para pasar a un mundo superior.
Pregunta
173 a. Así pues, ¿podemos reaparecer varias veces en la Tierra.
Respuesta.
- Ciertamente.
Pregunta
173 b. Y después de haber vivido en otros mundos ¿podemos volver aquí?.
Respuesta.
- Seguro. Es posible que hayáis vivido ya en otras partes y también en la
Tierra.
Pregunta
174. Reencarnar en la Tierra, ¿constituye una necesidad?.
Respuesta. - No.
Pero si no adelantáis podréis ir a otro mundo que no sea mejor que la Tierra, o
que sea aún peor.
Pregunta 175.
¿Existe una ventaja en volver a vivir aquí?.
Respuesta. - Ninguna
ventaja en particular, a menos de estar cumpliendo una misión. Entonces se
adelanta, aquí como en otras partes.
Pregunta 175 a. ¿No
seríamos más dichosos si permaneciéramos en el estado de Espíritus?.
Respuesta. - ¡No,
no! Se quedaría estacionario, y lo que se quiere es adelantar hacia Dios.
Pregunta 176. Tras
haber encarnado en otros mundos, ¿pueden los Espíritus hacerlo en éste, si no
encarnaron nunca aquí?.
Respuesta. - Sí,
como vosotros en los demás globos. Todos los mundos son solidarios. Lo
que no se realiza en uno se cumple en otro.
Pregunta 176 a. De
esta manera, ¿hay hombres que están en la Tierra por primera vez?.
Respuesta. - Los
hay, muchos y en diversos grados.
Pregunta 176 b. ¿Se
puede reconocer por cualquier indicio cuándo un Espíritu está por vez primera
reencarnado en la Tierra?.
Respuesta. - Eso no
tendría ninguna utilidad.
Pregunta 177. Para
llegar a la perfección y a la ventura suprema, que es la meta postrera de todos
los hombres, ¿debe el Espíritu pasar por la serie de pruebas de todos los
mundos que en el Universo existen?.
Respuesta. - No,
porque hay muchos mundos que están en el mismo grado y donde el Espíritu no aprendería
nada nuevo.
Pregunta 177 a.
¿Cómo explicar entonces la pluralidad de sus existencias en un mismo globo?.
Respuesta. - Tal vez
se encuentre en cada ocasión en situaciones muy diferentes, que son para él
otras tantas oportunidades para adquirir experiencia.
Pregunta 178.
¿Pueden los Espíritus volver a vivir corporalmente en un mundo relativamente
inferior a aquel en que han residido ya?.
Respuesta. - Sí,
cuando deben realizar una misión para ayudar al progreso, y en tal caso aceptan
con alegría las tribulaciones de esa existencia, porque les proporcionan un
medio para adelantar.
Pregunta 178 a. ¿No
puede ocurrir esto también por expiación, y no es posible que Dios envíe a
Espíritus rebeldes a mundos inferiores?.
Respuesta. - Los Espíritus pueden permanecer estacionarios, pero no retroceden, y entonces su castigo consiste en no seguir adelantando y en recomenzar las existencias mal empleadas en el medio que a su naturaleza conviene.
Respuesta. - Los Espíritus pueden permanecer estacionarios, pero no retroceden, y entonces su castigo consiste en no seguir adelantando y en recomenzar las existencias mal empleadas en el medio que a su naturaleza conviene.
Pregunta 178 b.
¿Cuáles son los que deben recomenzar una misma existencia?
Respuesta. - Los que
fallen en su misión o en sus pruebas.
Pregunta 179. Los
Seres que habitan cada mundo, ¿han llegado todos a un mismo grado de
perfección?.
Respuesta. - No, es
como en la Tierra.: los hay más o menos adelantados.
Pregunta 180. Al
pasar de este globo a otro, ¿conserva el Espíritu la inteligencia que en la
Tierra tenía?.
Respuesta. - Sin
duda alguna. La inteligencia no se pierde, aunque acaso no posea los mismos
medios de manifestarla. Esto depende de su superioridad y del estado del cuerpo
que tome.
Pregunta 181. Los
Seres que habitan los diferentes mundos, ¿tienen cuerpos similares a los
nuestros?.
Respuesta. - Desde
luego, poseen cuerpos, puesto que es necesario que el Espíritu esté revestido
de materia para obrar sobre ella. Pero esa envoltura es más o menos material,
según sea el grado de pureza a que hayan llegado los Espíritus, y es eso lo que
constituye la diferencia entre los mundos que debemos recorrer. Porque hay
muchas moradas en la casa de nuestro Padre y, en consecuencia, muchos grados.
Unos lo saben y tienen conciencia de ello en la Tierra, al paso que otros no
están en modo alguno en las mismas condiciones.
Pregunta 182.
¿Podemos conocer con exactitud el estado físico y moral de los diversos mundos?.
Respuesta. -
Nosotros, los Espíritus, no podemos responder sino conforme al grado en que
vosotros os halláis. Vale decir que no debemos revelar esas cosas a todos, por
cuanto todos no están en situación de comprenderlas, y esto los turbaría.
