miércoles, 30 de enero de 2013

04 - Las Causas Primeras - Capítulo 1

Libro Primero


LAS CAUSAS PRIMERAS
CAPÍTULO I

DIOS

I.- Dios y el infinito

1. ¿Qué es Dios? 

- Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas.  20 -

2. ¿Qué se debe entender por infinito? 

- Lo que no tiene principio ni fin: lo desconocido. Todo lo que
sea desconocido es infinito. 21 -

3. ¿Se podría decir que Dios es lo infinito? 

- Definición incompleta. Pobreza del lenguaje de los hombres, que es insuficiente para definir las cosas que se hallan por encima de su inteligencia.

Dios es infinito en sus perfecciones, pero lo infinito constituye una abstracción. Decir que Dios sea lo infinito es como tomar el atributo de una cosa por la cosa misma, es decir, definir algo que no es conocido por otra cosa que tampoco lo es.

20 - Las frases que siguen a las preguntas son las repuestas proporcionadas por los Espíritus. En esta edición suprimimos las comillas, por considerarlas innecesarias. Las notas y explicaciones de Kardec, intercaladas en el texto, han sido compuestas en negrita, de manera que no hay posibilidad de confusión. [N. de J. H. Pires.]
21 - Los Espíritus se refieren al Universo. Todo cuanto en él conocemos posee comienzo y también fin. Todo cuanto no conocemos se pierde en lo infinito, en lo desconocido. Aplicación de la expresión francesa: Passer du connu à l ́inconnu (“Pasar de lo conocido a lo desconocido”). [N. de J. H. Pires.]

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II.- Pruebas de la existencia de Dios

4. ¿Dónde podemos hallar la prueba de la existencia de Dios? 

- En un axioma que aplicáis a vuestras ciencias: no hay efecto sin causa. Buscad la causa de todo lo que no sea obra del hombre y vuestra razón os responderá.

Para creer en Dios basta con echar una ojeada a las obras de la Creación. El Universo existe. Tiene, pues, una causa. Dudar de la existencia de Dios equivaldría a negar que todo efecto tiene una causa y afirmar que la nada ha podido hacer algo.

5. ¿Qué consecuencia se puede sacar del sentimiento intuitivo de la existencia de Dios, que todos los hombres llevan en sí?

- Que Dios existe. Porque ¿de dónde le vendría ese sentimiento si en nada se basara? Es una consecuencia más del principio de que no hay efecto sin causa.

6. El sentimiento íntimo que tenemos en nosotros de la existencia de Dios, ¿no sería un resultado de la educación y un producto de las ideas adquiridas?. 

- Si así fuese, ¿por qué vuestros salvajes - 22 - poseen también ese sentimiento?

Si ese sentimiento de la existencia de un Ser Supremo sólo fuera producto de una enseñanza no sería universal y – como las nociones científicas- no existiría sino en aquellos que hubieran podido recibir esa enseñanza.

7. ¿Podríamos hallar la causa primera de la formación de las cosas en las propiedades íntimas de la materia?

- Pero entonces, ¿cuál sería la causa de esas propiedades? Se requiere siempre una causa primera.

Atribuir la formación primera de las cosas a las propieda- des íntimas de la materia sería tomar el efecto por la causa, por cuanto dichas propiedades son, en sí mismas, un efecto que debe tener su causa.

22 - “Salvajes” era el término por excelencia que en el siglo XIX y principios del XX se empleaba en antropología para designar a lo que hoy podríamos llamar aborígenes. Por tanto no conlleva ninguna connotación peyorativa, simplemente respetamos la palabra original. [N. del copista.]

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8. ¿Qué pensar de la opinión que atribuye la formación primera a una combinación fortuita de la materia: dicho de otro modo, al azar?

- ¡Otro absurdo! ¿Qué hombre de buen sentido puede considerar al azar como un ser inteligente? Por otra parte, ¿qué es el azar? Nada.

La armonía que rige las fuerzas del Universo muestra combinaciones y miras determinadas y, por lo mismo, revela un poder inteligente. Atribuir la formación primero al azar sería una falta de sentido, por cuanto la casualidad es ciega y no puede producir los efectos de la inteligencia. Un azar inteligente dejaría de ser tal.

