jueves, 11 de octubre de 2012

LECCIÓN Nº 3

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32:26 min
Detén tu paso, ¡Oh cansado viajero.
Detén tu andar por un instante y busca a tu Creador en la Grandeza de su Omnipresencia.
Contémplale en el azul del infinito. En la Creación Universal. En el celaje blanco de las nubes y en el cintilar de las estrellas.
¡Admírale, en la fragancia exquisita de las flores. En la majestuosidad de los Océanos. En la soledad imponente del desierto, y en el silencio mismo que te impongas, podrás sentir su presencia, porque de El, está impregnada toda la naturaleza.
El está en tu propio cuerpo, morada imperfecta aún, porque vives desconectado de la armonía de su Ley.
Por eso te invito a hojear las páginas brillantes de mi Enseñanza que en este tiempo de confusión te entrego, para que aprendas a encontrarle e ilumines tu propio entendimiento.
Dos Lecciones te he dictado, respecto a las obligaciones, que pesan sobre los hombros de quienes forman las columnas del Hogar. FORMARÁS CON ELLAS UN LEGADO QUE TE RECLAMARÉ, PORQUE ES LA HERENCIA QUE DARÁS A TUS HIJOS Y A LOS HIJOS DE ÉSTOS.
Enseñanza Moral, que te hará conocer la responsabilidad que haz adquirido, y no tan sólo cifres tu deber, en la educación cultural que crees debes dar a tus hijos, olvidándote de las sólidas bases, que forman los buenos principios que deben de inculcarse en el infante, desde que tiene uso de razón.
Ayer le hablé al padre, el padre que ha equivocado su misión educadora, y qué, haciendo esfuerzos inauditos, le ha brindado a su hijo el máximo apoyo, para que logre éste una carrera profesional. Este padre que no escatima precios, y que en afán de que al hijo no le falte nada llega a cometer actos reñidos con la misma moral y con la Ley.
A éste padre que así actúa, Yo le hablo, a este padre que cree que está cumpliendo, más, nunca antes se preocupó de conocer la verdadera vocación del hijo, y con un  amor paternal y ciego entregó al joven cuanto éste le exigió.
Este padre que soñó, el ver a su hijo convertido en un hombre de brillante porvenir, rodeado de grandezas superficiales, anhelos que se fundaron en el amor mal entendido.
Porque ya he dicho: ¿Acaso auscultaron antes las reacciones del hijo tan amado? - ¿Se preocuparon por conocer si había probabilidades de triunfo?. O si había inclinaciones nada buenas que causarían en éste joven estudiante, el que se convirtiese en un fracasado, que perdiera el tiempo lastimosamente, porque también, nunca tuvo la noble idea de aprender algo.
Este mal estudiante y peor hijo, nunca abrigó el deseo de prepararse intelectualmente, y sólo engañó a sus padres y a sí mismo.
Y cuando ellos diéronse  cuenta, ya era tarde para remediar el daño. Más son tan pocos los padres que aceptan la culpabilidad del hijo, que lo más de las veces consideran que la causa del fracaso de éste, residió en los mentores donde acudió a estudiar.
Esto es lo más común que sucede entre los padres, que no aceptan los errores de sus hijos.
Jóvenes que no estudiaron porque en ellos la pereza iba despierta, y tempranamente, al vicio resurgieron, cual remanente de pasados turbulentos. Jóvenes que perdieron el tiempo en la vagancia con los libros bajo el brazo.
Criaturas sin escrúpulos morales y de voz irresponsable, que no se detendrá jamás, para pronunciar la palabra acusadora contra sus mentores, los cuales recibieron en las aulas, a un ser de mentalidad torcida y enfermiza, porque en el seno del hogar de donde procedían, jamás les dieron ni el más mínimo principio de atención, porque también sus padres, no eran responsables, ni concientes del deber que implica la familia.
Analizad, el panegírico que os hago de los hijos disolutos, y los padres inconscientes. Y comprended entonces, cual es vuestro deber sobre la tierra.
Vuestro deber ¡Oh padres de familia! Es profundizar en las reacciones de los hijos, para que no paséis por alto sus defectos.
Padres que no sabéis auscultarles,  porque os duele reconocer vuestra incapacidad cómo padres temporales, supuesto, que sois padres, solamente en cuanto a la materia, no así en cuanto al Espíritu. Y por esa misma insuficiencia, vuestra, es que os habla la voz de la conciencia, haciéndoos notar, el incumplimiento de vuestra parte, en lo que toca a la recta dirección que formaría el carácter noble y justo de los hijos.