Kardec. - A medida que el Espíritu se purifica el
cuerpo de que se halla revestido se va acercando igualmente a la naturaleza
espírita. La materia se torna menos densa, ya no se arrastra penosamente por el
suelo, las necesidades físicas son menos groseras, los seres vivos no tienen ya
necesidad de destruirse unos a otros para nutrirse. El Espíritu es más libre y
posee, para las cosas distantes, percepciones que nos son desconocidas; y lo
que nosotros vemos con los ojos del cuerpo, él lo percibe mediante el pensamiento.
La purificación de los Espíritus se refleja en el perfecciona-miento moral de los seres en que se han encarnado. Las pasiones animales se debilitan, el egoísmo cede su lugar al sentimiento fraternal. Así pues, en los mundos superiores al nuestro no se conocen las guerras. Los odios y las discordias no tienen objeto allí, porque nadie piensa en dañar a sus semejantes. La intuición que poseen acerca de su porvenir, la seguridad que les otorga una conciencia libre de remordimientos, hacen que la muerte no les cause la menor aprensión. La ven llegar sin temor, como una mera transformación.
La purificación de los Espíritus se refleja en el perfecciona-miento moral de los seres en que se han encarnado. Las pasiones animales se debilitan, el egoísmo cede su lugar al sentimiento fraternal. Así pues, en los mundos superiores al nuestro no se conocen las guerras. Los odios y las discordias no tienen objeto allí, porque nadie piensa en dañar a sus semejantes. La intuición que poseen acerca de su porvenir, la seguridad que les otorga una conciencia libre de remordimientos, hacen que la muerte no les cause la menor aprensión. La ven llegar sin temor, como una mera transformación.
La duración de la
vida, en los diversos globos, parece estar proporcionada al grado de
superioridad física y moral de los mismos, y esto es perfectamente razonable.
Cuanto menos material sea el cuerpo, tanto menos sujeto estará a las
vicisitudes que lo desorganizan. Y cuanto más puro el Espíritu, menos pasiones
lo minarán. Es ese un beneficio más de la Providencia, que de este modo quiere
abreviar los sufrimientos.
Pregunta 183. Al
pasar de un mundo a otro ¿pasa también el Espíritu por una nueva infancia?.
Respuesta. - La
infancia es dondequiera una transición necesaria, pero no en todas partes es
tan torpe como entre vosotros.
Pregunta 184. ¿Puede
el Espíritu escoger el nuevo mundo en que ha de residir?.
Respuesta. - No
siempre, pero le cabe solicitarlo, y podrá obtenerlo si lo ha merecido. Porque
los mundos sólo son accesibles a los Espíritus de acuerdo con su grado de
elevación.
Pregunta 184 a. Si
el Espíritu no pide nada, ¿qué es lo que determina el mundo en que habrá de
reencarnar?.
Respuesta. - Su
grado de elevación.
Pregunta 185. El
estado físico y moral de los seres vivos, ¿es perpetuamente el mismo en cada
globo?.
Respuesta. - No.
También los mundos se encuentran sometidos a la ley del progreso. Todos han
comenzado como el vuestro, en un estado inferior, y la misma Tierra
experimentará una transformación similar. Se convertirá en un paraíso terrenal
cuando los hombres se hayan hecho buenos.
Kardec. - De modo
que las razas que en la hora actual pueblan la Tierra desaparecerán un día,
siendo sustituidas por seres cada vez más perfectos. Esas razas transformadas
sucederán a la de hoy, así como ésta ha reemplazado a otras más groseras
todavía.
Pregunta 186. ¿Hay
mundos en que el Espíritu, dejando de habitar un cuerpo material, sólo tiene ya
por envoltura al periespíritu?.
Respuesta. - Sí, y
esa envoltura misma se torna tan etérea que para vosotros es como si no
existiera. Se trata entonces del estado de Espíritus puros.
Pregunta 186 a. De
ello parece resultar que no hay una demarcación neta entre el estado de las
últimas encarnaciones y el de Espíritu puro.
Respuesta. - Tal
demarcación no existe. Puesto que las diferencias se van borrando poco a poco,
aquélla se torna imperceptible, como la noche que se esfuma ante las primeras
claridades del alba.
Pregunta 187. La
sustancia del periespíritu ¿es idéntica en todos los globos?.
Respuesta. - No, es
más o menos etérea. Al pasar de un mundo a otro, el Espíritu se reviste de la
materia propia de cada uno de ellos, lo que se opera con la rapidez del
relámpago.
Pregunta 188. Los
Espíritus puros ¿habitan mundos especiales o se hallan en el espacio universal
sin estar más ligados a un globo que a otro?.
Respuesta. - Los
Espíritus puros residen en ciertos mundos, pero no se encuentran confinados en
ellos, como sucede a los hombres en la Tierra. Con más facilidad que los otros
pueden trasladarse a todas partes.