9. ¿En qué se conoce, en la causa primera, una inteligencia suprema, superior a todas las demás?

- Tenéis un proverbio que expresa: “Por la obra se conoce a su autor”. Y bien, mirad la obra y buscad al autor. El orgullo es el que engendra la incredulidad. El hombre orgulloso no quiere nada que esté por sobre él, de ahí que se llame “espíritu fuerte” 23 -. ¡Pobre ser a quien puede abatir un soplo de Dios!

El poder de una inteligencia se juzga por sus obras. Puesto que ningún ser humano puede crear lo que la Naturaleza produce, la causa primera es, por tanto, una inteligencia superior a la humanidad.
Sean cuales fueren los prodigios efectuados por la inteligencia del hombre, tiene ella también una causa, y cuanto más

23 - Todos los traductores se contentan con verter literalmente la expresión esprit fort, que en esta obra se emplea varias veces. Queremos dejar sentado que es de muy difícil traducción, pues las definiciones que ofrecen los diversos diccionarios no son concordantes. Veamos dos: “Espíritu fuerte, un hombre despreocupado” (NEMESIO FERNÁNDEZ CUESTA, Diccionario de las lenguas francesa y española comparadas, tomo I, pág. 758. Ed. Anaconda. Buenos Aires, 1946). “El que quiere ponerse por encima de las opiniones y máximas aceptadas” (Nouveau Petit Larousse Illustré, pág. 376. Librairie Larousse, París, 1947). Y, por último, la que a nuestro juicio es la más completa: “Espíritu fuerte por incrédulo, libre en juzgar por su razón, soberbio, presuntuoso, levantado de espíritu (al modo que decimos, en opuesto sentido, pobre de espíritu), despreocupado, irreligioso, filósofo incrédulo” (RAFAEL MARÍA BARALT, Diccionario de Galicismos, pág. 275. Joaquín Gil, Editor, Buenos Aires, 1945). En general, se acepta que la expresión “espíritu fuerte” es un galicismo por “incrédulo, escéptico”, y creemos que en tal sentido la utiliza e autor de este libro. [N. del T. al cast.]

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grande sea lo que realiza, tanto más grande será la causa primera. Esta es aquella Inteligencia que constituye la causa primera de todas las cosas, no importa el nombre con el cual la designemos.

III.- Atributos de la Divinidad

10. ¿Puede el hombre comprender la naturaleza íntima de Dios? 

- No. Le falta un sentido para ello.

11. ¿Será dado al hombre, algún día, comprender el misterio de la Divinidad?

- Cuando su Espíritu no se halle ya oscurecido por la materia y por su perfección se haya acercado a Ella, entonces la verá y comprenderá.

La inferioridad de las facultades del hombre no le permite comprender la íntima naturaleza de Dios. En la infancia de la humanidad, el hombre lo confunde a menudo con la criatura, cuyas imperfecciones le atribuye. Pero, conforme el sentido moral se va desarrollando en él, su pensamiento penetra mejor en el fondo de las cosas y se forma acerca de Dios una idea más justa y más de acuerdo con la sana razón, si bien siempre incompleta.

12. Si no nos es posible comprender la naturaleza íntima de Dios, ¿podemos tener una idea de algunas de sus perfecciones?

- De algunas, sí. El hombre va comprendiéndolas mejor a medida que se eleva sobre la materia, ya las entrevé mediante el pensamiento.

13.Cuando decimos que Dios es eterno e infinito, inmutable e inmaterial, único y todopoderoso, soberanamente justo y bueno, ¿no tenemos una idea completa de sus atributos?

- Desde vuestro punto de vista, sí, porque vosotros creéis abarcarlo todo. Pero sabed que hay cosas por encima de la inteligencia del más inteligente de los hombres, y para esas cosas vuestro lenguaje, que se limita a vuestras ideas y sensaciones, no posee expresiones. La razón os dice, en efecto, que Dios debe poseer esas perfecciones en el grado supremo, porque si careciera de una sola de ellas, o bien no la poseyese en grado infinito, no sería superior a todo y, en consecuencia, tampoco habría de ser Dios. Para estar por encima de la totalidad de las cosas, Dios no debe sufrir

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ninguna vicisitud y no ha de tener ninguna de las imperfecciones que la imaginación puede concebir.