Habéis descuidado vuestro lenguaje. Habéis mancillado el seno del hogar, llevando hasta ahí, lo prosaico que en el mundo del engaño y la maldad, vosotros mismos recogéis.
Habéis envenenado el ambiente familiar, sin daros cuenta, que vuestros niños, son flores de loto nacidas en el fango del mundo terrenal. Flores que al contacto con la atmósfera manchada que vais creando, la albura inmaculada de éstos pétalos, también se va manchando. Y ese infante tan limpio en el principio, inmaculado en sus primeros años, irá recogiendo la maledicencia y la concupiscencia misma, que vosotros vivís a cada instante, porque habéis creído, que el tálamo nupcial, tan sólo es para gozar de los placeres de la carne.
Habéis prostituído  el seno del hogar, y es mi voz, la Voz Maestra, la que os reclama en este tiempo de confusiones, de desequilibrios y de perversidad,  porque vuestros hijos, limpios ayer, son jóvenes viciados hoy a los que no podréis rescatar ya de la equivocación.
Las primeras decepciones que os dieron cuando apenas eran estudiantes, considerasteis, que se debieron a la mala voluntad o poca atención, que para ellos tenían quienes eran sus Mentores, en los cuales, según vuestra creencia, vosotros confiasteis una perla. Más os pregunto, - ¿Y la perla luminosa del más puro Oriente que recibisteis en el seno del hogar, misma que vosotros engendrasteis?. ¿Acaso conservasteis de la misma, su pureza?.
- ¡No!, porque ni siquiera habéis sustentado la honestidad en el vivir. Por lo tanto, vuestros hijos en sus costumbres perniciosas, están dándoos la cosecha que imprudentemente ayer sembrasteis.
Ayer, vuelvo a decir, cuando llegasteis a la conclusión, de que necesitabais unir vuestros destinos a una compañera (o compañero), os pregunto, - ¿Cuáles fueron vuestros pensamientos? - ¿Fueron éstos nobles y elevados? - ¿Pensasteis que como copartícipes del Gran Arquitecto teníais que actuar, para tomar parte en la Sublime Ley de la Creación? - ¿Tuvisteis en mente la idea, de que, al llegar al tálamo nupcial, asumíais una responsabilidad que jamás terminaría, y que vuestra actuación no se reduciría tan sólo en alimentar la prole que llegase después?.
- ¡No!, jamás pensasteis esto. Porque desconocéis el verdadero Amor que sublima las almas, que por la Ley de Causa se encuentra formando los núcleos de familia, y cuando os unís en matrimonio, lo hacéis por el reflejo de la deuda anterior que os incita a ello, más no buscáis la unión, porque sintáis la exquisita ternura que identifica a las almas como seres iguales en las mismas circunstancias, anhelosos de superación.
Por esto mismo actuáis también en forma irresponsable, porque aún no habéis despertado al delicado sentir de la fraternidad, que nace, en quienes vibran en el Amor Supremo como expresión de la Ley Universal. Y sólo por este Sublime reconocimiento las almas se unifican, y los que están actuando como padres de familia, podrían cumplir con el verdadero amor que redime, ennoblece, rectifica, a la vez que  nulifica las causas del pasado.
Cuántas veces consideráis desesperados, que el sufrimiento que os dan las hijos, es el castigo que Dios os a enviado en vía de que abonéis vuestros adeudos. Más nunca habéis pensado, el que esos hijos perezosos, dados a mentir, malos estudiantes e irrespetuosos, no os los a mandado el Creador y mucho menos su creación es deplorable.
Porque, esos hijos que os llegan al hogar, están eslabonados con vosotros por deudas del ayer, y vosotros mismos desde antes de nacer, prometisteis, el servirles de vehículos para que ellos volvieran a nacer, y así saldar los debes y el haber.  Más nunca la Sabiduría Suprema es la culpable de lo que pasa entre esos núcleos familiares, que están unidos por los odios del antaño.
En los Planos Elevados, las Almas se unifican por Amor y toman parte en el engranaje del ritmo Universal. Mientras que en los Planos inferiores de manifestación grosera, también las almas van unidas, solamente que por el dolor. Pues, tan encadena el sentimiento ruin, como el sentimiento noble. El primero es agonía y eterno sufrimiento. El segundo es armonía y buen entendimiento.