Kardec. - Según los Espíritus, de todos los cuerpos
celestes que integran nuestro sistema planetario está la Tierra entre aquellos
cuyos habitantes se hallan menos adelantados en lo físico y en lo moral. Marte
le sería aún inferior y Júpiter muy superior, desde todos los puntos de vista.
El Sol no sería un astro habitado por seres corpóreos, sino un lugar de reunión
de los Espíritus superiores, quienes irradian desde allí mediante el
pensamiento hacia los otros mundos, a los que dirigen por intermedio de
Espíritus menos elevados, con los cuales se comunican sirviéndose del fluido
universal. Como constitución física, el Sol sería un foco de electricidad.
Todos los soles parecerían estar en una situación idéntica. El volumen de cada
mundo y la distancia que los separa del Sol no tienen ninguna relación
necesaria con su grado de progreso, puesto que, a lo que parece, Venus se
hallaría más adelantado que la Tierra, y Saturno, menos que Júpiter. Muchos
Espíritus que animaron a personas conocidas en la Tierra dijeron haber
reencarnado en Júpiter, uno de los mundos más cercanos a la perfección, y ha
habido oportunidad de asombrarse al ver en ese globo tan adelantado a hombres
que la opinión humana no consideraba en la Tierra como de la misma categoría.
Esto no ha de sorprendernos en modo alguno. Primero, si se considera que
ciertos Espíritus que habitaban aquel planeta han podido ser enviados a la
Tierra para cumplir en ella una misión que, a nuestro entender, no los colocaba
en el primer rango. Segundo, porque entre su existencia terrestre y la
desarrollada en Júpiter han podido tener otras intermedias, en las cuales hayan
mejorado. Y tercero, en suma, porque en aquel mundo, igual que en el nuestro,
hay diferentes grados de desarrollo, y de uno a otro grado es posible que
exista la distancia que separa entre nosotros al aborigen del hombre
civilizado. Así pues, por el hecho de vivir en Júpiter no se inferirá que se
esté en el nivel de los Seres más perfeccionados, como tampoco se deduce que
alguien que vive en París deba hallarse al nivel de un sabio del
Instituto.
Las
condiciones de longevidad no son tampoco en todas las partes las mismas que en
la Tierra y la edad de los individuos no se puede comparar. Una persona que
falleció algunos años atrás, al ser evocada manifestó que había encarnado seis
meses antes en un mundo cuyo nombre nos es desconocido. Interrogada acerca de
la edad que tenía entonces en ese mundo, respondió. “No puedo precisarla,
porque no contamos el tiempo como vosotros. Además, la forma de vida no es la
misma. Nos desarrollamos aquí con mucha mayor rapidez. Por tanto, aunque no
haga más de seis de vuestros meses que yo me encuentro aquí, puedo deciros que
en lo tocante a la inteligencia tengo treinta años de la edad que contaba en la
Tierra”. Muchas respuestas análogas han dado otros
Espíritus, y ello no tiene nada de inverosímil. ¿No vemos acaso en la Tierra a
muchísimos animales que adquieren en pocos meses su desarrollo normal? ¿Por qué
no ha de acontecer lo mismo con el hombre, en otras esferas? Subrayemos, por
otra parte, que el desarrollo alcanzado por el hombre en nuestro mundo a la
edad de treinta años quizá no es sino una especie de infancia si se le compara
con el que debería alcanzar. Es preciso tener la visión muy limitada para
considerarnos en todo los prototipos de la Creación, y es rebajar a la
Divinidad creer que fuera de nosotros no haya más nada que crear. En la
actualidad resulta chocante pensar en la posibilidad de vida en planetas como
Júpiter, Marte o Venus, por carecer ellos de las condiciones ambientales
necesarias. Pero hay que recordar al lector, que al igual que no vemos a los
Espíritus, y sin embargo podemos dar testimonio de su realidad, un caso análogo
ocurriría con los habitantes de dichos planetas, en donde la materia puede
estar vibrando en distintas coordenadas vibratorias a las nuestras. Además
puede tratarse de mundos transitorios, en donde la vida sólo sea espiritual y
no física.
4.- Transmigración progresiva.
Respuesta. - No,
porque el Espíritu, igual que el hombre, tiene también su infancia. En su
origen, los Espíritus sólo poseen una existencia instintiva y apenas si tienen
conciencia de sí mismos y de sus actos. La inteligencia se desarrolla sólo poco
a poco.
Pregunta 190. ¿Cuál
es el estado del alma en su primera encarnación?.
Respuesta. - El
estado de la infancia en la vida corporal. Su inteligencia despunta apenas. El
alma se ensaya para la vida.
Pregunta 191. Las de
nuestros salvajes, ¿son almas en estado de infancia?
Respuesta. -
Infancia relativa, pues son almas ya desarrolladas, que poseen pasiones.
Pregunta 191 a. En
consecuencia, ¿las pasiones constituyen un signo de desarrollo?.