Dios es eterno: Si hubiera tenido principio, habría surgido de la nada, o bien hubiera sido creado por un ser anterior a Él. Así, poco a poco, nos remontamos hasta lo infinito y la eternidad.
Es inmutable: Si Él se hallara sujeto a mudanzas, las leyes que rigen el Universo no poseerían ninguna estabilidad.
Es inmaterial: Vale decir, que su naturaleza difiere de todo lo que llamamos materia. De lo contrario no sería inmutable, debido a que se encontraría sujeto a las transformaciones de la materia.
Es único: Si hubiera varios dioses, no existiría ni unidad de propósitos ni unidad de poder en la ordenación del Universo.
Es todopoderoso: Porque es único. Si no poseyera el soberano poder habría algo más poderoso que Él o tan poderoso como Él. No hubiera creado la totalidad de las cosas, y aquellas que Él no hubiese hecho serían obras de otro dios.
Es soberanamente justo y bueno: La providencial sabiduría de las leyes divinas se pone de relieve así en las cosas más pequeñas como en las más grandes, y esa sabiduría no permite dudar ni de su justicia ni de su bondad.

IV.- Panteísmo

14. ¿Es Dios un ser distinto o sería, según la opinión de algunos, la resultante de todas las fuerzas e inteligencias del Universo reunidas?

- Si así fuese, Dios no existiría, por cuanto sería efecto y no causa. Y no puede ser a la vez uno y otra.
Dios existe, y no podéis dudar de ello. Esto es lo esencial. Creedme, no vayáis más allá. No os internéis en un laberinto del que no podríais salir. Esto no os haría mejores, sino quizá un tanto más orgullosos, debido a que creeríais saber y en rigor de verdad nada sabríais. Así pues, dejad a un lado todas esas indagaciones. Bastantes cosas tenéis que os tocan más directamente. Estudiad vuestras propias imperfecciones a fin de desembarazaros de ellas: esto os resultará más útil que querer penetrar lo impenetrable.

15.¿Qué pensar de la opinión según la cual todos los cuerpos de la Naturaleza, seres y mundos del Universo serían partes de la

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Divinidad y constituirían, en conjunto, la Divinidad misma: esto es, la doctrina panteísta?

- No pudiendo ser Dios, el hombre quiere por lo menos ser una parte de Él.

16.Quienes profesan esa doctrina pretenden encontrar en ella la demostración de algunos de los atributos de Dios. Siendo infinitos los mundos existentes, por la misma razón es infinito Dios. Puesto que en ninguna parte está el vacío o la nada, Dios se halla dondequiera. Y encontrándose Dios por doquier, ya que todo es parte integrante de Él, da a todos los fenómenos de la Naturaleza una razón de ser inteligente. ¿Qué se puede oponer a este razonamiento?

- La razón. Reflexionad con madurez y no os será difícil comprender lo absurdo de ello.

Esa doctrina hace de Dios un ser material que, si bien dotado de una inteligencia suprema, sería en gran escala lo que nosotros somos en pequeño. Ahora bien, como quiera que la materia se transforma sin cesar, si Dios fuera así no tendría ninguna estabilidad, sino que se hallaría sujeto a todas las vicisitudes, e incluso a todas las necesidades, del género humano. Carecería de uno de los atributos esenciales de la Divinidad: la inmutabilidad. No es posible vincular las propiedades de la materia con la idea de Dios sin rebajarlo en nuestro pensamiento, y todas las sutilezas del sofisma no llegarán a resolver el problema de su naturaleza íntima. No sabemos todo lo que Dios es, pero sabemos todo lo que no puede dejar de ser, y aquel sistema se halla en contradicción con sus atributos más esenciales, porque confunde al Creador con la criatura, del mismo modo que si se pretendiera que una máquina ingeniosa fuese parte integrante del mecánico que la ha diseñado.
La inteligencia de Dios se pone de manifiesto en sus obras, así como el pintor en su tela. Pero las obras de Dios no son Dios mismo, de la manera que el cuadro no es el artista que lo concibió y ejecutó.

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