Más es la Ley del Todopoderoso, la que en Amor jamás descuida a su Creación, no obstante el que esta misma, no acate de sus códigos Supremos. Y esta sabia Ley, en generoso auxilio responde a los niños, que nacen en esta tierra llena de impurezas, exonerándolos de toda causa, por lo tanto cuando ellos llegan al seno del hogar, nacen limpios y puros. Más si, de acuerdo sean tratados, después responderán, porque en su Alma traen bajo un manto de olvido, el recuerdo de pasadas vidas, y éste germinará presto, cuando empiece a recibir el riego que fecundiza también la maleza, que brota aparejada al grano.
Sin embargo, no estando los niños bajo el karma pasado mientras no cumplen los 14 años, fácil es para los padres el acrisolarles en los nobles ideales que pueden germinar dócilmente, ya que el infante, es a manera de un surco en tierra virgen que se os muestra, para que cumpláis inteligentemente.
Comprended, el por qué os reclamo más cumplimiento. Y si aún vuestros hijos no llegan al segundo septento, todavía podéis encausarlos mejor con más sentido de justicia y de humano derecho.
Los niños son supersensibles en su temperamento psicosimpático hasta los 14 años; después de esta edad,  principia  el desarrollo en ellos del sentido intuicional, que viene a madurar, por el efecto del deseo noble de cumplir bien en la vida terrenal.
El sexto sentido de la intuición va ampliamente desarrollado en los adultos, y por este mismo, los padres deben aprender a interpretarlo para cumplir mejor, sin tan sólo dejarse llevar por la voz de las circunstancias. Porque, muchos Padres de familia exclaman para sí internamente y se dicen  “Yo no tuve infancia”, “troté por las calles bajo la lluvia y el frío”, “mendigué el pan cuando niño”, etc... etc.., y si ahora, yo puedo evitar a mis hijos esos sufrimientos, puedo darles lo que yo no tuve, - ¿por qué no hacerlo?.
Y al respecto os digo: ¿No sabéis que el cumplimiento del amor paterno no se fija en la meta, que lleva a satisfacer del hijo sus caprichos apremiantes?. Vuestro deber, es mostrarle con justicia y rectitud el aprendizaje honesto. El amor al estudio, al trabajo, el respeto absoluto hacia todo derecho ajeno, de lo contrario, si por vivir confundidos en cuanto a vuestros deberes, les fomentáis sus perezas, sus inmoralidades y faltas al respeto para con vosotros mismos, entonces después no os extrañe el resultado, porque al dejarlos a su libre actitud nada bueno resultará, y en vez de haber cumplido bien con ellos, los habréis arrojado por la pendiente. Siendo entonces, que seguís originando nuevas causas de las que responderéis ante vosotros mismos, cuando os preparéis a nacer en una nueva vida futura.
La Ley de Evolución en esta edad, exige en cumplimiento la justa acción de equilibrio que deben mostrar todas las almas, que han mecido sus experiencias en tan largo peregrinar de mundo en mundo.
Cómo padres de familia, vuestro deber es frenar los impulsos violentos y nocivos de los hijos. Investigarles someramente en todas las actividades que se relacionan con ellos. Si son cumplidos en los estudios, con sus maestros y su comportamiento total.
Más, ¡ay! De aquel padre que desobliga sus deberes y se atiene tan sólo a la educación educadora del maestro, hombre ennoblecido por un sentimiento de amor hacia su prójimo, sentimiento de fuerte arraigo  en su alma digna, y que, cumpliendo está con el deber sublime de encausar vidas, de modelar mentes, para que sean de utilidad. Más, aunque su voluntad y su nobleza sea muy grande, no está en sus manos el poder corregir los déficit morales de los que son educandos, porque éstos demuestran solamente, el que en sus hogares tampoco existan estos principios que toca a los padres enseñar.
Los Mentores son vuestros mediatos cooperadores. Más es vuestra la máxima responsabilidad para la buena educación. Porque si van creciendo en la indolencia, en el descuido, en la pereza constante, ¿cómo será posible que puedan ser útiles en la actividad, en el trabajo honesto o en el estudio, si fueron contagiados desde niños.