Respuesta. - De
desarrollo, sí; pero no de perfección. Son un indicio de actividad y de la
conciencia del yo, en tanto que en el alma primitiva la inteligencia y la vida
se hallan en estado de germen.
Kardec. - En su
conjunto, la vida del Espíritu recorre las mismas fases que observamos en la
existencia corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de la infancia,
para llegar, tras una sucesión de períodos, al estado de adulto, que es el de
perfección, con la diferencia de que en la vida del Espíritu, no hay
declinación ni decrepitud, como en la vida corporal acontece. Difiere, además,
en que su existencia, que tuvo un comienzo, no tendrá un fin; en que necesita
un tiempo inmenso, desde nuestro punto de vista, para pasar de la infancia
espírita a un completo desarrollo, y su progreso se cumple no en una sola
esfera, sino pasando por mundos diversos. La vida del Espíritu está integrada,
pues, por un serie de existencias corporales, cada una de las cuales representa
para él una oportunidad de progreso, del modo que cada vida corporal se compone
de una serie de días, en cada uno de los cuales adquiere el hombre un poco más
de experiencia e instrucción. Pero, así como en la vida humana existen jornadas
que no aportan ningún fruto, así también en la del Espíritu hay existencias
corporales que no dan provecho alguno, porque no supo aprovecharlas.
Pregunta 192. ¿Es
posible ya, en esta vida, y por medio de una conducta perfecta, franquear todos
los grados y convertirse en Espíritu puro, sin pasar por los grados
intermedios?.
Respuesta. - No,
porque lo que el hombre considera perfecto está lejos de serlo. Hay cualidades
que desconoce y no puede comprender. Podrá ser tan perfecto como lo permita su
naturaleza terrena, pero ello no será la absoluta perfección. Sucede lo propio
con un niño: por muy precoz que sea, ha de pasar por la juventud antes de
llegar a la edad madura. Así también ocurre con el enfermo, que pasa por la convalecencia
antes de recobrar por entero su salud. Además, el Espíritu debe progresar en
conocimientos y en moralidad. Si sólo avanzó en uno de esos sentidos, precisa
que adelante en el otro para alcanzar el punto más alto de la escala. Pero,
cuanto más progrese el hombre en su vida presente, menos largas y penosas
resultarán para él las pruebas que sigan.
Pregunta 192 a.
¿Puede el hombre asegurarse en esta vida una existencia futura menos llena de
amargura?.
Respuesta. - Por
cierto que sí, le cabe abreviar la longitud y las dificultades del camino. Sólo
el despreocupado se encuentra siempre en el mismo punto.
Pregunta 193. ¿Podrá
un hombre, en sus nuevas existencias, descender a un punto más bajo que aquel
en que se hallaba?.
Respuesta. - En su
posición social, sí; pero como Espíritu, no.
Pregunta 194. El
alma de un hombre de bien, ¿puede, en una nueva encarnación, animar el cuerpo
de un malhechor?.
Respuesta. - No, puesto que no le es posible degenerar.
Respuesta. - No, puesto que no le es posible degenerar.
Pregunta 194 a. El
alma de un perverso, ¿podría convertirse en la de un hombre de bien?.
Respuesta. - Sí, si
se ha arrepentido, y en tal caso se trata de una recompensa.
Kardec. - La
marcha de los Espíritus es progresiva y jamás retrocede. Se elevan ellos de
manera gradual en la jerarquía y no descienden del rango que han alcanzado. En
sus diversas existencias corporales pueden descender en su condición humana,
pero no como Espíritus. Así, el alma de un poderoso de la Tierra podrá más
tarde animar el cuerpo del más humilde de los artesanos, y viceversa. Porque
las categorías entre los humanos están, a menudo, en razón inversa de la
elevación de los sentimientos morales. Herodes era rey, y Jesús, carpintero.
Pregunta 195. La
posibilidad de mejorar en otra existencia, ¿no puede inducir a ciertas personas
a perseverar en un mal camino, por pensar que podrán siempre corregirse más
tarde?.
Respuesta. - El que
así piense no cree en nada y la idea de un castigo eterno ya no le hace mella,
porque su razón la rechaza, y tal idea lleva a la incredulidad acerca de todo.
Si sólo se hubieran empleado medios racionales para conducir a los hombres no
existirían hoy tantos escépticos. Un Espíritu imperfecto podrá pensar, en su
vida corporal, como tú acabas de decirlo, pero una vez desprendido de la materia
reflexionará de otra manera, y pronto comprenderá que ha hecho mal sus
cálculos, y es entonces que adquirirá un concepto distinto para aplicar en una
nueva existencia. Así se lleva a cabo el progreso, y he aquí por qué tenéis en
la Tierra unos hombres más adelantados que otros. Unos tienen ya una
experiencia que otros no poseen aún, pero que adquirirán poco a poco. De ellos
depende acelerar su progreso o retardarlo indefinidamente.