La madre, abandonoles mientras iba a cumplir con sus deberes sociales donde tomaba parte activa en clubes pro-desvalidos; cuando la verdad era esta: Que más necesitados de amor eran sus propios hijos, y ella misma, porque desconocía la carencia de este sublime sentimiento. Y, ¿Cómo ésta madre podría dar amor al huérfano, al asilado o al enfermo?    ¿ Es acaso prodigar ternura, el entregar fuertes cantidades en metálico?.
En cuanto al padre se descuidó también, esperando que el Maestro hiciera lo que sólo a él correspondía; y éste padre descuidado, en el mañana llorará también de su desdicha, y lo lamentará y en desatino culpará a los Mentores, los cuales recibieron en la Escuela a esos hijos de mentalidad deformada. Y éste padre mal escultor, cosechará el amargo fruto de su siembra, cuando el hijo le demuestre que no aprovechó el estudio, porque no le interesó, ni mucho menos se preocupó, por aprender un trabajo honesto.
Es entonces padres de familia, que vuestras lágrimas correrán en un caudal constante y entre sollozos diréis: “son mis hijos, son carne de mi carne y sangre de mi sangre”.
Nadie puede negar este aspecto; pero, - ¿Acaso cumplisteis para con esas mentes que debisteis modelar? - ¿Les mostrasteis el buen camino con ejemplos? - ¿Les enseñasteis el Amor a sus semejantes? - ¿Les mostrasteis la presencia y el Amor hacia el Creador en su vasta creación; bien en la vida microscópica como en la oruga que vegeta, o en la sencilla flor que en la pradera crece?.
 - ¡Nó!, nada de esto les hablasteis. Ni siquiera los preliminares de sus pequeñas responsabilidades contraídas en el hogar, porque también vosotros no conocíais éstos aspectos importantes para la buena armonía del Hogar, que fue mancillado con actos detestables, con palabras soeces, por la ambición devastadora de vosotros mismos, porque nunca estáis conformes, y siempre deseáis tener más a la par que pensáis así: “ Yo trabajo  y quiero tener más, para que mis hijos se hagan vivir”.
Y Yo pregunto, - ¿en vía de herencia eso es lo que pretendéis dejarles, ¡Oh! Padres de familia. – Entendedme bien, lo que os digo: No cifréis el bienestar futuro de ellos, por el monto cuantioso de los bienes de fortuna, porque esa herencia el viento se la llevará, y de ella no quedarán más que cenizas y rescoldos de pasiones en sus almas, porque se debatirán en los vicios más vergonzosos, por las facilidades que tendrán, y vosotros como padres inconscientemente se los auspiciasteis.
Preferible es que les dejarais la herencia de la más pura moral. La herencia del buen comportamiento, de la observancia en la rectitud, del bien pensar, del bien hablar, y del bien trabajar.
Esta es la herencia perdurable que jamás se extingue. Es la heredad del principio de los caudales eternos, que llevan a los seres humanos a ennoblecerse y a brillar por sí solos.
El hombre, debe brillar por la elevación de sus pensamientos. Por la rectitud de sus actos. Por la honestidad con que se gobierna. Este es el resplandor propio con que debéis pulir la mente de vuestros hijos.
Cómo padres, tenéis la obligación de ser altamente psicólogos para que descubráis en ellos las aptitudes que traen. Solamente así, no cometeréis el incalificable error de deformarles la mente con reglamentos impositivos de ningún provecho para ellos.
Porque también, no olvidéis lo siguiente: Que el niño que hoy es vuestro hijo, en el ayer tuvo otra vida, y no sabéis si desencarnó adulto, anciano, joven o niño; por lo tanto no sabéis que reflejos consecuentes traiga consigo en el subconsciente.
El Mundo Tierra es un Planeta de dolor, porque aún sus moradores no se ajustan al ritmo del Amor. Por lo mismo, aún cuando los niños nazcan sin los recuerdos dolorosos del pasado, ello no les redime de traer el acervo del ayer, que se manifestará en cuanto la criatura cresca y de acuerdo haya sido tratada. Y vuestros hijos de hoy, no olvidéis, que son seres, que en el ayer, unos vivieron en pasados turbulentos, otros brillaron en el mundo del arte o de la ciencia,  y, - ¿qué sabéis si abusaron del intelecto material despierto? - ¿qué sabéis si esclavizaron con su intelectualidad mecanizada y ambiciosa?.
Sin embargo, no obstante ese pasado, ellos no recuerdan nada, para que en sus primeros años puedan ser perfectamente modelados por sus padres que deben enseñarles siempre el no mentir, el bien actuar, el nunca holgar y el nunca perder el tiempo.
En mi lección anterior, os digo en que forma podéis mostrarle al niño las páginas brillantes de la filosofía que la vida diaria os ofrece.
Tenéis múltiples ejemplos en las plantas, en las flores, en los insectos, en los mismos elementos que os hablan de la presencia Infinita del Creador y de sus Eternas Leyes.
Que, si observan un accidente callejero desagradable, sin duda que os preguntarán el porqué de ello. Y vosotros atentos, debéis siempre darles la respuesta completa, haciéndoles notar, que los actos y palabras insidiosas hacen mal, y nunca deben de imitarse, porque no solamente golpeando a un semejante se le hiere.
Siempre debéis de enseñarles a definir lo que es el bien y lo que es el mal. El bien que se abarca en la vida tan solo con acatar el bien vivir, el bien pensar y el bien actuar. Y el mal, en el cual se abisman las almas que caen porque lo desconocen, y en la forma en que éste se refleja, originándose ese mismo mal en la desobediencia, la deshonestidad, la mentira y la soberbia. Si vosotros habéis cifrado en ellos una esperanza, no les descuidéis. No permitáis jamás que sean orientados por labios extraños, porque solamente así no edificareis en bases engañosas.
Cuidar al niño del accidente natural de su edad, es evitarle al futuro joven el caer en los primeros vicios. Y si demostráis ser buenos escultores, - ¡qué satisfacción tendréis en el futuro, cuando veáis realizados los anhelos que hoy os preocupan tanto!.
En cuanto a vosotras madres de familia os diré igual: Si abrigáis hermosas esperanzas para vuestras hijas, - ¿porqué permitís que esas niñas sean orientadas por personas ajenas al círculo del Hogar? - ¿porqué permitís que el Alma de vuestras niñas sea auscultada por mentes adultas, y enfermas de malicia? - ¡Oh madres de familia, que en imprudencia encamináis a vuestras hijas, para que develen su conciencia ante un ser humano, mucho más equivocado que vosotras!.
¿No concebís la idea, de que ese Sanctórum que guarda la conciencia de la joven, va a ser mancillado en su pureza, tan sólo con la pregunta de doble intención, que su interlocutor le haga?.
Vosotras como madres, vuestra responsabilidad no es menos que la del padre; porque ambos son jardineros de esas tiernas plantas. Sí el padre representa la fuerza vigorosa respondiendo a las labores cotidianas o de intelectualidad para sostener económicamente  la nave del Hogar; sois vosotras las mujeres por cuya fortaleza espiritual y mayor sensibilidad, sois superiores al varón; por lo mismo, vuestra responsabilidad es mayor.
Mientras el padre alimenta a su prole por medio del trabajo laborioso, vosotras como mujeres tenéis la obligación de alimentar los nobles sentimientos de esas almas, ésto es lo que debéis de hacer.
Sin embargo, tal parece que el fracaso de la humanidad todavía no os conmueve y esperáis aún más desastres para poderlo creer. Porque, - ¿cómo van las criaturas a surgir hacia el final glorioso que les espera en la meta ascensiva trazada por la Ley de Evolución? - ¿cómo podrían ser rescatadas las juventudes de tanta inmoralidad reinante, si en el seno fecundo del Hogar la misma moral se encuentra pisoteada?.
He aquí el fatal resultado que fuera elaborado por los inconscientes que llegaron al tálamo nupcial, poseídos tan sólo por los deseos de la materia. Los unos, eligieron compañera, para satisfacer sus instintos, las otras aceptaron, para no quedarse sin llegar al matrimonio, y ambos irresponsablemente actuaron. En ambos, una vez satisfechos los primeros momentos, surgió la bestia que oculta iba. El varón dejó de ser el hombre dulce que desgranaba comprensión al oído de la compañera, y la mujer, dejó de ser la blanca rosa de pureza, la copa rebosante de dulzura y se tornó también en la pequeña fiera. Y una vez despiertos los sentidos instintivos, empezaron a vivir peor que bestias, y aquello que debió haber sido un venturoso Hogar, se transformó en un cubil de indomables fieras.