Kardec. - El
hombre que se halle en mala posición deseará cambiarla lo antes posible. El que
esté persuadido de que las adversidades de esta vida son la consecuencia de sus
imperfecciones, tratará de asegurarse una nueva existencia menos penosa. Y este
pensamiento lo apartará más de la senda del mal que la idea del fuego eterno,
en el cual no cree.
Pregunta 196. Puesto
que no pueden los Espíritus mejorar si no es sufriendo las congojas de la
existencia corpórea, ¿se deduce de ello que la vida material sería una especie
de tamiz o depuratorio por el que deben pasar los Seres del Mundo Espírita para
llegar a la perfección?.
Respuesta. - Sí, eso
es precisamente. Mediante tales pruebas mejoran, evitando el mal y practicando
el bien. Pero sólo después de muchas encarnaciones o depuraciones sucesivas
alcanzan, en un tiempo más o menos prolongado, según hayan sido sus
esfuerzos, la meta a la cual tienden.
Pregunta 196 a. ¿El
cuerpo es el que influye sobre el Espíritu para mejorarlo, o el Espíritu el que
influye sobre el cuerpo?.
Respuesta. - Tu
Espíritu lo es todo. Tu cuerpo constituye una vestidura que entra en
putrefacción.: he ahí todo.
Kardec. - Hallamos
una comparación material de los diversos grados de depuración del alma en el
zumo de la uva. Contiene éste licor denominado espíritu o alcohol, pero
debilitado por una cantidad de materias extrañas que alteran su
esencia. Sólo alcanza la absoluta pureza tras varias destilaciones, en cada una
de las cuales se va despojando de alguna impureza. El cuerpo es el alambique en
el que debe entrar para depurarse. Las materias extrañas son las que desecha el
periespíritu al purificarse, conforme el Espíritu se va acercando a la perfección.
5.- Suerte de los
niños después de la muerte.
Pregunta 197. El
Espíritu de un niño muerto a temprana edad, ¿está tan adelantado como el del
adulto?.
Respuesta. - A veces
mucho más, porque puede haber vivido mucho y poseer mayor experiencia, sobre
todo si ha progresado.
Pregunta 197 a. Así
pues, ¿puede el Espíritu de un niño estar más evolucionado que el de su padre?.
Respuesta. -Esto es
muy frecuente, ¿No lo comprobáis vosotros mismos a menudo, en la Tierra?.
Pregunta 198. Puesto
que el niño muerto a tierna edad no ha podido hacer el mal, ¿pertenece su
Espíritu a los grados superiores?.
Respuesta. - Si no
ha hecho el mal, tampoco hizo el bien, y Dios no lo exime de las pruebas que ha
de padecer. Si es puro no será porque era niño, sino porque se hallaba más
adelantado.
Pregunta 199. a.
¿Por qué muchas veces se ve interrumpida la vida en la niñez?.
Respuesta. - La
duración de la vida del niño puede ser, para el Espíritu en él encarnado, el
complemento de una existencia interrumpida antes del término debido, y su
muerte es a menudo una prueba o una expiación para los padres.
Pregunta 199 a. ¿En
qué se transforma el Espíritu de un niño muerto a edad temprana?.
Respuesta. - Recomienza una nueva existencia.
Kardec. - Si el hombre tuviera una sola vida, y si
después de ella su suerte futura estuviese fijada para la eternidad, ¿cuál
sería el mérito de la mitad de la especie humana que muere a tierna edad, para
disfrutar sin esfuerzos de la dicha eterna, y con qué derecho sería liberada de
las condiciones con frecuencia tan duras impuestas a la otra mitad?. Semejante
orden de cosas no podría estar de acuerdo con la justicia de Dios. Por medio de
la reencarnación se establece la igualdad para todos. El porvenir pertenece a
todos sin excepción y no hay favor para nadie. Los que llegan últimos sólo
pueden atribuirlo a sí mismos. El hombre debe tener el mérito de sus acciones,
así como le cabe la responsabilidad de ellas.
Por otra parte,
no es racional considerar a la infancia como un estado normal de inocencia. ¿No
vemos niños dotados de los peores instintos en una edad en que la educación no
ha podido todavía ejercer su influjo?. ¿No conocemos otros que parecieran haber
traído de nacimiento la astucia y la falsedad, la perfidia y el instinto mismo
del robo y el crimen, no obstante los buenos ejemplos de que están rodeados?.
La ley civil les absuelve de sus delitos porque alega que han obrado sin
discernimiento. Y tiene razón, pues en efecto actúan más por instinto que en
forma deliberada. Pero, ¿de dónde pueden proceder esos instintos tan diversos
en niños de una misma edad, educados en idénticas condiciones y sometidos a
iguales influencias?. ¿De dónde proviene esa precoz perversidad, si no es de la
inferioridad del Espíritu, puesto que la educación no ha intervenido para nada
en ello?. Los que son viciosos, lo son porque sus Espíritus han progresado
menos y sufren entonces las consecuencias de esto, no por sus acciones de niño,
sino por las de sus anteriores existencias, y de esta manera la ley es la misma
para todos y la justicia de Dios a todos alcanza.