He aquí, lo que son la mayoría de los Hogares e la actualidad. Porque jamás puede compararse el interior de un Hogar moderno, con el interior del antiguo Hogar donde crecieron vuestras abuelas. Y Yo os pregunto - ¿acaso por que ellas vivieron en una época fuera del modernismo, no había más moralidad? - ¿no había menos delincuencia? - ¿menos irresponsabilidad en los jóvenes que acudían a las aulas escolares?.
 - ¡Sí! Y había más rectitud y también más cumplimiento, porque la educación que aquellos jóvenes recibían estaba impartida con el ejemplo de la honestidad, de laboriosidad y el buen orden que en el Hogar veían patentizado por sus progenitores, mismos que se unían en matrimonio con el conocimiento absoluto, de que al formar un Hogar era para perpetuizarse en él; y tanto el hombre como la mujer, de antemano aceptaban las obligaciones que en consecuencia llegarían.
Hoy, la Humanidad se mece en la cima del paroxismo. Estáis viviendo la vorágine más tempestuosa. Contempláis a diario la desesperante agonía de la juventud caída en el turbión demente que todo lo avasalla. Un loco frenesí, se apodera de éstas Almas que buscan el escape a sus naufragados sueños que se ahogaron en el mar de las desesperanzas, por haber sido dejados al azar, en el principio de sus tiernas vidas, que se marchitaron, sin el rocío bienhechor de una buena educación. Y aún así, sin reconocer sus faltas, ¡cuántos padres lamentan y neciamente exclaman! “Dios me mandó estos hijos que me defraudaron”.
Más Yo te aclaro, ¡Oh criatura! que los hijos que a tu casa llegaron, eran seres que traían  la pureza en sus pequeños cuerpos. Eran cerebros limpios y tiernos. Mentes infantiles, que tú con más habilidad de buen artista, habrías podido moldear en ellos los buenos principios para que hubiesen crecido rectos y justos, y no tan solo haberles dejado como la hierba del campo.
“Dios”, como tú le llamas, ha formado toda su maravillosa Creación en lo máximo de la perfección. Entonces, ¿porqué le culpas a EL de que tus hijos no sean cómo los deseaste?    - ¡Cúlpate tu mismo! Reconócete como mal escultor y acepta que no has cumplido y por  ello no llegaréis a ver el final glorioso de la meta que soñasteis. Empero, si vuestros niños aún no cumplen los 14 años, aún podéis iniciar en ellos la buena metamorfosis. Más si sobrepasan del tercer septento, nada podréis hacer en su favor, como no sea el llorar en silencio y orar con paciencia, porque es tan difícil que en esa edad de caídos se levanten, como no sea por mutuo propio.
 Orad por esos extraviados que se han hundido en la corriente del vicio acrecentado por los reflejos del pasado.
¡Orad por ellos! Más nunca culpéis a un tercero, en creyendo que las malas compañías los llevaron al fracaso. Porque en este caso, la culpa sigue siendo de los padres que no cimentaron la profunda convicción en la mente de sus hijos, al respecto de lo que era bueno y debía ser aceptado; y lo que por malo, debía ser rechazado.
Los padres son el espejo en que los hijos se reflejan, esto no lo olvidéis, y son los padres los primeros que velan por esos seres desde que son pequeños en la cuna.
Sois vosotros los que recogéis de su primer aliento. Son los brazos de la madre los primeros que le acunan. Es la mano paterna la que guíale en sus primeros pasos; entonces, - ¿porqué culpar a otros del fracaso de éstos cuando son mayores? - ¿no consideráis que todos vuestros actos, palabras y pensamientos emitidos y plasmados en el seno del Hogar, no han sido delineados dentro de las Leyes de armonía, y ello ha dado origen a que esos tiernos seres sean manchados? – o que, ¿acaso vivís en las eternas loas que forman los arpegios de los elevados pensamientos hechos realidades?.
Considerad esto, porque si en verdad, así como les tratáis en los primeros meses de nacidos, siguieseis haciéndolo después sin confundir, el que, darles atención, sea el satisfacerles sus constantes caprichos que reflejan las primeras reacciones negativas de lo nocivo que les ha contaminado ya. Así mismo, si eliminarais del Hogar las disputas conyugales, evitaríais así, el que su psiquis degenere y empiece a germinar en ella los principios de la mala simiente del pasado.
Las precauciones que cuentan para el bien del niño, son extremas; pues no hay que olvidar, que son semejantes a las tiernas plantas que en el mañana darán fruto.