6.- Sexos en los
Espíritus.
Pregunta 200. ¿Tienen sexo los Espíritus?.
Pregunta 200. ¿Tienen sexo los Espíritus?.
Respuesta. - No, en
el sentido en que vosotros lo entendéis, por cuanto los sexos dependen del
organismo. Hay entre ellos amor y simpatía, pero basados en la afinidad de
sentimientos.
Pregunta 201. El
Espíritu que ha animado el cuerpo de un hombre, ¿puede en una nueva existencia
animar el de una mujer, y viceversa?.
Respuesta. - Sí, son
los mismos Espíritus los que animan a hombres y mujeres.
Pregunta 202. Cuando
se es Espíritu, ¿se prefiere encarnar en el cuerpo de un hombre o en el de una
mujer?.
Respuesta. - Esto
importa poco al Espíritu. Depende de las pruebas por las que tenga que pasar.
Kardec. - Los
Espíritus encarnan en hombres o mujeres, pues no poseen sexo. Como deben
progresar en todos sentidos, cada sexo, así como cada posición social, les
ofrece pruebas y deberes particulares y la ocasión de cosechar experiencias. El
que hubiera sido siempre hombre sólo sabría lo que saben los hombres.
Respuesta. - Sólo la
vida animal, puesto que el alma es indivisible. Un padre torpe puede tener
hijos talentosos, y a la inversa.
Pregunta 204. Ya que
hemos tenido muchas existencias, ¿re remonta el parentesco más allá de nuestras
vida actual?.
Respuesta. - No
podría ser de otra manera. La sucesión de existencias corpóreas establece entre
los Espíritus vínculos que se remontan a vuestras vidas anteriores. A menudo
nace de ahí la simpatía entre vosotros, y también el que algunos Espíritus os
parezcan extraños.
Pregunta 205. A los
ojos de ciertas personas la doctrina de la reencarnación parece destruir los
lazos de familia al hacerlos remontarse más allá de su actual existencia.
Respuesta. - Los
amplía, no los destruye. Fundándose el parentesco en afectos anteriores, los
vínculos que unen a los miembros de una misma familia son menos precarios. La
doctrina de la reencarnación aumenta los deberes de la fraternidad, ya que en
vuestro vecino o servidor puede encontrarse un Espíritu que ha estado unido a
vosotros por los lazos de la sangre.
Pregunta 205 a. Sin
embargo, disminuye la importancia que algunos atribuyen a la filiación, puesto
que se puede haber tenido por padre a un Espíritu que haya pertenecido a otra
raza, o que viviera en una situación completamente distinta.
Respuesta. - Es
cierto, pero esa importancia se basa en el orgullo. Lo que la mayoría honra en
sus antepasados son los títulos, el rango, la fortuna. Uno que se ruborizaría
por haber tenido como abuelo a un honrado zapatero, se jactaría en cambio si descendiera
de un gentil-hombre libertino. Pero, por más que digan o hagan, no impedirán
que las cosas sean como son, porque Dios no ha fundamentado sobre la vanidad de
ellos las leyes de la Naturaleza.
Pregunta 206. Del
hecho de que no haya filiación entre los Espíritus de los descendientes de una
misma familia, ¿se podrá inferir que el culto de los antepasados sea una cosa
ridícula?.
Respuesta. - Con seguridad que no, porque se debe
ser dichoso de pertenecer a una familia en la cual hayan encarnado Espíritus
elevados. Aun cuando los Espíritus no proceden los unos de los otros, no por
eso dejan de profesar afecto a los que están ligados a ellos por los lazos
familiares, porque esos Espíritus a menudo han sido atraídos a tal o cual
familia por simpatía o por vínculos anteriores. Pero creed que los Espíritus de
vuestros antecesores no se sienten honrados en modo alguno por el culto que les
profesáis sobre la base del orgullo. Su mérito no se transmitirá a vosotros
sino en la medida en que os esforcéis por seguir los buenos ejemplos que os han
dejado, y únicamente entonces vuestro recuerdo podrá no sólo resultarles
agradable, sino también serles útil.
8.- Semejanzas
físicas y morales.
Pregunta 207. Los progenitores suelen transmitir con frecuencia a sus hijos una semejanza física, ¿Les transmiten también un parecido moral?.
Respuesta. - No,
puesto que se trata de almas o Espíritus diferentes. El cuerpo procede del
cuerpo, pero el Espíritu no procede del Espíritu. Entre los descendientes de
las razas sólo existe consanguinidad.
Pregunta 207 a. ¿A
qué se deben las semejanzas morales que existen a veces entre padres e hijos?.
Respuesta. - Son
Espíritus que simpatizan, atraídos por la similitud de inclinaciones.
Pregunta 208. Los
Espíritus de los progenitores, ¿no ejercen influencia sobre el del niño después
del nacimiento de éste?.