Y nunca un buen jardinero descuida las plantas de su jardín, porque el que las abandona por dormir, cuando despierta, contempla que sus rosales han sido devorados por las plagas.
Así vosotros, venís a despertar a la realidad cuando vuestros vástagos han cumplido el tercer septento. Porque antes de esa edad, aún tenéis la esperanza oculta de que sean hombres de bien.
Y en cuanto a la mujer, - ¿qué me decís? – no observáis diariamente, como los valores morales de las almas femeninas se han perdido en el polvo delictivo de los vicios? Y me preguntáis, - ¿qué hacer para levantarlas?.
Toca a vosotras como madres, velar por las que en el Hogar tenéis. Toca a vosotras, el evitarles la contaminación inmoral. Porque para eso sois sus progenitores, para que erradiquéis de ellas la mala simiente. Pero si por negligencia permitís que transiten solas y con frecuencia asidua concurran a los centros de diversión para buscar esparcimiento, entonces, les estáis dando la oportunidad de que sus mentes se enturbien. Vosotras, no conocéis ni os imagináis el estado vicioso degradante que vibra en esos antros dónde se incuban las degeneraciones mentales, acicateadas por los vapores alcoholizados y las semblanzas de la música moderna, cuya emotividad primitiva, despierta las sensaciones  más impúdicas.
Y vosotras que también vivís influenciadas por el torbellino de las diversiones fatuas, no os dais cuenta, que día tras día vuestras hijas se hunden en la miseria corriente, que las lleva  a ahogarse en las pantanosas aguas de la perversidad en que se mece la juventud actual.
Vosotros los adultos, tenéis despierto el Sexto Sentido de la intuición, y por este preciado don, debéis de orientaros para que sepáis siempre, con quién andan vuestras hijas.
Más nunca juzguéis a las que torcidas crecieron y en el fango viven. Si de éstas su pureza  se manchó, no las juzguéis tampoco, si no queréis cargar con culpas ajenas.
Jamás permitáis que criaturas extrañas a la familia guíen a vuestros hijos. Dentro de las normas de moral, toca a vosotros enseñar. En la obediencia, sois vosotros los que debéis mostrarles la forma de ser dóciles. Y en el campo educativo intelectual, tenéis el mediato auxilio de los Mentores; Almas nobles y generosas que cumpliendo con un deber de amor vocacional van por la vida. Almas sensibles, que haciendo un verdadero apostolado de su vida, pasan dejando una huella luminosa en las mentes de sus educandos, que bien saben aprovechar de esa bella siembra. Almas que fenecen en el mundo de las formas tangibles,  donde su huella es visible para los que tienen noble el entendimiento; más no lo será, para las almas mezquinas nutridas de ruindad, de miseria y de ambición.
Los Maestros son vuestros cooperadores y vosotros debéis de serlo también, con el Gran arquitecto, - ¿cómo?, siendo los buenos artífices de esos niños, a los que con mano firme y amorosa debéis guiar.
Por lo tanto, para que logréis esta bella realidad, no mancilléis el Hogar con la maledicencia. No pronunciéis palabra difamante. Cuidad de vuestros actos y pensamientos, porque sólo así, haréis del Hogar el sitio de más tranquilidad. El Hogar mejor armonizado, el más equilibrado por la afinidad que han logrado sus moradores.
Siendo entonces el Hogar, el umbral del verdadero paraíso, en el cual penetran las almas bienaventuradas, que han despertado el conocimiento de sí mismas.
Transformadles en Templos de Paz.
Transformadles en Templos del Amor Sublime, más no del amor concuspiscente.
Que sea el Amor Espiritual. El Amor Filifraterno, el Amor que unifica a las almas en un confín de luces y arpegios infinitos.
El Amor Fraternal es el Amor más grande, y cuando los seres que viven bajo un mismo techo se amen como hermanos. Cuando la madre sepa ver a su hija como un ser gemelo                                                                                    que posee el mismo Espíritu que ella. Cuando el padre aprenda a ver en su hijo, a un hermano en el campo Espiritual, no existirán entonces los amores egoístas que tanto perjudican a los hijos.
Solamente así, dejará de ser ciego el amor de los padres, que no aceptan los errores de sus hijos, porque los disculpan.
He aquí una lección más, grabadla en vuestra mente, donde debe perpetuizarse, porque es la herencia que reserváis a vuestros hijos.

                                                                                       La Paz Sea en Vosotros.