Respuesta. - Tienen
una influencia muy grande. Como ya dijimos, los Espíritus deben coadyuvar a su
mutuo progreso. Pues bien, los de los padres tienen por misión desarrollar el
de sus hijos mediante la educación. Para el Espíritu del padre es esta una
tarea.: si falla, será culpable.
Pregunta 209. ¿Por
qué padres buenos y virtuosos engendran niños de naturaleza perversa?. Dicho de
otro modo.: ¿por qué las buenas cualidades de los progenitores no atraen
siempre, por simpatía, a un Espíritu bueno para animar a su hijo?.
Respuesta. - Un
Espíritu malo puede solicitar padres buenos, con la esperanza de que sus
consejos lo encaminarán por una senda mejor, y a menudo Dios se los concede.
Pregunta 210.
¿Pueden los padres, mediante sus pensamientos y plegarias, atraer hacia el
cuerpo de su hijo a un Espíritu bueno más que a uno inferior?.
Respuesta. - No,
pero podrán mejorar al Espíritu del hijo que han engendrado y que les es
confiado. Tal es su deber. Malos hijos constituyen una prueba para sus
progenitores.
Pregunta 211. ¿A qué
se debe la semejanza de carácter que existe a menudo entre dos hermanos, sobre
todo en el caso de gemelos?.
Respuesta. -
Espíritus simpáticos, que se acercan por la afinidad de sus sentimientos y
que se sienten dichosos de estar juntos.
Pregunta 212. En los
hermanos siameses, cuyos cuerpos están unido el uno al otro y que poseen
ciertos órganos en común, ¿hay dos Espíritus, o sea dos almas?.
Respuesta. - Sí,
pero la semejanza entre ambos hace muchas veces que parezcan sólo uno a
vuestros ojos.
Pregunta 213. Puesto
que los Espíritus encarnan en los hermanos gemelos por simpatía, ¿cuál es la
causa de la aversión que en ciertos casos se advierte entre éstos?.
Respuesta. - No, es
regla que los gemelos sean Espíritus que simpatizan. Ciertos Espíritus malos
pueden haber querido luchar juntos en el teatro de la vida.
Pregunta 214. ¿Qué
pensar de las historias según las cuales algunos niños luchan en el mismo seno
materno?.
Respuesta. - Es una
imagen. Para expresar que su odio era antiguo, se le ha hecho remontar hasta
antes de su nacimiento. Por lo general, no tomáis suficientemente en cuenta las
figuras poéticas.
Pregunta 215. ¿A qué
se debe el carácter distintivo que se observa en cada pueblo?.
Respuesta. - Los
Espíritus tienen también familias, formadas por la afinidad de sus
inclinaciones, más o menos depuradas, según sea su grado de elevación. Y bien,
un pueblo es una gran familia en la que se reúnen Espíritus que simpatizan. La
tendencia a unirse que tienen los miembros de esas familias da origen al
parecido existente, que determina el carácter distintivo de los individuos de
cada pueblo. ¿Crees por ventura que Espíritus buenos y humanitarios buscarán,
para encarnar, un pueblo duro y grosero?. No, los Espíritus simpatizan con las
masas, así como con los individuos.: mas siempre procurando su medio.
Pregunta 216. ¿Conserva el hombre, en sus
nuevas existencias, huellas del carácter moral de sus vidas anteriores?.
Respuesta. - Sí,
puede suceder. Pero al mejorar, cambia. Su posición social podrá también no ser
ya la misma. Si de amo como era se convierte en esclavo, sus inclinaciones
serán completamente distintas y con trabajo le reconoceríais. Siendo el
Espíritu el mismo en las diversas encarnaciones, sus manifestaciones pueden
presentar ciertas analogías de una a otra, pero modificadas por los hábitos que
su nueva posición le inculca, hasta que un perfeccionamiento notable haya
mudado por entero su carácter, porque de orgulloso y ruin, que era antes, puede
volverse humilde y humanitario, si se ha arrepentido.
Pregunta 217. ¿Conserva el hombre, en sus distintas
encarnaciones, rasgos físicos del carácter de sus vidas precedentes?.
Respuesta. - El
cuerpo anterior es destruido y el nuevo no tiene ninguna relación con aquél.
Sin embargo, el Espíritu se refleja en el cuerpo. Por cierto que el cuerpo sólo
constituye materia, pero pese a ello es modelado de acuerdo con las cualidades
del Espíritu, quien le imprime cierto carácter, en modo especial en el
semblante, y con razón se ha dicho que los ojos son el espejo del alma. Esto
es, que el rostro refleja con más particularidad al alma. Porque una persona
excesivamente fea puede tener, sin embargo, algo que agrade cuando su cuerpo es
la envoltura de un Espíritu bondadoso, sabio y humanitario, mientras que hay
rostros muy bellos que no te hacen sentir nada y por los cuales incluso
experimentas repulsión. Podrías creer que sólo los cuerpos bien constituidos
son la envoltura de los Espíritus más perfectos, mientras que estás encontrando
todos los días a hombres de bien bajo una apariencia exterior deforme. Sin tener
un parecido pronunciado, la semejanza de gustos y tendencias puede, pues, dar
lo que se llama “aire de familia” a algunos individuos.
Kardec. - Puesto
que el cuerpo que reviste al alma en una nueva encarnación no tiene ninguna
relación necesaria con el que ella ha dejado, ya que puede provenir de otro
origen enteramente distinto, sería absurdo pensar en una sucesión de vidas de
una semejanza que sólo es fortuita. Sin embargo, las cualidades del Espíritu
modifican con frecuencia a los órganos que sirven a sus manifestaciones, e
imprimen al rostro, e inclusive al conjunto de los modales, un sello
distintivo. Así pues, bajo la más humilde de las envolturas es posible
encontrar la expresión de la grandeza y de la dignidad, al paso que bajo el
hábito del gran señor se ve en ocasiones la de la bajeza e ignominia. Algunas
personas surgidas de la posición más ínfima adoptan sin esfuerzo los hábitos y
modales del mundo elegante. Pareciera como si volviesen a encontrar allí su
elemento; mientras que otras, a despecho de su nacimiento y educación, se
hallan siempre desubicadas en ese medio. ¿De qué modo explicar este hecho, si
no es como un reflejo de lo que ha sido antes el Espíritu?
Pregunta 218. El Espíritu encarnado, ¿conserva alguna huella de las percepciones que ha tenido y de los conocimientos que adquirió en sus vidas anteriores?.
Respuesta. - Le
queda un vago recuerdo, que le da lo que denominamos ideas innatas.
Pregunta 218 a. ¿De
manera que la teoría de las ideas innatas no es una quimera?.
Respuesta. – No. los
conocimientos adquiridos en cada existencia no se pierden. Una vez desprendido
de la materia, el Espíritu siempre los recuerda. En el trascurso de la
encarnación podrá en parte olvidarlos, en forma temporaria, pero la intuición
que le queda de ellos coopera a su progreso. A no ser por esto debería
recomenzar de continuo. En cada nueva existencia, el Espíritu toma como punto
de partida el alcanzado en su vida precedente.
Pregunta 218 b. Así
pues, ¿ha de existir una gran conexión entre dos existencias sucesivas?.
Respuesta. - No
siempre tan grande como podrías creerlo, por cuanto las situaciones son a
menudo muy diferentes, y en el intervalo ha podido el Espíritu progresar.
Pregunta 219. ¿Cuál
es el origen de las facultades extraordinarias de algunos individuos que, sin
haber hecho estudios previos, parecen tener la intuición de ciertos
conocimientos, como los idiomas, el cálculo matemático, etcétera?.
Respuesta. -
Recuerdo del pasado. Progreso anterior del alma, pero del cual el individuo
mismo no tiene conciencia. ¿De dónde quieres que provengan?. El cuerpo cambia,
pero no el Espíritu, aunque mude de vestimenta.
Pregunta 220. Al
cambiar de cuerpo, ¿se puede perder ciertas facultades intelectuales, por
ejemplo, dejar de aficionarse a las artes?.
Respuesta. - En
efecto, si se ha manchado esa inteligencia o si se hizo mal uso de ella.
Además, determinada facultad puede permanecer aletargada durante una
existencia, porque el Espíritu quiere ejercer otra que no tiene relación con
aquélla. Entonces queda en estado latente, para reaparecer más tarde.
Pregunta 221. ¿A un
recuerdo retrospectivo debe el hombre, aun en estado salvaje, el sentimiento
instintivo de la existencia de Dios y el presentimiento de la vida futura?.
Respuesta. - Se
trata de un recuerdo que ha conservado de lo que sabía cómo Espíritu antes de
encarnar. Pero el orgullo sofoca a menudo ese sentimiento.
Pregunta 221 a. ¿A
ese mismo recuerdo se deben ciertas creencias relativas a la Doctrina Espírita,
que en todos los pueblos encontramos?.
Respuesta. - Esta
Doctrina es tan antigua como el mundo. De ahí que se la halle en todas partes,
y esto constituye una prueba de que es verdadera. Al conservar la intuición de
su estado como Espíritu, el Espíritu encarnado tiene la conciencia instintiva
del Mundo Invisible, pero muchas veces ésta es falseada por los prejuicios, y
la ignorancia mezcla a ella con la superstición.
Nota. - Aluden los Espíritus a la eternidad
espiritual de la Doctrina y su permanente proyección en la Tierra. Mas debemos
distinguir entre sus manifestaciones falseadas, que se produjeron en el pasado,
y la manifestación pura que en este libro se encuentra. Los rasgos de la
Doctrina Espírita señalan el derrotero de la evolución humana en la Tierra,
pero sólo con esta obra se presentó ella definida y completa. Por eso, el
Espiritismo es en la Tierra una Doctrina moderna, aun cuando no sea “una
invención moderna”, como lo subraya Kardec, puesto que nadie lo inventó. J H
Pires.